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La Feria Internacional del Libro de La Habana terminará este domingo su 33 edición. La presente entrega se ha distinguido por la marcada voluntad de sus organizadores de no privar al público cubano de uno de sus eventos favoritos. No solo en busca de literatura la población llega de manera masiva hasta La Cabaña y el resto de las subsedes, que este año son casi una veintena por toda la ciudad. Arte, historia y gastronomía son otras de las atracciones del evento.
La Cámara Cubana del Libro es la entidad que convoca, organiza y dirige La Feria Internacional del Libro de La Habana y su posterior recorrido por el resto del país.
Como parte del Instituto Cubano del Libro, este centro es el encargado de otras importantes funciones dentro de la industria de la literatura en la isla, como la representación internacional de las editoriales cubanas y la promoción del comercio del libro.
Su directora, Iyaimi Palomares Mederos, hizo una pausa en el ajetreo que le impone el evento, para conversar con OnCuba sobre lo que ha sido llevar adelante un programa tan ambicioso que parecía un imposible en los días que vive el país.
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¿Cómo ha sido posible una Feria del Libro con estas dimensiones en el contexto cubano actual?
Realmente ha sido complicado. La situación es compleja, todo el mundo lo sabe, la comparte y la vive, pero el propósito siempre ha sido tratar de hacer la mejor feria posible en nuestras circunstancias. Creo que la población también se ha percatado de eso, además de que se les ha explicado.
Hay libros, que es el propósito más importante. Tenemos la gran carpa, como todos los años. Hay una fuerte presencia de editoriales cubanas, y novedades que nos enorgullecen, como la Biblioteca del Pueblo en formato digital y en formato impreso. También el gran orgullo y la gran alegría es este stand del Sistema de Ediciones Territoriales (SET), renovado y con nuevos propósitos. Queremos que se resalte más la presencia de la literatura que se está produciendo en las provincias de Cuba.
No podemos esperar una feria con las dimensiones y variedad de años anteriores, pero de todas formas creo que lo hemos logrado, que es lo más importante.
¿Qué particularidades ha tenido la presencia internacional este año en el evento?
La presencia internacional este año es poco visible. Ha sido menor no solo en cuanto a lo literario, sino también en cuanto al resto de las ofertas que el público siempre espera en las ferias.
Tiene que ver con el momento que estamos viviendo y con que no todos han tenido la posibilidad de venir básicamente por cuestiones económicas. No tenemos la misma cantidad de expositores que en años anteriores, pero sí hay, y sobre todo muchas embajadas están mostrando la literatura y la cultura de sus países. Ejemplos son Vietnam, Tanzania, Bolivia, Rusia. Creo que también es loable y además el público aprende, pregunta, disfruta; eso también nos enorgullece porque creemos que es importante.
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¿Cuál ha sido la respuesta de los escritores cubanos a la feria?
Si hay algo que está en abundancia en esta feria es el programa literario. Tenemos más de dos mil actividades, no sólo aquí en La Cabaña, sino en las 18 subsedes, en las que hemos tenido mucho público, incluso lo estamos llevando como estadística, porque nos parece muy interesante la buena respuesta.
Nos ha llamado la atención que ha habido mayor presencia de público en las presentaciones que en años anteriores y creo que los escritores lo están percibiendo como algo positivo.
También han venido muchos autores de provincia. El 25 aniversario del SET ha hecho que cada provincia traiga una representación importante de sus escritores. La sala de presentación ha estado llena todo el tiempo, con actividades y con mucho público.
¿Cuál crees que es el logro fundamental de esta edición?
Hacerla, creo que eso ha sido lo mejor. Había mucha expectativa negativa, y sí se pudo. Estamos en la recta final y ese ha sido el gran logro, hacer la feria y que el público se sienta bien, que asista, así que estamos muy contentos con eso.
¿Cuál ha sido la mayor insatisfacción?
Hubiéramos querido tener más libros. Realmente ya hace varios años que no tenemos la misma cantidad de libros impresos que teníamos tradicionalmente, pero eso es consecuencia no solo de la situación en Cuba. En el mundo entero el precio del papel y las condiciones de las impresiones masivas también ha cambiado, es diferente a hace unos 5 o 10 años atrás. Nosotros seguimos apegados a lo que significa el libro impreso, tanto los lectores como los escritores.
Pero sí ha habido una voluntad de ponerle recursos a la impresión de libros. Un ejemplo de ello son los 70 títulos diferentes de la Biblioteca del Pueblo, quizás no en la cantidad y masividad de años anteriores, algo que no nos deja totalmente satisfechos, pero se ha hecho un esfuerzo. Hay libros impresos.
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Los precios son siempre un tema de debate, y este año es mucho más visible el contraste entre los precios de las editoriales estatales y el resto de las ofertas. ¿Cómo lo han manejado?
Siempre hay una gran diferencia entre los expositores nacionales y los extranjeros. El foráneo viene con una concepción de oferta-demanda, es decir, ellos por lo general traen productos y libros que aquí no tenemos y están conscientes de que hay una avidez por estos productos. Lógicamente, el precio que tienen no es subsidiado, es decir, son expositores que vienen y que responden a intereses económicos y comerciales, aunque también de apego a Cuba.
Hay que reconocer que estos expositores llevan muchos años acompañándonos. Conocen nuestras dificultades y características, pero lógicamente no vienen a perder, eso hay que tenerlo claro.
Y por otro lado están los expositores nacionales, que sí es algo absolutamente subsidiado por el Estado cubano, es decir, el precio del libro cubano es mucho más noble que cualquier otro producto, y eso también nos enorgullece. Estamos conscientes de que también esa es una de las causas de por qué hay tanta dificultad para tener el libro impreso, porque hay una distancia entre lo que cuesta producir ese libro y lo que después se le ofrece como precio de venta al público.
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La Feria del Libro ha sido uno de los eventos pioneros en incorporar la presencia de otro tipo de opciones asociadas al sector privado y el emprendimiento en áreas no específicamente literarias. ¿Cómo ha sido este año esa presencia?
En este caso casi siempre está presente la gastronomía, porque es también una necesidad. Se sabe que a la Feria del Libro no se viene solo a comprar libros, [la gente] viene a pasear, a disfrutarla en toda su dimensión, aprovecha el lugar ,que es una belleza. Por lo general vienen en grupos de familia o amigos y la gastronomía juega el papel de facilitar la presencia y el bienestar del público.
Este año también hemos incursionado en las formas no estatales como expositores, con venta de artículos asociados al conocimiento. Es la primera vez que lo hacemos y parece que va a dar buen resultado. Hasta el momento hay buena opinión sobre estas ofertas.
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Más allá de ese esfuerzo que se hace para el evento, ¿cómo el Instituto Cubano del Libro y la Cámara Cubana del Libro manejan hoy la producción literaria el resto del año?
Es un sueño, siempre lo hemos querido hacer. Es una aspiración y no renunciamos a la idea de que durante todo el año haya producción de libros. Te estaba hablando del Sistema de Ediciones Territoriales, y ahora mismo les hemos entregado un grupo de insumos para que mantengan su producción, que en mayor parte son endógenas, es decir, las hacen con sus propias máquinas, impresoras que no son de gran alcance pero que salvan producciones de hasta 500 ejemplares. Esa producción queremos que se mantenga durante todo el año, igual que queremos ir poco a poco elevando [las tiradas] de libro, lo que implica un esfuerzo económico y de recursos que tiene que poner el Estado cubano y que ahora mismo cada vez es más difícil.
En el contexto de disminución de la lectura física a nivel mundial, ¿en qué punto está la apuesta por el libro digital en Cuba?
Nosotros estamos apostando mucho también por el entorno digital. Hay una amplia producción de audiolibros ahora mismo. La editorial Gente Nueva tiene más de 100 títulos en audiolibros, por ejemplo.
Las propias editoriales del Sistema de Ediciones Territoriales no habían incursionado, pero ya este año se han sumado masivamente. Casi todas las editoriales nacionales también. Ese es un tipo de lectura y de lector que nosotros tenemos que acabar de conquistar.
No es solo que las personas sepan que existe el libro digital, es que sepan cómo comprarlo y eso nos toca a nosotros promoverlo más, enseñar, generar materiales que sean didácticos y que acompañen a las personas, porque ya hay varias plataformas de venta de libros digitales en Cuba, con alcance nacional e internacional. Tenemos las plataformas de pago digital, Transfermóvil y EnZona, sin embargo, el lector cubano no conoce.
En el mundo entero se consumen los dos tipos de libros, el físico y el digital, incluso un mismo lector los puede consumir indistintamente, el problema es decirle al público cubano cómo comprarlo, dónde está, qué pasos tiene que dar para hacerlo; es una asignatura pendiente que tenemos nosotros.
¿Qué se está haciendo entonces para promover el alcance del libro digital?
Hay un programa para el desarrollo del libro digital en Cuba. La locomotora es la Editorial Cubaliteraria, y aquí mismo ellos llevan varios años con el Proyecto Cuba Digital, y sí hay un propósito.
La primera capacitación la tienen que pasar las propias editoriales, porque hacemos el libro digital y después que está terminado, se acabó, y no solo lo tienes que terminar, tienes que colocarlo en plataforma, tienes que difundirlo, promocionarlo.
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Ahora mismo la feria ha sido apuesta grande, con un costo grande también, pero es muchísimo también el público que asiste. En términos económicos, ¿es rentable realizar la feria del libro ahora mismo?
No. Quizás piensen que como hay tanto público es rentable, pero no. La entrada tiene el mismo precio desde hace más de cuatro años, y 15 pesos cubanos no es representativo, por más población que entre.
Esto es un evento absolutamente subsidiado por el Estado cubano, con un interés básico y marcado de que se siga desarrollando, porque es una fiesta, porque todo el mundo lo espera, y porque dice de nosotros, para nosotros mismos desde dentro de Cuba y para el mundo, de quiénes somos y qué estamos haciendo por la cultura, por la lectura y por la educación.
¿No sería una idea inteligente, sin abandonar esos conceptos, buscar alguna manera en que se pudiera generar rentabilidad?
Lo más importante es hacerlo. Buscar fórmulas que ayuden en lo económico, eso también tendríamos que revisarlo, pero lo más importante es que se haga, así que aquí estamos.