De Juan Pérez a Edmundo Desnoes

Edmundo Desnoes. Photo: William M. Martin.

Edmundo Desnoes. Photo: William M. Martin.

Una videollamada del Vedado a Upper West Side en Nueva York, nos llevó en la sala de Edmundo Desnoes. A sus 88 años, celebró la tecnología que nos permitía la charla: “todo el mundo la critica. Dicen que con ella se pierde…, pues yo creo que se gana. No hay mal que por bien no venga. La realidad siempre tiene dos filos: un filo que corta y un filo que cura”.

Lezama le dijo a Juan Edmundo Pérez Desnoes que Orígenes no publicaría a un Pérez, y así surgió su firma. “Ahí entró el Desnoes. Cuando quiero perderme entre el pueblo, vuelvo a ser Juan Pérez”.

Siendo niño hablaba español con su padre cubano e inglés con su madre estadounidense. «Yo era ‘el hijo de la americana’, y eso me daba esa cuestión bicultural entre Estados Unidos y Cuba”.

Edmundo Desnoes se radicó en Estados Unidos en 1979. Foto: Cortesía del entrevistado.
Edmundo Desnoes se radicó en Estados Unidos en 1979. Foto: Cortesía del entrevistado.

“Incluso hoy día la relación entre los cubanos de la Isla y los cubanos del exilio debería ser más estrecha –dice–. Cuba es un árbol que tiene las raíces en la Isla y las ramas y las hojas sujetas a todos los accidentes del tiempo”.

Hace estos días 50 años del estreno de Memorias del subdesarrollo (Tomás Gutiérrez Alea), que llevó al cine la novela homónima publicada tres años antes por Edmundo Desnoes. La pregunta que atormentaba a Sergio Carmona, el burgués varado en medio de un proceso social que intentaba comprender, persiste: “¿Cómo se sale del subdesarrollo?”

Edmundo Desnoes // Parte I

¿Qué fueron los años 60 en términos de cultura en Cuba?

Fueron intensos, porque nos convertimos en el centro de la atención mundial. Mi novela da una visión de Cuba, y a través del personaje se entraba en el proceso de los primeros 20 años. (…) Todos nos visitaban: nos hicieron sentir importantes.

Yo digo que el éxito de Memorias… se debe a tres cosas: la Revolución, el momento de la nueva ola del cine francés y la actuación de Sergio [Corrieri], que es, yo diría, el Mastroianni del pobre.

El éxito siempre depende mucho de la circunstancia histórica.

¿Cuál es el lugar del escritor en la sociedad?

El escritor debe crear una ambigüedad para poder decir lo que realmente siente. No pertenecer, pero tampoco alienarse totalmente. Es fundamental en el escritor sobrevivir. Debe ser la conciencia de la sociedad.

Yo empecé queriendo ser pintor. Estudié pintura, pero me pareció muy engorroso, por el caballete, los pinceles, y realmente me pareció que era un trabajo manual. Así que pensé que escribir era más fácil; aunque siempre he tenido una relación íntima con las artes visuales.

También me hice escritor porque yo de niño y de joven no podía cantar, pero sí me aprendía las letras de todas las canciones.

Edmundo Desnoes // Parte II

¿Por qué la subjetividad es importante en el desarrollo?

Tenemos que pensar en términos de la cultura mundial. Hay un ensayo de Auerbach donde compara a Don Quijote con Hamlet. La cultura mundial ha ido más por el camino de Hamlet –la duda– que por el camino de Don Quijote, que es: lo que tú crees, es la realidad; lo que tú imaginas es real, no lo cuestionas, no hay duda. Y sin la duda no se puede progresar. Puede ser que con ese fanatismo se pueda conquistar. El español conquistó sin dudar, a base de la iniciativa. Pero en el mundo moderno la duda es fundamental.

En realidad, la relación más íntima que tenemos es cuando hablamos con nosotros mismos. Vivimos en un diálogo interno muy intenso. Y cuando no hay subjetividad y todo es simplemente la superficie, es una limitación. Cuestiono enormemente todo el mundo de lo real maravilloso, que es la base psicológica del folclore, el pensamiento mágico. Yo creo que uno de nuestros problemas es confiar demasiado.

Edmundo Desnoes // Parte III

¿Cómo se identifica con Sergio en Memorias del subdesarrollo y el personaje de Edmundo en Memorias del desarrollo?

Creo que el realismo verdadero es la mezcla de lo que has vivido con lo que has pensado que podías vivir. Ambos personajes son una mezcla de lo que yo soy con lo que yo imagino que hubiera podido ser. Por ejemplo, en el caso de Sergio, es el otro yo. Si yo no me hubiera integrado a la Revolución, probablemente habría sido Sergio el observador, que está fuera, pero a la vez es parte y analiza. Yo hubiera podido ser ese personaje. Es otra vertiente de nuestra identidad: lo que hubiéramos querido o podido ser es también un desdoblamiento de lo que somos.

“Esa es una de las señales del subdesarrollo: incapacidad para relacionar las cosas… (…) El ambiente es muy blando, todo el talento del cubano se gasta en adaptarse al momento. La gente no es consistente. Y siempre necesitan que alguien piense por ellos”, se lee en la novela. Titón habló hace años de que cuando esto no fuera vigente, la película envejecería. ¿Cuán lejos está Cuba hoy de su novela? ¿Envejeció Memorias…?

No está en mis manos decir eso, porque no estoy en Cuba. Pero por lo que yo oigo, por la gente que me escribe, para muchos cubanos Memorias… sigue siendo una expresión de lo que ellos han vivido; no se ha convertido en un pasado estéril. Juan Ramón Jiménez decía que lo clásico es lo vivo, entonces Memorias… es un clásico porque están vivos el libro y la película.

Cuba no ha salido del subdesarrollo. Eso es una condena eterna yo creo. Pero bueno, hicimos un esfuerzo, la Revolución fue una gran promesa, un sueño, pero Borges decía que la derrota tiene una dignidad que la ruidosa victoria no merece. Y nosotros tenemos que celebrar la derrota de haber intentado algo enorme y haber fracasado.

El centro existencial de Cuba, que era la música, se vive en el presente, y la Revolución pidió sacrificarse por el futuro. Ese elemento del cubano de vivir en el presente, y que se le exigiera un sacrificio por el futuro, y al cabo ver que todo ese sacrificio no trajo el bienestar económico, lleva a pensar que es preferible cantar y bailar.

El cubano se relaciona de manera que cuando algo se pone intenso, alguien hace un chiste y se rompe la tensión. El cubano siempre rompe la tensión y recobra el equilibrio. Eso le permite evadir el antagonismo.

Edmundo Desnoes // Parte IV

¿Qué sintió el 17 de diciembre de 2014 cuando se anunció el cambio político entre Cuba y Estados Unidos?

Yo estaba aquí, no estaba en Cuba. Pero creo que ese fue un gran momento de reconciliación, una promesa. Hay una frase de Ortega que dice que nada se parece más al abrazo que la lucha cuerpo a cuerpo. Y lo de Cuba y Estados Unidos es un abrazo, y es una lucha. Tenemos esos dos aspectos, la proximidad y la cantidad de cubanos que viven en Estados Unidos hacen que sea un abrazo y que sea una lucha. En este momento se abrió la oportunidad de que aumentara la relación. Yo creo que es fundamental que esos dos grupos se integren, para crear una nación y una cultura más poderosa, si no se convierte en una cosa antagónica que es negativa.

A pesar de la agresividad entre Cuba y Estados Unidos, los norteamericanos visitan Cuba y son tratados como hermanos. Hay enemistad política, pero no se centra en el individuo. Yo creo que la reconciliación que se inició en la era Obama hubieran facilitado un acercamiento mayor, donde Cuba ya se afirma totalmente como algo independiente en relación con Estados Unidos. Esto se frustra cuando Trump cierra.

"...lo de Cuba y Estados Unidos es un abrazo, y es una lucha". Foto: William M. Martin.
«…lo de Cuba y Estados Unidos es un abrazo, y es una lucha». Foto: William M. Martin.

¿Se siente más latinoamericano o más anglosajón, o no se define por ninguna de las dos?

¡Me gustaría definirme por las dos! Yo quisiera unir a Don Quijote con Hamlet. Crear una combinación de la duda con esa sensibilidad española. Yo soy esa mezcla: el sueño de las locuras de Don Quijote con las dudas de Hamlet.

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