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En diciembre de 1946, el Hotel Nacional de Cuba fue escenario de una reunión histórica entre los principales jefes de la mafia estadounidense e italiana. Ese es el eje sobre el que gira la trama de Habana Nostra (Editorial Traveler, 2024), ópera prima literaria del cineasta y guionista Pavel Giroud.
La arquitectura narrativa de la novela se construye a partir de este encuentro —considerado el más relevante del crimen organizado desde la conferencia de Atlantic City en 1929—, ya explorado en ensayos con enfoque historiográfico, como los de Thomas J. English y Enrique Cirules. Giroud retoma el tema desde la ficción, pero sobre una base documental sólida, fruto de una investigación exhaustiva.
En el cónclave se dieron cita figuras tan célebres como Charles “Lucky” Luciano, Meyer Lansky, Albert Anastasia, Vito Genovese, Santos Trafficante y Frank Costello. Incluso se hizo llegar un saludo de Al Capone a los asistentes.
El autor ya había abordado el mundo del crimen organizado en su filme Omertá (2008), centrado en un exguardaespaldas de un capo en La Habana de los años 50. Ahora vuelve al tema, desde la literatura, para recrear ese ambiente y sus sórdidas interioridades en una historia bien contada.
Aunque se trata de un material de ficción —es preciso resaltarlo— la historia tiene soporte en los hechos; este es uno de los elementos que le conceden más valor al texto. En otras palabras: la trama se desarrolla en medio de un escenario investigado acuciosa y exhaustivamente por Giroud.
El libro, finalista en 2022 del prestigioso Premio Internacional de Novela Azorín —uno de los más importantes de España— organizado por el poderoso Grupo Planeta y recién presentado en noviembre pasado en Madrid y acto seguido en Miami, describe las interioridades de dicha reunión, mezclándolas con las peripecias de la política nacional.
La presencia de Salvatore Lucania, alias Charly “Lucky” Luciano, como líder —aunque la organización corrió a cuenta de Meyer Lansky—, le dio una gran connotación debido a la vigilancia que sobre ese personaje mantuvo siempre el FBI. Luciano tenía prohibida su estancia en Estados Unidos y La Habana era lo más cercano a lo que podía aspirar. La cita se gestó bajo el pretexto de honrar al gran cantante Frank Sinatra, —La Voz—, muy vinculado como se conoce al ambiente del crimen organizado y quien también asistió.
La novela alterna entre distintos momentos temporales para trazar los perfiles de los capos, sus alianzas y traiciones, en un ecosistema regido por la codicia. La intersección entre mafia y política en la Cuba de Grau San Martín, Prío Socarrás y Batista es uno de sus mayores atractivos. Empresarios, jueces, periodistas, damas de compañía y funcionarios estadounidenses completan el retrato de una Habana nocturna dominada por el crimen organizado.
La trama gana interés a medida que se avanza en la lectura y el autor articula los entresijos de la reunión con la política nacional insular de mediados de los cuarenta y los cincuenta, lo cual le concede un atractivo adicional.
El nivel de información histórica que se desliza en el libro, como ya adelanté, es uno de sus grandes motivos de enganche. Figuras de relieve como Ramón Grau San Martín, Carlos Prío Socarrás, Fulgencio Batista, entre otros, y funcionarios gubernamentales estadounidenses muy influyentes en su momento, también discurren en la trama, así como jueces, damas de compañía, mafiosos de menor cuantía, empresarios, periodistas y otros personajes que se mueven en pos de las sustanciosas ganancias que generaba el crimen organizado en la operación y explotación de cabarets, casinos de juego, hipódromos, cinódromos, hoteles, prostíbulos y otros lugares de una Habana nocturna muy entregada a esos menesteres.
Giroud alude también, con sutileza, al concepto de “Estado Delincuencial” propuesto por Enrique Cirules, que describe la connivencia entre mafiosos y gobernantes, consolidada en la alianza entre Lansky y Batista. En Habana Nostra, esa simbiosis aparece como un factor que llegó incluso a influir en el curso político del país.
En el orden literario, la relación personal y de negocios entre Lansky y Luciano es uno de los ejes principales mejores logrados en los que se mueve la novela. La caracterización de ambos personajes y de su ambivalente amistad es de lo mejor del texto. No hay simplificación ni fetichismo en esos trazos, más bien la intención de convertirlos en figuras atendibles y con vida propia dentro de una obra literaria.

De igual manera ocurre con otros personajes de la trama, como la estadounidense Beverly Paterno, quien se convierte en dama de compañía de Luciano (hoy se le podría denominar una socialite), en medio de una sutil trampa que le tiende Lansky a su viejo compinche para sacarlo de juego y devolverlo a Italia.

Para Lansky, la deportación del “Capo de todos los Capos” era condición imprescindible para mantener su hegemonía en La Habana y no afectar las estrechas relaciones con los políticos locales, en las que basaba la seguridad de sus pingues ganancias; también para quitarse de encima la ojeriza del FBI. De alguna manera, en esa determinación de sacar de la isla al capo coincidieron los intereses de Lansky y los investigadores policiales.
Lejos de glorificar a los mafiosos, Giroud retrata su humanidad contradictoria: hombres que amaban y soñaban, pero que no dudaban en traicionar para conservar el poder.
La prosa es rápida, quizás demasiado —única objeción—, por lo que, a diferencia de muchos libros en los que uno señala el exceso de páginas, en este uno desearía un poco más de sustancia, pues la historia lo amerita o exige. No se aprecian en ella los chirridos del aprendizaje o los errores de impericia (Leonardo Padura dixit) que ocasionan con frecuencia las obras de debutantes.
De manera particular subrayo la calidad de los diálogos, verosímiles y limpios. Con pulso firme, un inteligente sentido del humor e ironía y una fluida articulación de subtramas y capítulos, la novela se abre a la lectura gustosa, amena y disfrutable. Como se suele decir: se lee de una sentada.

El volumen incluye también un cuadernillo con trece fotografías que ilustran espacios y personajes reales, reforzando el anclaje histórico de la ficción.
Con este debut, Giroud confirma su talento como narrador. Su formación como guionista se percibe, pero aquí se transforma en una voz literaria sólida: una excelente noticia para la narrativa cubana contemporánea.
El autor firmará ejemplares en la próxima Feria del Libro de Madrid, a celebrarse entre el 30 de mayo y el 15 de junio.