A la Feria del Libro de La Habana la gente va a comprar… libros. Es lo que se esperaría; pero también hay quien va a pasear, a caminar La Cabaña o a un picnic sobre la yerba de la edificación militar más grande que España construyó en América.
Naturalmente, lo que ya se ha hecho costumbre en la ciudad, no fue diferente en la Cabaña: Decenas de bocinas portátiles.
Es una escena que ya se ve con frecuencia en las calles cubanas. A la entrada de la Feria, un supervisor indicaba que bajaran el volumen de los aparatos. Pero adentro, la música volvía a sonar a muchos decibles, desde las mochilas o en el centro de un grupo de amigos, que amplificaron la música de su preferencia.
Lo mismo con estos dispositivos que con celulares emitiendo música, cada vez se convive con más dificultad. Un evento dedicado a la lectura ha resultado ser muy poco silencioso.