Hay que vivir el momento feliz
hay que gozar lo que puedas gozar
porque sacando la cuenta en total
la vida es un sueño y todo se va.
Fragmento de la canción “La vida es un sueño”, de Arsenio Rodríguez.
Arsenio Rodríguez nació un 30 de agosto de 1913 en Güira de Macurijes, un asentamiento rural perteneciente al actual municipio Pedro Betancourt, en Matanzas, a 104 kilómetros de la capital de Cuba. Allí vio los colores del mundo, el verdor de las llanuras, el paso de los trenes y los rostros que jamás volvería a ver. Quedaría ciego por un accidente doméstico, y así andaría hasta la muerte.
Pero para Arsenio esta limitación no fue impedimento. A golpe de perseverancia y con la ayuda de sus hermanos logró posicionarse con su música en lo más alto del gusto popular en las décadas de 1930, 1940 y principio de los 50.
En 1940 creó su propia agrupación, que nombró Arsenio Rodríguez y su Conjunto, formato de agrupación que él puso de moda gracias a sus dotes innatas como arreglista y compositor. El “conjunto” consistió en reunir en la misma orquesta un piano, tres trompetas y una tumbadora. Esta sería la nueva base del son montuno y perdura hasta hoy.
El instrumento que escogió Arsenio para mostrar su virtuosismo fue uno tan cubano como él: el tres, del que llegó a tener un dominio muy pocas veces visto. Cuentan algunos estudiosos que lograba que el tres estuviera por encima de los demás instrumentos en algunas interpretaciones. Dejaba de ser acompañante para convertirse en protagonista.
Cuando él hacía “hablar” a su tres, el pianista iniciaba una descarga que gustaba mucho entre los bailadores y músicos de la época. Esto marcó el derrotero de lo que años después se conocería como salsa. No por gusto los salseros de Nueva York, ciudad donde vivió y está sepultado Arsenio, lo conocen como “el abuelo de la salsa”.
Pero Arsenio Rodríguez es prácticamente desconocido en Cuba, aunque justamente a él se le deba parte de la sonoridad del mundialmente conocido género de la salsa. Movido por esta paradoja conversé con la joven periodista y documentalista Arlety Veunes Toro.
Ella es la tercera realizadora que se interesa por la vida del músico en Cuba. Su recorrido documental por la vida de Arsenio abarca testimonios de importantes figuras de la cultura nacional, como Pancho Amat, Adalberto Álvarez y José Luis Cortés, el historiador y cronista de la música cubana Rafael Lam, algunos miembros de la familia que Arsenio dejó en Cuba, y músicos del refundado, hace 26 años, Conjunto de Arsenio Rodríguez.
El documental fue la tesis de Licenciatura en Periodismo de Arlety, defendida en 2021, además de su ópera prima. Se titula “La vida es un sueño”, tiene una duración de aproximadamente 32 minutos y a través de entrevistas la autora nos va revelando una figura prominente del panorama musical de Cuba, cuyo legado trasciende nuestras fronteras y contribuyó a modificar los ritmos afrocaribeños. El audiovisual ganó dos premios en el Festival Internacional de Documentales “Santiago Álvarez in memoriam” (2024).
Arsenio fue precursor en el uso de instrumentos religiosos africanos en la música popular de Cuba y, gracias a su capacidad de innovar y experimentar, su obra sigue teniendo gran aceptación en América Latina y el Caribe.
Una feliz coincidencia: la autora, como Arsenio, nació en Güira de Macurijes. Pero dejemos que hable Arlety.
¿Qué representa para ti haber nacido en Güira de Macurijes?
Durante mi infancia, cuando uno no tiene consciencia del tamaño del mundo, yo creía que este era del tamaño de Güira. No sentí jamás la necesidad de ver otro lugar. Fui una niña bastante feliz, tuve una infancia muy sana, de juegos, con una familia muy bien estructurada y además conforme con la realidad que nos rodeaba.
Crecí sintiendo que Güira era el mundo y que estaba bien vivir allí; así fue mi infancia. No sentí que era “del campo” o “guajira”, como me decían cuando llegué aquí a La Habana: “¡ah, pero eres del campo, eres guajira!”. “¿Pero por qué guajira? Yo soy igual que tú, sólo que nací en un lugar diferente”. No comprendía por qué la etiqueta. Ahí fue que comencé a familiarizarme y a lidiar con una sensación de pena. A veces me preguntaban de qué parte de La Habana era y yo decía que era matancera. “¿De qué parte de Matanzas?.” Y me apenaba tener que decir el nombre de mi pueblo, que aparte de que es un nombre que nadie ha escuchado, es además largo, así que te puedes imaginar. “Güira de Macurijes”, decía; y la gente, extrañada, me cuestionaba: “¿cómo?”. “Ma-cu-ri-jes”, “¡Ah, entonces tú eres una guajira del campo!”. La gente te juzga y existe un prejuicio establecido si no eres de la ciudad, te miran distinto porque eres de pueblo.
A veces se piensa que tienes que ser de un modo determinado por haber nacido fuera de la capital, y no es así. Hay gente de La Habana que se siente guajiro y han nacido aquí, pero tienen una conexión con el campo. En mi caso, yo nunca me sentí guajira, no tenía esa conexión profunda con el campo. Pero luego de esa primera impresión, de sentir vergüenza porque pensarán que era una guajira, superé ese trance y comencé a entender que no había nada de malo en eso, que de hecho era diferente.
Un cambio de actitud me ayudó a superar ese trance. Hoy se ha vuelto obligatorio decir de dónde vengo, porque el lugar donde nacemos no se puede cambiar. Entonces, para mí, Güira de Macurijes fue un lugar donde pude crecer sanamente, donde no había esas diferencias tan marcadas que hay en las ciudades más grandes. Nadie se sentía pobre o rico.
Yo viví muy feliz; tenía lo necesario, y una familia. Ahora, en la distancia, puedo ver y puedo juzgarlo de otra manera: es un pueblo muy pequeño, atrasado, que ha olvidado su memoria. Por ejemplo, es el pueblo donde nació Arsenio Rodríguez y casi nadie sabe quién es él en profundidad, aunque tampoco tienen forma de saberlo; no hay una educación que les permita entenderlo.
¿Por qué crees que existe un desconocimiento tan grande de la figura de Arsenio Rodríguez en el propio pueblo donde nació y vivió sus primeros años, y en Cuba en general?
A Arsenio Rodríguez le pasa como a muchas grandes figuras de la cultura cubana y este quizás sea un fenómeno mundial. La memoria cultural de los pueblos cada vez está más abandonada, la gente no valora lo que tiene y esto se hace más difícil por el desconocimiento. Y creo que eso pasa en Güira de Macurijes: la gente no sabe quién es Arsenio Rodríguez, entonces por qué deberían darle importancia.
Te hablo desde mi ejemplo personal. Yo sabía que Arsenio Rodríguez era alguien importante, pero no sabía qué había hecho, desconocía la magnitud de su obra. Estando aquí en La Habana caí en la cuenta de quién verdaderamente había sido Arsenio Rodríguez. En Güira de Macurijes lo veía como una persona muy local; fuera de mi localidad no se hablaba de Arsenio Rodríguez, ni en la radio, ni en la televisión; no había exposiciones públicas sobre su figura y este desconocimiento no me permitía valorarlo realmente, porque su trascendencia social no me impactaba.
La memoria cultural y, sobre todo, la memoria musical, que es una de las cosas que más ha aportado Cuba al mundo, está bastante dañada y abandonada. Las propias instituciones culturales cubanas no han sabido manejar el valor educativo de ese patrimonio musical que tenemos.
Hace unas semanas, en una conferencia previa a la presentación del documental, salió a colación ese tema. Las escuelas de música en Cuba no enseñan la historia de la música cubana, ni los aportes que han hecho nuestros músicos al mundo. Es el caso de Arsenio Rodríguez, a quien llaman “el abuelo de la salsa”.
Si ni los músicos ya formados ni los estudiantes tienen conocimiento de nuestra historia musical, ¿qué puede quedar para el resto de la población?
Durante la presentación del documental en Fábrica de Arte Cubano en agosto de este año mencionaste que existe una fiesta anual en homenaje al nacimiento de Arsenio Rodríguez en Güira de Macurijes. ¿Cómo la recuerdas?
La fiesta era muy pueblerina; sucedía lo que pasa en cualquier carnaval de pueblo: música grabada, juegos para los niños. Lo disfrutábamos mucho, era un suceso espectacular.
¿Y Arsenio?
Arsenio era algo que prácticamente “interrumpía” la fiesta, porque de repente venía un grupo a tocar música desfasada, un ritmo que nos sonaba muy distante y, por lo tanto, se producía un rechazo.
Algunas veces iba el propio Conjunto Arsenio Rodríguez. Recuerdo que también fue Pancho Amat, iban figuras representativas del son nacional, pero no tenían el impacto esperado, no había un interés de la gente por atender a esa música.
Entonces esa parte de la fiesta era un suceso que venía a romper con la armonía festiva: “¡ay acuérdate, lo del músico!”. A veces iba la televisión, y eso era lo que causaba mayor expectación, las cámaras, etc.; era un suceso muy peculiar…
¿Crees que eso sigue sucediendo?
Creo que ahora la gente lo comienza a ver como algo más cotidiano, que ocurre todos los años. Pero no son capaces de disfrutar de lo que están viendo, porque no hay una educación. Yo misma, cuando durante el proceso de preparación de la tesis tuve que comenzar a escuchar la música de Arsenio Rodríguez —que nunca antes había escuchado en profundidad— sufrí un choque. No me adaptaba; me parecía tediosa y aburrida, tenía un ritmo muy lento. Pero a medida que continué fui cambiando de parecer, hasta que logré entender. Le cogí cariño y la pude disfrutar.
La reiteración es un proceso cultural. La cultura es algo que se vive constantemente. Hasta que no lo comprendí no pude entender la grandeza de Arsenio Rodríguez.
Durante el proceso de filmación entrevistaste a miembros de la familia que Arsenio Rodríguez dejó aquí en Cuba. ¿En qué condiciones los encontraste?
Bueno, primeramente debo decirte que me fue muy bien con ellos; no fue una entrevista difícil. Fue más complicado concretar la entrevista que hacerla. Me recibieron con mucho cariño. Fui directo a grabar, con dos cámaras. Llegué sin expectativas, sin ideas que me crearan un prejuicio. Descubrir, y no me asombró mucho, pero sí me causó un poco de tristeza, que viven en una casa bien pequeña, muy humilde y sencilla.
Son personas que conocen la importancia de su familia. Estaban la hija y la nieta de Arsenio, pero ellas no recibieron regalías de su abuelo, porque todo pertenecía a las disqueras. Aunque no me atrevo a opinar en profundidad, es notable que no pudieron vivir de esos recursos. Su vida es bastante modesta.
¿Por qué escogiste el género documental para defender tu tesis de licenciatura?
Cuando comencé en la carrera tuve que aprender a editar, porque no había quien lo hiciera. Cuando fui consciente de lo que se puede lograr con un plano, con la música, con esos pequeños instantes mágicos, me encanté con el audiovisual.
Quería crear algo que se quedara y lograra un impacto en las personas. No es lo mismo leer que ver, y el audiovisual puede llegar a más personas.
Tuve que lidiar con contradicciones dentro del gremio periodístico que auguran que los periodistas solo pueden crear reportajes, pero no documentales, por eso las primeras respuestas que obtuve de mis profesores en la universidad fueron rotundas: “no se puede”, “no lo hagas”, “graba con un celular”, “estamos en medio de la COVID-19, nadie te va a ayudar”, pero aun así todo me parecía muy natural. Sabía que podía lograrlo.
¿Cómo y dónde encontraste las alternativas?
Fue más fácil de lo que imaginé. Cuando las cosas están alineadas, el destino conspira con las ganas de crear. El destino por sí solo no te va a conducir, hay que salir a buscarlo; solo así las puertas se abren.
Le comenté mi idea a un amigo que trabajaba en el canal musical televisivo Clave y me dijo que quizás al canal le interesaría. Él me concertó una entrevista con el director de Clave.
Me daba muchísima pena defender ese proyecto, sobre todo por la carga desconcertante de personas que me habían dicho que eso no le iba a interesar a nadie. Recuerdo que la primera vez que se lo dije a un profesor, me dijo: “¿a quién le va a interesar Arsenio Rodríguez a estas alturas?”. Así, con ese desconcierto llegué a la entrevista.
Le expliqué el proyecto al director de Clave y su respuesta fue: “vamos a hacerlo”, fue algo increíble. Todo se alineó para que fuera posible. El canal había destinado un presupuesto para conmemorar el 110 aniversario del natalicio de Arsenio Rodríguez y aún no habían definido lo que iban a hacer con él. Mi propuesta fue perfecta y quedó insertada dentro del cronograma de actividades. Fue una situación ideal.
En una entrevista que ofreciste en los meses posteriores al estreno del documental dijiste que la figura de Arsenio Rodríguez quedó en un olvido cultural tanto del lado “de allá” como del lado “de acá”. ¿Te parece que en Estados Unidos, que fue donde vivió sus últimos años y murió, realmente se haya olvidado a Arsenio, así como sucedió en Cuba?
Es difícil juzgar lo que no se ha vivido. Uno a veces categoriza las cosas sin tener todos los elementos, pero te puedo decir que en Cuba sí vivimos ese olvido. Y en Nueva York, como en muchas partes de América Latina, hay una cultura de valorar más a figuras que fueron clave en determinados procesos artísticos. En esa ciudad hay una calle que lleva el nombre de Arsenio Rodríguez. Allí le han hecho homenajes a su figura y a su música; hay incluso una colección dedicada a él en el Museo del Barrio.
En Cuba lo que se olvidó fue la figura histórica de Arsenio Rodríguez, el hombre, el músico, el mejor tresero que ha dado este país, pero su obra no, esa perduró y perdurará. No obstante, es brutal ver como casi nadie sabe que joyas del son cubano como “El reloj de Pastora”, Fuego en el 23” o “El Guayo de Catalina” son composiciones de la autoría de Arsenio. ¿Por qué crees que terminó sucediendo eso? ¿Crees que la decisión de Arsenio de quedarse en Estados Unidos influyó en que su nombre no figure hoy en escuelas de música y centros culturales?
Hay musicólogos e investigadores que manejan esa teoría, yo digo que no puedo dar un criterio definitorio, pues no sé cómo sucedieron las cosas. Como la figura de Arsenio Rodríguez hay muchísimas, aunque se quedaron en la memoria popular y nadie las ha podido borrar. Pero él era un personaje distinto, no era una primera figura, ni se destacó como cantante.
Era recordado por sus grandes conciertos en La Polar y la Tropical, que se llenaban, además por su música, pero su figura como artista no tuvo el mismo impacto, por muchísimos motivos, que pudieron haber sido publicitarios, por ejemplo.
Lo cierto es que Arsenio Rodríguez cayó en el olvido. No dudo que también pudo haber influido el hecho de que decidiera no regresar y se hiciera parte de “los que se fueron”.
¿Por qué crees que no regresó más a Cuba?
Nunca pude tener claridad sobre eso. Hay datos de que se casó y tuvo hijos en Nueva York, pero la verdad es que es una zona muy oscura, motivo por el cual no quise traer este asunto al documental.
De su etapa en Nueva York no hay muchos datos, las investigaciones son incompletas. Pero se sabe que atravesó una situación económica muy compleja, que vivió en la pobreza, que ya su música no estaba teniendo la acogida de antes. E, incluso, algunos investigadores atestiguan que decidió cambiarse de religión; dejó de practicar la religión yoruba y se hizo testigo de Jehová. Perdió la fe en sí mismo y en la humanidad. Se sintió muy solo, al parecer.
¿Qué cambiarías del documental?
Tres años después siento que habría disfrutado de un Arsenio Rodríguez más musical; me gustaría que la gente lo hubiera escuchado más en el documental, siento que eso faltó. Habría enfatizado más en su obra musical, sus canciones.
Hace poco dijiste en una entrevista que comenzarías un nuevo proyecto de documental y que igualmente sería sobre una figura prominente de la cultura musical. Entonces evitaste revelar el nombre, ¿podemos tener la primicia?
Bueno, lo voy a decir. Me ofrecieron, como parte de un proyecto que tiene la Oficina Santiago Álvarez, del Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográfica (Icaic), donde estoy colaborando, hacer un documental sobre Celeste Mendoza. He estado avanzando en la investigación, además del proceso de guión, que estoy llevando yo en colaboración con otra persona. Es una tarea que quiero asumir y sé que voy a disfrutar.
Merecido homenaje al ciego maravilloso, soy de una generacion q disfruto de su música ignorando que gran figura es el autor de tan emblematicos temas. Felucidades a ambos , entrevistador y entrevistada.