“Mapa dibujado por un espía”, obra inédita de Guillermo Cabrera Infante vio la luz este noviembre en España. El texto fue editado por Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores y sorprende por la profusión de datos, nombres y detalles de todo tipo que contiene. El libro narra el último viaje que hizo a Cuba, luego de la muerte repentina de su madre en 1965, desde Bruselas, donde trabajaba en la Embajada de La Habana en Bélgica. Cabrera Infante regresó a la Isla para asistir al entierro y, cuando trató de salir, lo retuvieron durante cuatro meses sin darle explicaciones. “Mapa dibujado por un espía” es su crónica más amarga, su despedida de la Isla y el camino hacia el exilio definitivo.
Guillermo Cabrera Infante era director de Lunes de Revolución y tras su cierre en 1961 fue enviado a Bruselas como agregado cultural de la embajada cubana. En la capital belga escribió “Tres tristes tigres”, una de las novelas fundamentales del “boom” latinoamericano, ganadora del Premio Biblioteca Breve.
Al enterarse que se madre estaba muy grave, Cabrera Infante volvió a La Habana, pero no llegó a tiempo de verla viva. Asistió al entierro y una semana más tarde intentó volver a Bélgica llevándose consigo a sus dos hijas. Cuando estaba en el aeropuerto recibió la orden de no subirse al avión y de regresar para entrevistarse, al día siguiente, con el ministro de Relaciones Exteriores. Así comenzaron los avatares que versan en “Mapa dibujado…”, la historia de los cuatro meses que estuvo retenido en Cuba. Al salir de la Isla, el gran novelista cubano sabía que ya no volvería jamás. Había comenzado así su largo exilio.
Según Miriam Gómez, viuda del escritor cubano, en una entrevista con Efe, “ese libro fue como una descarga enorme de todo lo que le sucedió a Guillermo en aquellos meses. Fue una catarsis. Es un libro que no tiene literatura, un libro desnudo, una memoria total”. La compañera inseparable de Cabrera Infante ha tenido serias dudas sobre si convenía o no publicar esta obra, pero finalmente decidió hacerlo, ocho años después de su muerte.
Por su parte, el editor de sus obras completas, Antoni Munné, comenta en la introducción del texto, “Mapa dibujado por un espía” es un libro triste, melancólico. La historia de un gran desengaño, el espectáculo de la delación permanente. Un testimonio demoledor del desengaño y la decepción que se configura como “a cartografía íntima de una despedida”. Según decía a su biógrafo Raymond L. Souza, el propio Cabrera Infante no estaba contento con la narración del libro, porque el estilo era “demasiado directo y tal vez demasiado denso”. Quería cambiarlo, pero no encontraba tiempo para hacerlo.
Miriam Gómez afirma que el escritor escribió este libro antes de 1968, cuando tuvo lugar la ruptura pública del escritor con el régimen cubano a raíz de la entrevista que le concedió a Tomás Eloy Martínez para el semanario argentino Primera Plana. El autor de “La Habana para un infante difunto” pidió a su esposa que guardara el manuscrito en un sobre y que no lo leyera. Según dijo Antoni Munné al diario español ABC, “era el único texto que ella jamás había leído, aunque sabía de él, pero temía que su lectura pudiera perturbarla”.
“Cuando Miriam Gómez me dio el original, lo leí en una noche y salí tocado: es triste, muy triste”, dijo Munné y destacó “el enorme tráfico de personajes, unos que se rindieron ante lo que les caía encima, otros que fueron arrasados, y la enorme quiebra de amistades”.
Políticos, artistas y escritores como Alejo Carpentier y Nicolás Guillén desfilan por este libro en el que Cabrera Infante refleja la Cuba del momento, la Cuba que vivió.
“La médula del libro es la enorme decepción que el gran escritor siente cuando ve con lucidez qué es lo que está pasando en Cuba. A mí parece que está a la altura de los testimonios que escribieron André Gide o Arthur Köestler.”, agrega Munné.
El novelista, crítico, ensayista, periodista, guionista de cine y Premio Cervantes de la Lengua Española es hoy una de las figuras ineludibles de la literatura cubana de la segunda mitad del siglo XX. Cabrera Infante murió en 2005, a los 75 años de edad, en Londres, donde vivió sus últimos 40 años.