Hace algunas semanas que la publicación de un libro llamado Cuentos populares tártaros, de la editorial española Verbum, apareció en mis redes. Crecí leyendo una edición ajada de Cuentos populares rusos; encontrar un texto así en español ya tenía mi atención.
Reparar en el nombre de quien los adaptó y tradujo al español, Andrey Viarens, y constatar que es un espirituano graduado de Periodismo por la Universidad de La Habana, que estudia su doctorado en la Universidad Federal de Kazán, completó el interés. Lo convertí en preguntas que comparto con los lectores de OnCuba, respondidas por alguien para quien Andrey Viarens es mucho más que un seudónimo literario.
“Desde pequeño, tengo la filosofía de que cada persona debe encontrar su propio nombre, el nombre de su esencia. Es un ejercicio de reflexión que todo humano debe hacer sobre su propia existencia y el sentido de su vida. Javier Alberto Piloto Rodríguez es el nombre que me dieron mis padres, motivo suficiente para amarlo y aceptarlo, pero Andrey es el resultado de mi búsqueda, es el nombre de mi esencia”, nos cuenta.
De Javier Alberto, encontramos su página en Google Scholar, Research Gate y otras plataformas científicas, repletas de textos académicos sobre análisis del discurso. De Andrey, encontramos su canal de Youtube y un blog donde comparte su pasión por la literatura y la filosofía que la orienta.
“Mi formación como escritor se la debo a mucha gente, desde mis profesores de literatura hasta otras tantas personas con las que he conversado. La forma que tenemos los cubanos de ver y contar la vida es de por sí literatura viva”.
Comenta que una pregunta habitual que le hacen en Rusia es de dónde proviene. “La respuesta más sencilla e intensa es Cuba, pero cuando la ocasión me lo permite, me gusta responder: ‘Vengo del otro lado del mundo, del centro de un continente que tiene un mar y en medio del mar, una isla, en medio de la isla, un valle y en medio del valle un río, una loma y un pueblecito. De allí vengo yo. Zaza del Medio, en Sancti Spíritus, es mi patria chica. Sentarme, papel o libro en mano, contemplando el verdor de la loma, lo tomo como el inicio de mi temprano interés por la literatura y la escritura”.
Para Andrey, no todo lo que escribe pretende ser leído por otros. “Mi primer libro, una aventura de ciencia ficción, lo terminé a los 17 años y lo escribí solo para mí. Quería saber cómo se sentía. Todavía recuerdo el goce que experimenté con cada página. El segundo libro, una novela romántica, lo terminé a los 18 años (2008). Serían unas 145 mil palabras. Si el primer libro fue un resumen de mi infancia, el segundo lo fue de mi adolescencia. Ninguno de los dos los he publicado, ni tengo la intención de hacerlo. Ambos son como esos recuerdos de nuestras vidas que deseamos quedárnoslos solo para nosotros. Cuentos populares tártaros es mi trabajo terminado más reciente y el que tuvo la suerte de publicarse primero, gracias a la editorial española Verbum, dirigida, a propósito, por el escritor hispanocubano Luis Rafael Hernández”.
Has escrito en tu blog que llegaste a Rusia en 2016 y sigues allá “como esa corazonada de pequeño que me decía que así debía ser. Y así ha sido”. ¿Qué te unía a Rusia, antes de ese momento?
Uno de los primeros relatos épicos que recuerdo de mi infancia temprana es la historia contada por mis padres acerca de ‘un enorme país que un día desapareció’. Desde entonces, se despertaron en mí el ser político, otra de mis grandes pasiones, y el ser literario, por la forma en que como niño supe de la extinción de la Unión Soviética. Así, con ese modo sutil de contarme una historia muy extensa y complicada, tuve suficiente para interesarme por este país. Mis primeras lecturas fueron con libros como Cuentos rusos y otros tantos de las editoriales Ráduga, Progreso y Mir, con excelentes traducciones al español. Leía todo lo que me caía a la mano.
Sentí desde ese momento mucha admiración por la herencia cultural de Rusia y todos los demás países y grupos nacionales que conformaban la URSS. Llegado ya a la secundaria, todo el que me rodeaba sabía de este romance mío, no lo pude ocultar nunca. En el IPVCE comencé a estudiar el idioma, pero no fue hasta la universidad que lo llegué a hablar con algo de soltura. Ya en aquel entonces participaba de forma activa en las actividades de la comunidad rusa de La Habana.
Has escrito, por ejemplo, lo difícil que es tener tu biblioteca lejos… ¿Cómo valoras el proceso de estudiar un posgrado fuera del país donde naciste (en uno con un idioma diferente, además)?
El idioma ruso es muy difícil. Esto se debe no solo a una gramática muy distinta a la del español, sino a la propia mentalidad de sus nativos. Ese es el gran reto y el gran beneficio. Vivir todos estos años aquí, en la Rusia de la calle y en la de la academia, me ha permitido ampliar el espectro con el que observo y pienso al mundo. Han sido tan útiles los días enteros de excursión en los bosques con mis amistades, como las clases de Filosofía en la facultad. Esta experiencia me ha hecho más fuerte.
En lo que respecta a mi biblioteca, solo puedo decir que es una agonía. Por cuestiones de equipaje no puedo traer muchos ejemplares conmigo, por eso leer en español aquí se reduce a los libros en formato digital, cosa que no me gusta mucho. Para mí, la mejor forma de leer es estar acostado en una cama oliendo el papel cada vez que paso una página.
Cuentos populares tártaros fue publicado por una editorial española y traducido por un cubano, desde Rusia. ¿Crees que esa mezcla aporta alguna perspectiva sobre las historias que seleccionaste y adaptaste al español?
Este libro tiene toda una intencionalidad. No es para nada ingenuo. Antes de hablarte de sus historias, tengo que explicarte que no es otro Cuentos rusos, no, de eso ya hay. Rusia es un país multiétnico y multinacional. He tenido la suerte de vivir todos estos años en Tatarstán, una de sus repúblicas autónomas. Aquí he podido ver cómo conviven pueblos y lenguas del todo distintos. ¡No tenemos de eso en Cuba! Las enseñanzas de estas relaciones de paz y conflictos, gestadas durante siglos, es un conocimiento que sienta la necesidad de transmitir. De ahí ha nacido este primer libro. También trabajo en otros que mostrarán distintas facetas de la Rusia que he vivido.
A su vez, ¿qué aportan esas historias a los lectores hispanohablantes?
Para Cuentos populares tártaros hice una encuesta y luego me di a la tarea de traducir y adaptar estas historias al español, de tal forma que el público hispano las entendiera y que, a su vez, le resultaran útiles y vieran a través de los ojos con que los tártaros ven el mundo. Esperemos que el experimento dé resultado. En Occidente se nos suele transmitir una mirada sesgada y estereotipada de lo que hay en Oriente. Kazán, como esa capital a medio camino entre dos civilizaciones, es la oportunidad perfecta para mostrarle al lector hispano lo que no le cuentan en los grandes medios.
Tienes una formación en Periodismo, Filosofía… ¿qué crees que te aporta como autor literario? ¿Cómo defines la relación entre la academia y la literatura?
La idea de dedicarme a la literatura de manera más profesional no nació de inmediato y mucho menos de forma aislada. Antes y durante esta aspiración he tenido otras tantas. La ciencia, la filosofía y la politología han sido y son pasiones a las que también les dedico mucho tiempo. Ellas, como la literatura, son un lenguaje para hacer y para pensar.
La carrera de Periodismo en La Habana me dotó de herramientas para ejercer de manera activa un pensamiento crítico, que me ha ayudado a canalizar estos lenguajes. La facultad de Filosofía de Kazán me permitió ponerlos en práctica. La literatura me estimula a pensar y hacer. La academia me permite escribir y hacer mejor.
¿Cuál ha sido tu relación con el mundo editorial de la Isla?
En 2008 comencé mi proyecto literario más ambicioso. Se trata de una serie de novelas de aventura de fantasía épica. Desde entonces, me he dedicado por completo a ello. Mi sueño sería verlos publicados en Cuba, aunque sé que este es un género al cual no se le presta mucha atención en la Isla. Por ello, solo queda la opción de enviar mis libros a concursos internacionales y editoriales de otras naciones hispanohablantes.
Felicito al periodista Alberto Javier, el cual siempre desde primaria fue un estudioso de excelentes cualidades en este género y por el cual siento una entrañable amistad.