El astro de la danza Vladimir Malakhov confesó que algunos intérpretes lo hicieron llorar de emoción durante las sesiones del primer Concurso Internacional de Danza Atlántico Norte, impulsado por él en Cuba del 14 al 18 de septiembre.
La estrella de origen ucraniano expresó sorpresa por la calidad de los 75 competidores y reveló que el nivel tan elevado de la danza lo obligó a ampliar sus propuestas artísticas para el país caribeño.
“Al ver tanta calidad me pareció imposible entregar un solo premio”, aseguró el artista reconocido con el Benois de la Danza, entre otros galardones de relevancia.
En vez de un “Grand Premio Vladimir Malakhov”, concedió dos y creó cuatro lauros especiales que a su juicio fueron insuficientes para reconocer la calidad de todos los buenos bailarines y las obras en el certamen, disfrutado a teatro lleno en el Eddy Suñol de la oriental ciudad de Holguín.
Los máximos ganadores de la competencia resultaron los cubanos Lisbeth Saad, con su conmovedora interpretación de Edith Piaf en “Non”, coreografía de Osnel Delgado, y Carlos Carbonell con la pieza “Pasajera la lluvia”, del coreógrafo Nelson Reyes. Participaron bailarines de México, Venezuela, Uruguay y Cuba.
“No imaginaba que el interés por la competencia fuera a ser tan grande y realmente encontré bailarines espectaculares y un público que no quería perderse ningún detalle”, contó el actual director del Ballet de Tokio, Japón.
Según relató, las localidades en los cuatro días de competencia estaban sobrevendidas y era muy difícil abrirse paso en el teatro.
Este ánimo inspiró a Malakhov a incluir un Premio del Público en la próxima edición de su concurso, prevista para septiembre de 2015. En esa nueva jornada también entregará un lauro a la mejor compañía, pues este año se quedó con deseos de reconocer a alguna de las 10 participantes.
“El evento nació como un concurso de danza y se transformó en un festival maravilloso”, comentó el artista satisfecho por haber creado algo hermoso en esta pequeña Isla.
A juicio del experimentado danzante, iniciativas como la suya brindan una oportunidad a los bailarines cubanos de hacer carrera en Cuba y tras haber bailado en los teatros más importantes del planeta descubrió que es muy importante tener un hogar.
Este bailarín formado por la prestigiosa escuela rusa del Bolshoi fue estrella del American Ballet Theatre (ABT), en Estados Unidos, y dirigió durante 13 años y hasta hace meses el Ballet de la Ópera de Berlín, en Alemania.
En el ABT, consolidó amistad con el cubano José Manuel Carreño y en los principales festivales del mundo ha podido estrechar lazos de afectos con otros artistas de la misma tierra.
Malakhov actuó por primera vez en Cuba en el Festival Internacional de Ballet de La Habana de 2010, entonces decidió que de cualquier modo regresaría a este país a regalar arte.
Hace apenas un año, cumplió la promesa en Holguín, debido a algunas incomprensiones que lo obligaron a desviar su proyecto artístico de la capital.
“De Cuba no quiero recibir nada, salvo cariño, aquí me vengo a entregar y si La Habana me abriera los brazos allí estaré”, afirmó con su sencillez habitual.
A fines de septiembre, la Fundación que lleva su nombre constituirá en Alemania el “Premio Taglioni” para reconocer en 13 categorías a artistas, compañías y el personal involucrado en la producción danzaria.
El creador explicó que un conjunto de críticos europeos eligieron a los nominados y decidirán los premios en modalidades como mejor compañía, director, bailarines nacientes, video y vestuario, entre otras.
El galardón será una zapatilla de la célebre diva del siglo XIX María Taglioni, esculpida en cerámica por KPM, una de las más prestigiosas y cotizadas firmas de porcelana de Europa.
Luego de la estancia en Berlín, Malakhov retornará a la capital de su natal Ucrania para contribuir en una nueva puesta de la escuela de ballet de Kiev. De ahí viajará a China, donde será jurado de un concurso y a mediados de octubre volará a Puerto Rico, con el propósito de bailar “La muerte del cisne” en una Gala Internacional de Estrellas.
A los 46 años de edad, el bailarín inspira a los más jóvenes con una flexibilidad y control corporal admirables.