Como tantas veces, todo comenzó como un sueño sin grandes pretensiones, un pequeño hobby que no salía de los perímetros del barrio, una afición de amigos que buscaban simplemente pasar un rato agradable.
Con el deseo de trazarse un camino por iniciativa propia y su apego al mundo de la producción musical, los creadores del estudio de música independiente Black Box Records han trabajado desde hace diez años hasta convertirse en una casa productora que muchas veces abre sus puertas a artistas empíricos que no consiguen colocarse con éxito en los circuitos institucionales. Con una licencia de operadores de audio.
Esteban Arias (Tetris), uno de los fundadores de la empresa, siempre fue aficionado a la música y en sus ratos libres grababa en su casa, en su propio cuarto.
“Un amigo y yo empezamos probando con unos softwares. Luego empezamos a estudiar más y creamos un nombre: Black Box Records. Fuimos equipándonos por nuestra cuenta hasta que creamos un estudio que cumple los requisitos de algo más profesional”, dice.
Por su parte, Rhandolf Jesús González (Rhandy) asegura que cuando conoció a los primeros fundadores de Black Box les propuso unirse y crear algo que podía dar buenos resultados, a pesar de que estos no lo tenían muy claro: pensaban que no sería lucrativo y solo se centraban en trabajar con la gente del barrio.
“Un día tuvimos que trasladar el estudio a mi casa. Entonces entré a formar parte del equipo. Nos trazamos un plan estratégico sobre cómo llegar a los artistas. Sabíamos que no podíamos llegarles a los de primera línea porque nadie nos conocía.
“Nuestro plan fue presentarles un trabajo. Hicimos un plan promocional y fuimos subiendo la parada poco a poco hasta que nos tropezamos con El Chacal. Desde ese momento empezamos a sentir el peso del trabajo de primer nivel y nos conocieron en todo el país”.
“Hicimos los temas “Lloró” y “Sube la temperatura”. Las redes sociales nos ayudaron y muchos empezaron a preguntarse quiénes éramos. En Cuba existían dos estudios de puntería: Celula Music y DJ com. Ellos gobernaban el género urbano en este país. Osmani García salió con DJ com para Miami y nosotros salimos a flote con El Chacal. De esta forma el país nos reconoció como una casa productora”, señala Rhandy.
Desde su creación, Black Box Records ha trabajado fundamentalmente con representantes del género urbano, aunque está abierto a cualquier propuesta que les parezca interesante. Generalmente acuden a ellos quienes hacen ese tipo de música, y encuentran en la empresa la vía para expresar su arte con la mayor calidad posible.
Según Rhandy, casas productoras como Abdala o Egrem son reticentes a la hora de trabajar con el reguetón; y a los artistas les exigen documentos que los avalen como profesionales o que pertenezcan a alguna agencia como Musicalia o Clave Cubana.
“En Black Box Records es más sencillo: vienes, pagas y grabas un tema. Los estudios caseros surgen como resultado del escaso apoyo que algunas instituciones les dan a los jóvenes a la hora de grabar un tema musical. Luego la promoción de esos productos se hace a través de Internet o del Paquete de la semana”, explica.
“La música underground, asegura Tetris, se hace en casas productoras underground. Cuando los artistas van triunfando empiezan a interesarse en otras disqueras y las cosas cambian, cogen un camino más profesional. Nosotros hemos ayudado a consolidar el trabajo de muchos cantantes”.
A pesar de los resultados favorables, dicen que es muy difícil hacer música sin disponer del tiempo necesario o de los mejores recursos tecnológicos. Tratan de orientar a los artistas noveles, aunque no les imponen condiciones creativas. Según Rhandy y Tetris, la marca de su negocio “está registrada”.
“Hubo un tiempo en que las casas productoras institucionales plantearon la posibilidad de que les presentáramos trabajos porque ellas no daban abasto. Si les interesaba tu producto lo comercializaban con esa misma calidad o lo mezclaban. Por eso la gente empezó a crear estudios.
“Sin embargo, ahora mismo es muy difícil que a un artista cubano de reguetón le acepten un tema. A pesar de eso, la música cubana que se está comercializando con más fuerza a nivel internacional es la urbana. Los ejemplos son claros: Gente de Zona, Jacob Forever, El Chacal, El Príncipe… Y todos tienen buenas letras. La música urbana y la tradicional van por caminos diferentes. No es que una esté sustituyendo a la otra –dice Rhandy. Las generaciones han cambiado y la música urbana también representa a Cuba”.