El legado del escritor cubano Severo Sarduy llegó este lunes a la Caja de las Letras del Instituto Cervantes en Madrid, donde desde hoy se guarda su máquina de escribir y un catálogo de una exposición suya en el centro.
El acto de homenaje, celebrado aprovechando la semana del Orgullo LGBT, tuvo lugar en el sótano de la sede madrileña, donde se encuentra la cámara que antes sirvió como caja fuerte de un banco español y en la que desde 2007 se guardan retazos de la vida personal y profesional de decena de artistas hispanoblantes.
El director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, definió a Sarduy (Camagüey, 1937 – París, 1993) como un “meditador de la escritura” que siempre se interesó por géneros, culturas y referencias propias y “heredadas”, un autor que “indagaba en todo, pero mantenía su condición de cubano”.
Barroco y cubanía
Sus “indagaciones”, dijo García Montero, “se movieron entre el barroco cubano de Lezama Lima” o “el psicoanálisis de Lacan”, pero “también en las identidades culturales heredadas de Asia y África y siempre Cuba, siempre la reflexión sobre el orgullo de su diferencia, su diversidad, de su condición homosexual”.
“La relación de la escritura y el cuerpo fue decisiva en la obra de Severo Sarduy, ensayista, novelista, poeta, editor, desde que empezó a escribir en Cuba y sobre todo después de fijar su residencia en París en 1960”, explicó el español, quien precisó que éste “escribía y daba testimonio de la escritura y reflexionaba sobre las palabras”.
Por su lado, Gustavo Guerrero, editor y albacea de Sarduy, destacó varios aspectos de la obra del artista, entre ellas “el amor a la lengua española”, que era tan grande que alguna vez llegó a decir que “su libro favorito era el Diccionario de la Lengua Española”.
“Jugando con las palabras encontraba significados, sonidos y resonancias que no hubiera encontrado de otra manera y la lengua fue para el uno de los centros de su actividad durante muchísimos años, vivió en Francia durante prácticamente 30 años y nunca dejó de escribir en español”, apuntó.
Un adelantado de nuestro tiempo
Según Guerrero, este amor hacia la lengua “fue una fidelidad hacia sí mismo, sus propios orígenes y la cultura de la que procedía”, un poeta que no “fue tradicional ni tradicionalista” sino que trabajó la “lengua española integrando elementos del pasado para entender cuál podía ser la novedad, la innovación, lo que él podía aportar de nuevo al idioma”.
Guerrero también subrayó de Sarduy que fue un hombre “atento al tiempo que estaba viendo” y que también “anticipó el tiempo que vivimos hoy”. “Nadie escribía en los años setenta y ochenta sobre los tatuajes, y sobre la importancia que el tatuaje podría tener como modo de manifestarse a través del cuerpo”.
Otro aspecto destacado por Guerro fue “la cuestión del género”, pues, según subrayó, el cubano fue uno de los primeros en interesarse desde la lengua española en la realidad de los colectivos LGTB; al punto de que en el año 71 convierte a un travesti en su protagonista en Cobra. “La historia de la transformación de ese travesti como la narrativa principal de esa novela”, comentó.
En el acto también intervinieron el director general para la Igualdad Real y Efectiva de las personas LGBTI+, Julio del Valle de Íscar, y el subdirector de Relaciones Internacionales del Cervantes, Philippe Robertet, quienes hicieron una defensa de los derechos de este colectivo cuando, según subrayaron, están siendo “amenazados” por la ultraderecha y otros movimientos conservadores en España y en otros países del mundo.
“El Orgullo va también de lo que representa para muchos chicos y chicas que se sienten incomprendidos, despreciados y humillados por ser diferentes, descubrir que tienen mucho en común con genios de la talla de Miguel Ángel, Virginia Woolf, Federico García Lorca, Luis Cernuda o Juan Goytisolo (…) muchas gracias por hacer que cada año nuestra Caja de las Letras sea cada vez más diversa”, apostilló Robertet.
Efe/OnCuba.