Cuando hace más de cuatro años conversaba en La Habana con el chileno Alfredo Castro, a propósito de la edición 37 del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, este revelaba lo que entonces era solamente un proyecto: llevar al cine la novela de Pedro Lemebel, Tengo miedo torero, algo para lo que ya se venía preparando. Finalmente, para esta primera dosis del Festival habanero se exhibirá dicho filme dirigido por Sebastián Sepúlveda, graduado en la Escuela de cine y Televisión de San Antonio de los Baños y por petición del mismo Lemebel es Alfredo quien encarna a La Loca del Frente.
“Por cosas del destino, pidió que yo hiciera ese personaje. Me siento con la venia y el compromiso de hacerlo”, nos dijo el actor. A juzgar por las críticas realizadas dentro y fuera de Chile, Tengo miedo torero se ha convertido en una de las cintas más vistas en ese país y elogian la impresionante caracterización de Alfredo Castro quien ha participado en las producciones más importantes de la última década de esa nación: No, El Club, Neruda…
“Escritor cuchillo”
En Cuba, Pedro Lemebel es un autor conocido solo por un reducido grupo de lectores si lo comparamos con escritores de Latinoamérica más seguidos aquí: García Márquez, Isabel Allende o Paulo Cohelo. Sus crónicas y activismo a favor de la comunidad LGBTIQ+ trascienden particularmente en el sector artístico, pero con escasa divulgación. No obstante, los últimos 2000 ejemplares de Tengo miedo torero (lo más popular, aunque no lo mejor) a cargo del Fondo Editorial de Casa de las Américas en 2006, se agotaron sin dificultad.
Catalogado por Carlos Monsiváis como “un fenómeno de la literatura latinoamericana”, el discurso provocador de Lemebel aún es incomprendido y hasta menospreciado por homofóbicos batallones. Tales detractores (siempre imagino que sean pocos, si existen) vieron y ven en su pluma – pájara – amenazante demasiadas verdades para ser admitidas. Entre la izquierda y el proletariado Pedro hizo de ventrílocuo, pero en ambos bandos (izquierda-derecha) perdura la devoción por el escritor y el rechazo al gay. Prejuicios que superan ideologías.
“En mí hay una intención consciente de hacer transitar mis textos por lugares donde el pensamiento no es sólo para paladares difíciles, finos”, afirmó.
Catorce años atrás, intelectuales como Roberto Zurbano, Norge Espinosa y Jorge Ruffinelli, reunidos en Casa de las Américas, pudieron acercarse al quehacer de uno de los creadores más apasionantes de la cultura latinoamericana. En esos días debatieron sobre la literatura de Lemebel, su paso por las artes visuales y compartieron experiencias con el propio escritor. Desde entonces, lo circunda el silencio.
Una década después, sentimientos homosexuales y conmovedores del indio malvendido, del escritor-cuchillo revivirán desde las salas de cine habaneras. Es tiempo de hacer renacer a Lemebel, de estudiarlo con profundidad e imitar su hombría: “Comer rabia para no matar a todo el mundo”. Es tiempo de aceptarse diferente porque “ser cobarde es mucho más duro”.