Hemingway llegó a Cuba sobre un barco, cual premonición evidente de la relación que luego establecería con una de sus más asiduas pasiones. Luego, asentado ya en su casa de Finca Vigía, aquel hombre que desandó el mundo en busca de aventuras, halló su refugio en la tranquilidad de un barrio periférico de La Habana.
Era 1932 y Ernest cargaba a sus espaldas con una guerra y varias novelas cuando el bote Pilar entró en aguas cubanas. Desde entonces mucho ha cambiado en Cuba, pero el recuerdo del Papa aún camina por Cojímar, donde pudieron encontrarlo en 2014 John y Patrick Hemingway, los dos nietos de un hombre que mezcló el impecable inglés de sus escritos con los vapores del trópico y el chapurreado español de los pescadores con quienes compartió su tiempo en esta Isla.
Para Patrick esta es su quinta visita al país, pero John por primera vez ha sentido el cariño de los cubanos hacia Hemingway, quizás por esa emoción responde siempre primero en esta conversación con OnCuba que tuvo lugar en el lobby del Hotel Ambos Mundos: “En realidad no hemos podido recorrer la ciudad en toda su magnitud -me dice- porque hemos estado de un lado a otro participando de muchas actividades, pero en todos los lugares visitados hemos notado cuánto admira y quiere todavía la gente a nuestro abuelo”.
¿Cómo ha sido la experiencia de visitar todos esos lugares que guardan la huella de Hemingway en Cuba y cuál la reacción de las personas?
Patrick: “Siempre supimos que en los sitios más tradicionales para él como Finca Vigía, el Floridita, la Bodeguita del Medio y en este propio hotel donde mi abuelo pasó parte de su vida, la gente nos recibiría como sus nietos y se alegrarían por eso, pero lo que nos ha impresionado muchísimo es ver cómo en el resto de los lugares de esta ciudad, muchos de los cuales él ni siquiera frecuentaba, las personas nos han recibido de la misma forma.
“Nos tratan como celebridades y nos sentimos muy bien con eso”.
¿Cuánto ha enriquecido este viaje el recuerdo que tenían de su abuelo?
Patrick: “Anteriormente hemos estado en otros países como Francia, Italia, España…donde él también dejó su rastro, pero esta visita nos ayudó a completar la imagen que teníamos de su vida, de las cosas que hizo, del cariño que fue despertando”.
Después de cinco días de intensas jornadas en el Club Náutico Internacional Hemingway, la Finca-Museo Vigía y el Centro de Investigaciones Marinas de la Universidad de La Habana, Patrick comenta sus impresiones sobre algunas de esas actividades: “Cuando navegamos hacia al poblado costero de Cojímar -recreado en su libro El viejo y el mar- pensamos que sería una estancia corta, acompañada tal vez de algún almuerzo, pero lo cierto es cuando desembarcamos allí nos estaban esperando 20 pescadores con su flota de botes así como otras 300 personas que nos dieron un recibimiento muy cálido. Otro momento que nos emocionó mucho fue cuando tocamos con nuestras propias manos su medalla del Premio Nobel traída especialmente desde el Santuario de la Caridad del Cobre en Santiago de Cuba para este 60 aniversario del galardón. Esa sensación que tuvimos al tenerla en nuestras manos es indescriptible”.
Sin dudas la figura de Hemingway representa un referente cultural tanto para Cuba como para Estados Unidos, ¿creen que esta visita sirva para tender un puente entre ambas naciones?
Patrick: “En mis cinco viajes a Cuba jamás he escuchado a nadie hablar en contra de Estados Unidos. A mi juicio -sin ánimo de caer en cuestiones de política- el problema en estos momentos radica en un grupo muy pequeño de cubanoamericanos que están allá y no quieren posibilitar ese tipo de relación, pero afortunadamente ya se están poniendo viejos y a la vez tengo muchas amistades jóvenes que quieren la reunificación y añoran ese necesario acercamiento entre los dos países. En estos tiempos el ambiente que se respira es a favor del cambio”.
John: “Esperamos que esta visita contribuya al menos un poquito a eso. Si con el trabajo que hemos venido haciendo lográramos abrir una puerta aunque fuese pequeñita entre los dos pueblos, podremos decir que este viaje ha sido un éxito”.
Y justamente como embajadores de esa reconciliación han llegado los nietos de Hemingway a La Habana, acompañados por un grupo de científicos miembros del Latin America Working Group Education de Washington y el Global Arte / Media de Nueva York, que abogan sobre todo a favor de un intercambio científico entre los dos países que permita proteger algunas especies marinas de la pesca y la contaminación.
Sobre los objetivos del proyecto y los resultados de este encuentro con los expertos cubanos John comenta:
“Hemos tenido una reunión muy fructífera con biólogos marinos tanto de la Universidad de La Habana como de la zona de Miramar y la idea es que todos los que acá han hecho una investigación profunda sobre especies migratorias como son los atunes, las agujas, e incluso los tiburones, se sumen al trabajo de este grupo internacional que estudia el área del Atlántico, puesto que en Cuba hay estudios muy serios en ese sentido y que favorecerán a toda la región. Creemos que esta visita generará importantes colaboraciones en el futuro.
“Si fuera posible también queremos donar equipamiento para hacer distintos tipos de monitoreo de los peces, los cuales permiten, por ejemplo, marcar un pez y obtener su ADN, y con esos datos que luego Cuba envía a un laboratorio en Miami se puede identificar cómo migró esa especie. Hay otro sistema que consideramos puede ser muy útil y es el marcaje satelital donde a través de un equipo colocado en el pez, se sabe exactamente hacia donde ese pez se movió, en qué lugar se encuentra, etc.”.
¿Qué instituciones cubanas se involucrarán con el proyecto?
John: “Primero el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, así como el Ministerio de Pesca y otros centros científicos del país, pero necesariamente este trabajo conjunto estará bajo el control del gobierno cubano porque hay algunas tarifas que Cuba debe pagar antes para incluirse en ese grupo internacional, así que dependerá entonces de la parte cubana la participación o no de sus científicos en el proyecto”.
Asombrados por la curiosidad que ha despertado en algunos medios cubanos el tema de si pudieron acceder o no a los diarios de pesca de su abuelo, bromea John: “deben ser muy interesantes porque todo el mundo nos hace la misma pregunta”, y luego aclara: “La investigación será hecha por científicos de acá que contribuirán con esos datos a la comunidad internacional, pero realmente los diarios no son una prioridad del proyecto. Ellos están a nuestro alcance porque Hemingway colaboró con una institución de Filadelfia durante los años 30 y 40 y los diarios están también en esos archivos, pero ya te digo, eso nunca estuvo entre los planes del viaje. La idea era visitar Vigía, el Yate Pilar, ver la medalla”.
Arrastrados por la propia leyenda y al calor de esta ciudad, John y Patrick homenajearon a Hemingway en el 60 aniversario de su Premio Nobel de Literatura y el 80 de la compra de su yate El Pilar, siguiendo la misma ruta del escritor en La Habana.
Después de 7 días de emotivos festejos se despiden del Hotel Ambos Mundos asegurando regresar al Torneo de la Aguja del próximo año, pues, sobre todo John, comparte con el viejo Hemingway la pasión por la pesca. De pie, camino a la puerta, le pregunto por la posibilidad de regresar a futuros homenajes y le arranco a John entonces esta última respuesta: “En el encuentro que tuvimos ayer en Finca Vigía un grupo de periodistas, escritores e intelectuales cubanos se nos acercaron para comentarnos que hay muchas obras de Hemingway que en Cuba nunca se han editado porque con la muerte de mi padre en 1987 esos derechos se quedaron del otro lado, así que una de las primeras cosas que haremos a nuestro regreso será hablar con nuestra familia para llegar a un acuerdo sobre esos derechos porque creemos que esa obra es importante también para el pueblo cubano y es parte también de su historia, porque todo lo que hizo Hemingway en vida también le pertenece a este país”.
Saludos, mi nombre Alfredo A. Ballester, autor de cinco libros incluyendo el publicado con el título Ernest Hemingway y los muchachos del barrio.
Cuando yo tenía la edad aproximadamente de 10 años estudiaba muy cerca de la finca Vigía y como todos los demás niños de la época entrábamos a robar mangos de dicha propiedad, hasta el día que fuimos sorprendidos por Hemingway ( incluso ese día me oriné en los pantalones, lo que destaco en mi obra) y a partir de ahí hicimos una amistad con el ” americano” sin saber nada de sus méritos como escritor, jamás nos habló de sus obras literarias, sí de sus cacerías y pesquerías.
Escribí esta obra basado en que si Gary Cooper y Errol Flyn tenían que pedir una cita para verse con Hemingway y nosotros solo abrir el portón de su finca pues es lógico que el mundo conozca esta parte del célebre personaje.
Qué no se ha escrito de Hemingway? Pero que uno de aquellos niños narre detalles con Hemingway, creo que nadie lo ha escrito, solo han dicho que entrábamos a su finca porque él prometió que si algún día vivía en la finca Vigía sería ” el hogar de todos los muchachos del bario” y lo cumplió.
Nota : La fotografía del niño de la portada soy yo.
Atte.
Alfredo A. Ballester
Academia Historia de Cuba en el extranjero.