El Ateneo de La Habana, segunda institución de su tipo creada en el país1, tuvo su velada inaugural el 4 de noviembre de 1902, recién estrenada la República, como una sociedad independiente para la promoción del arte, las letras y las ciencias.
Se inspiraba en instituciones europeas de su tipo, y recogía la tradición, preocupaciones y pujanzas de las asociaciones gremiales y por el origen de sus miembros, emigrantes casi todos de España, que le precedieron.
Entre 1902 y 1914 el AH desplegó una fructífera actividad, que tuvo un declive notable entre 1914 y 1939. En 1940 asume la presidencia de la institución José María Chacón y Calvo (La Habana 1892-1969), prolífico ensayista, a quien se recuerda, entre otras obras, por Gertrudis Gómez de Avellaneda, las influencias castellanas (1914), Las cien mejores poesías cubanas (1922) y El padre Varela y su apostolado (1953).
Durante el período republicano estuvieron directamente vinculados con el Ateneo de La Habana, en distintos cargos, intelectuales, científicos y artistas tan relevantes como Enrique José Varona, Diego Vicente Tejera, Guillermo Tomás, José Elías Entralgo, Gustavo Sánchez Galarraga y Carlos de la Torre2.
El Ateneo de La Habana se disuelve en 1972 por decreto de la Academia de Ciencias de Cuba, presidida entonces por Antonio Núñez Jiménez3, y su patrimonio social es cedido al Instituto de Literatura y Lingüística.
En julio de 2016 Eusebio Leal, Historiador de La Habana, lo refunda en su segunda época, ahora en un edificio del siglo XIX, cito en Prado 121, esquina a Refugio. En la ocasión fue designado como director el dramaturgo, poeta y narrador Antón Arrufat, quien ocupó el cargo hasta 2023, fecha de su fallecimiento.
En entrevista concedida a IPS4, Arrufat recordó haber asistido a actividades del Ateneo en la era republicana; en particular exaltaba la serie de conferencias de 1941 titulada Los poetas de ayer vistos por los poetas de hoy. En ese evento Lezama Lima disertó sobre Julián del Casal, mientras que Virgilio Piñera lo hizo sobre Gertrudis Gómez de Avellaneda.
En junio de 2024 Miguel Abreu, director de Ludi Teatro, se pone al frente de esa institución. El AH pertenece a la Empresa de Gestión de Patrimonio de la Oficina del Historiador de La Habana, misma que le ofreció al teatrista un contrato de asociación económica.
Buscamos y encontramos a Miguel Abreu para que nos cuente sobre sus planes con la renovada institución.
¿Al asumir la dirección del AH cesan tus funciones al frente Ludi Teatro?
Para nada. Alterno ambas responsabilidades.
¿Qué caracterizó la etapa en que el Ateneo fue dirigido por Antón Arrufat?
Tengo entendido que se dieron algunas actividades. En 2020 irrumpió la pandemia y quedó cerrado. Luego, Antón muere, con lo que definitivamente quedó en el olvido como espacio cultural de gran importancia en nuestra historia.
¿Cuáles son los vínculos de Ludi Teatro con el Ateneo?
Ludi Teatro es la plataforma que nos ha dado experiencia y algunas herramientas para poder tomar riesgos como la conducción del AH. El Ateneo lo dirigimos las mismas personas que dirigimos Ludi Teatro, y una buena parte de los que colaboran con nosotros pertenecen al grupo.
Es una aventura para todos, pues enfrentamos retos nuevos, aprendizajes imprescindibles para intentar que sea sostenible.
¿En qué estado se encuentra la edificación? ¿Qué piensan hacer para devolverle su antiguo esplendor?
La edificación no está en un estado deplorable, aunque sí muy afectada por la humedad. Es el mayor problema que enfrentamos, la humedad en las paredes, interna y externamente. Hemos hecho reparaciones, pero no se ha podido resolver. También hay mucho comején, que ha deteriorado algunas ventanas y sillas.
Asumir el AH es un atrevimiento enorme. Nuestra intención es devolverle a la ciudad un espacio cultural con historia, pero adecuado a la actualidad. Nos interesa la diversidad cultural, incluyente y de carácter social. No tiene sentido tratar de que se parezca a lo que fue, cuando los contextos son muy distintos y la estructura de funcionamiento original —asociación privada— es legalmente imposible en Cuba.
Vamos a trabajar para que este “nuevo” Ateneo de La Habana sea un espacio abierto a la vida y a la cultura de la capital que vivimos hoy, y que luzca un nuevo esplendor con los colores de estos años.
¿Pueden acudir a mecanismos de autogestión económica para hacerse, si no sustentables, al menos no tan costosos al erario público?
El AH es un emprendimiento, un proyecto de desarrollo local que autogestiona sus ingresos, por lo que se administra bajo las normas de esta forma de gestión no estatal. Es bastante complejo, ya que afrontamos numerosos riesgos, pero con deseos de aprender y hacer las cosas bien se puede lograr mucho.
¿Quiénes diseñan la programación del Ateneo?
La diseñamos un equipo de trabajo de forma independiente. Manejamos el concepto de espacio diverso, eso es inclusión total de todos los actores de la sociedad, ofreciendo protagonismo al arte en su más amplio sentido y al abanico de opciones que puede ofrecer la sociedad civil.
No tenemos preferencias por grupos etarios. Hemos realizado actividades para niños, jóvenes, adultos, ancianos… Como en su periodo más glorioso, el AH será un centro para la realización de eventos culturales, recreativos y de otra índole, con énfasis en la educación.
Entre las actividades y eventos ya bajo tu dirección, ¿cuáles consideras más significativas?
Es difícil elegir entre todo lo que hemos hecho en estos dos meses. Digamos que aún estamos arrancando, es un proceso más lento de lo que imaginamos, y muy complejo batallar con la burocracia. Lograr tener todo organizado a la perfección lleva meses de labor, paciencia y tenacidad. Como dije, hemos trabajado pensando en la diversidad cultural y todo lo que se presenta en el Ateneo no necesariamente tiene que estar dictado por mi gusto.
Pero si me pides elegir tres de los que más he disfrutado, estos son el conversatorio “Antonia Fernández, La jabá en dos tiempos”, a propósito de la vuelta de esta actriz y maestra a ese gran personaje, y su extraordinario trabajo en el más reciente estreno de Teatro el Público, Réquiem por Yarini. El otro evento que considero muy destacable por su impacto social, fue recibir a dos líderes de la escena teatral de Nueva York, miembros activos de la comunidad LGTBIQ+, Cedric Leyva y Pierre Jean González, que fueron el centro de la celebración del Pride Month, evento realizado en colaboración con la Embajada de los Estados Unidos en La Habana. Se puede decir que esta gran fiesta, donde además Ludi Teatro ofreció un concierto de nuestra música teatral, recolocó al AH en el mapa cultural de la ciudad después de muchos años cerrado y en el olvido.
El tercer evento me cuesta elegirlo, pues en tan poco tiempo han pasado cosas hermosas en el Ateneo, como el taller de artes visuales para niños que ofreció nuestro querido amigo Aluan Arguelles; o las clases de teatro para ancianos; o la exposición de artes visuales “La casa de letras”, apertura de nuestro momento al frente de la institución, para la que tuvimos la colaboración de artistas cercanos; o el extraordinario panel sobre la historia del Ateneo de La Habana, presentado por Reinaldo Montero, otro imprescindible en esta y la otra historia del Ateneo, siempre atento en mantener vivo a nuestro querido poeta y dramaturgo Antón Arrufat.
¿Cómo está conformado el público del Ateneo?
Estamos haciendo un enorme esfuerzo para que sea los más diverso posible. Sin embargo, los segmentos más activos son los jóvenes y los adultos, que son, además, los que más servicios consumen. Hasta ahora hemos enfocado nuestros esfuerzos comerciales en ese público.
Cabe subrayar que hemos realizado más actividades de aporte al desarrollo local, para niños, ancianos, estudiantes, actividades puramente culturales, que no tienen alcance comercial, pero que consideramos imprescindibles en el programa del AH, como la presentación de literatura joven cubana, el encuentro sobre fisiculturismo y el club de cine, entre otras.
La programación varía. Estamos aprendiendo sobre la marcha qué funciona y qué no, qué va a mantenernos a flote en términos económicos. También estamos estudiando qué actividades de aporte al desarrollo local tienen más impacto en nuestro entorno comunitario y qué planes podemos trazar a mediano plazo, pues aún queda mucho por invertir y hacer para el pleno funcionamiento del espacio.
Se van a mantener los eventos temático-recreativos, el cine club el último jueves de cada mes, y con el comienzo del curso escolar vamos a enfocar nuestras energías en crear sinergia con las escuelas más cercanas al espacio. Debido a la velocidad con la que funcionan las redes sociales, hemos optado por anunciar los eventos en la misma semana en que van a ocurrir, para que la información sea fresca y no sea suplantada por otras.
¿Crees en la suerte?
Un poco. Pero más creo en el trabajo, y en el empecinamiento en no dejar que nos venzan las dificultades.
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El primero fue el Ateneo de Matanzas (1874), y al de La Habana le sucedió el Ateneo de Santiago de Cuba (1914), y a éste, el de Cienfuegos (1922).
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Para la confección de esta nota se consultó el volumen “Entre la memoria y el olvido. Ateneo de La Habana (1902-1972)”, de la Dra. Malena Balboa Pereira. Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello, 2024.
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Resolución 621, de 5 de febrero de 1972.
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“Ateneo de La Habana, un espacio diferente para las artes”, 9 de octubre de 2018.