Más por necesidad que por elección, Karl Lagerfeld comenzó a hacer fotografía en 1987, como parte de las campañas publicitarias de Chanel. Tres décadas después, el director creativo de la casa de modas parisina llega a La Habana con una pasarela que le abrirá las puertas hacia América Latina. Y lo primero que desembarca para ser contemplado aquí es una exposición fotográfica, donde revela la manera de aproximarse al mundo que es ahora para Lagerfeld la que “completa el círculo entre sus inquietudes artísticas y profesionales”.
Desde el 28 de abril hasta el 12 de mayo próximo, la Factoría Habana acoge el recorrido de las experimentaciones que ha realizado el Kaiser de la moda durante las últimas décadas, bajo el título de Obra en proceso, o Work in progress. La curaduría abarca fotos de modas, que más que exhibir modelos con diseños de vestuario, son obras maestras en el manejo de la luz y técnicas de impresión. A su vez, estas dialogan entre sí y con el espacio en que han sido colocadas, y con imágenes de paisajes y arquitectura.
Como presidiendo el salón del primer piso, en una gran mesa de trabajo, el público puede ver bocetos y fotos impresas a menor escala que las que se encuentran en las paredes. Como el título de la muestra, sería aquella la mesa de laboratorio donde Lagerfeld selecciona, desecha, reelabora ideas o formas de aproximarse a un tema.
Llevados a la imagen, las líneas de una escalera, de un andamio o un edificio, se antojan gráciles, iluminadas para que se les observe como al desnudo de una persona. Fotos en blanco y negro, polaroid, también dibujos, son 200 imágenes para ser examinadas cuidadosamente, para alimentar la sensibilidades y las ganas de imaginar la atmósfera en que cada una fue tomada. Son muchas y son pocas al mismo tiempo. Veremos qué propone en el Paseo del Prado la colección crucero 2017, este 3 de mayo.
Para el montaje de la exposición viajaron a La Habana Eric Pfrunder y Gerhard Steidl, y en pocas semanas armaron sobre el terreno el resultado final que ahora se muestra, comenta Concha Fontanela, directora de Factoría Habana. Sobre la experiencia del montaje y de lidiar con la mente creativa de Karl Lagerfeld, Fontanela conversó con OnCuba.
¿Cómo transcurrió el proceso de montaje de la exposición?
El montaje transcurrió muy rápido, enormemente estresante. Fue muy poco tiempo para hacer mucha obra en Factoría, y un trabajo muy complicado, muy fuerte por parte de los dos curadores alemanes. Todo ocurrió en menos de un mes.
Trabajamos diariamente con hasta 30 correos, con diferentes equipos, viendo distintas posibilidades de cómo montar. Casi fue una cita a ciegas. Realmente lo que sí estudiamos mucho fueron las relaciones espaciales, las alturas, los temas de planimetría, cómo funcionaría qué en cada lugar. Ellos han venido otras veces antes a ver otros espacios, y a Factoría iban, venían, notaban, pedían cosas. Estaban seguros de lo que querían, pero es un trabajo de investigación exhaustivo en muy poco tiempo.
Son tres plantas en Factoría, cada una es completamente diferente a la anterior, con obra que va desde impresiones sobre aluminio, en una selección de sus trabajos en los últimos 20 años, hasta polaroid, una gran mesa que podríamos utilizar el paralelismo de una mesa de laboratorio, donde él escoge las imágenes, corta y pega, elimina, recorta, vuelve a tomar. Vemos un Karl Lagarfelf artista de un bagaje extraordinario, con oficio y una sensibilidad tremendas.
No todos los días se exhibe en Cuba una obra artística sobre el mundo de la moda. ¿Cómo había sido su experiencia con trabajos similares hasta ahora en la Isla?
Sí. He curado aquí una exposición que se llamaba D´diseño Respuesta cubana, que acogía una sección de diseño de vestuario. Creo que no encontré lo que yo buscaba. Para mí La Habana es un lugar maravilloso y esperaba encontrar cosas que veo en París, en Berlín. Pero hay unas condicionantes de importación de tejidos, y aunque la gente es modernísima, para producir está todavía en un momento complicado.
Sin embargo, sí que hay extraordinarios diseñadores de vestuario. Exhibimos aquí antes artistas vinculados al diseño, pero más de otros sectores que de la alta costura. Ese tipo de creaciones está muy condicionada por un consumo, por un mercado. Entonces preferí esperar un poquito a que se diera la ocasión propicia. De hecho, yo estaba trabajando en una exposición de diseño de moda para aquí, y ocurrió esto.
¿Qué pudiera representar esta exposición no solo para el mundo de la moda, sino para los artistas cubanos en general?
Yo trabajo más el mundo del arte que el de la moda, aunque soy consumidora, a mi escalita, no a la de Chanel. A mí me parece que es una aportación muy grande para los artistas, para los diseñadores, para quienes vienen siempre a Factoría a descubrir cosas. Nos muestra los entresijos de su trabajo, su manera de hacer, nos vemos una sensibilidad, formas, composiciones, ritmos, texturas, diferentes tipos de trabajos, una manera de montar muy póvera y simple. Estamos ante unas alcayatas, y lo que hay debajo son piezas de un novel que tardaremos aún un tiempito en llegar. Son impresiones directas sobre un aluminio de la máxima calidad, sobre papel japonés, sobre papel de acuarela, utilizando negativos, polaroids. La verdad es que es docencia.
En Cuba muchas veces los artistas prefieren montar las obras en cuadros. Llama la atención que las piezas prescindan de envoltorios en esta exposición.
Poco a poco se irán desnudando los adornos, y dejando lo esencial. Aquí hay muchos artistas que montan también así. Muchos de los artistas con que trabajo aquí usan chinchetas de arquitecto, cosas tremendamente simples. El montaje tiene mucho que ver con el espacio, y este se presta para este tipo de montaje. Hay otros espacios que piden más una envoltura mayor a la pieza.
¿Hasta qué punto estuvo presente la mano de Lagerfeld en el resultado final de la exposición?
Toda. No creo que Karl Lagerfeld deje nada al azar jamás, ni en sus exposiciones, ni en su trabajo, ni en la puesta en escena, ni en su imagen, ni en nada. No lo conozco, pero veo detrás una persona exquisita, de una sensibilidad extraordinaria, y que mira cada detalle, que son imperceptibles para nosotros. Una persona muy perfeccionista. Difícil para trabajar con él, imagino, pero es un enorme placer poder hacerlo y poder cumplir sus expectativas. Nos hemos quedado absolutamente boquiabiertos con su montador. Hemos aprendido muchísimo durante dos semanas.
Esto es una exposición abierta al público cubano y del mundo, para que los artistas hablen, vean, compartan, conversen.
¿Qué esperaría usted encontrar en la pasarela del día 3 de mayo en el Paseo del Prado?
Cuando pedí el proyecto antes de comenzar a montar la exposición, me di cuenta de que no había tal plan previamente establecido, sino que el proyecto es su obra, es él. Y que así él iba a dialogar con el espacio, con cientos de fotos que le sacó su equipo, con los planos, y que iba a decidir in situ, y siguieron decidiendo aquí lo que iban a poner.
Hablamos de gente que tiene montones de posibilidades para montar esta exposición, no en el sentido económico, sino en el sentido de que han traído para dos exposiciones. Han seleccionado aquí porque la luz, porque esta perspectiva, porque aquella imagen. Entonces para mí esto fue una cita a ciegas, recibí las obras con el curador y el montador, aterrada, pero absolutamente convencida de que esto iba a ser buenísimo, y lo es. Pienso que el desfile será, al igual que esta exposición, estelar.