Con el concierto completamente vendido, según información confirmada por la página de la gira “Hola y Adiós”, Joaquín Sabina se presenta este sábado en el Kaseya Center, de Miami. Se trata de su tercer concierto en los Estados Unidos.
El poeta y cantautor español, que repetirá el martes en el mismo escenario, hace su entrada en Florida procedente de Chicago, donde el pasado miércoles 19 interpretó mucho de sus clásicos en lo que fue una noche “especial”, ya que por primera vez y, además (supongo), tocó en la ciudad donde habría querido ser Al Capone, según uno de los temas que no faltan en estas presentaciones: “La del pirata cojo”.
En las redes creadas expresamente para esta serie de espectáculos con los que Sabina “cuelga sus guantes de piel de poesía y guitarra trasnochadora” va quedando la huella cotidiana del artista en lo que es otra prueba de su profesionalismo.
No solo hay coros en “Y me envenenan los besos que voy dando...”, la gente repite los versos de Sabina cualquiera que estos sean, y se los escriben en el rostro y levantan una pancarta con ellos inscritos como con sangre o carmín. Y se colocan un bombín en la cabeza, y beben casi hasta perder la noción del espectáculo por el cual han pagado esta o aquella cantidad.
Ver esta publicación en Instagram
Mediante imágenes en las que no faltará cierta evidencia de la nostalgia por enfrentarse a momentos definitivos, bañados con recuerdos de los mejores instantes de su increíble e influyente carrera, puede verse al maestro en distintos contextos previos a cada presentación.
Ha enfrentado emociones, pero también un clima variable y retador en esta gira.
Sabina y su equipo, compuesto por su compañera Jimena, los músicos de su banda (históricos como Antonio García de Diego o Mara Barros) y los técnicos encargados de levantar la armazón, llegaron a Chicago, por ejemplo, con una temperatura de -15ºC.
En uno de los videos, Sabina toca los acordes de su clásico “19 días y 500 noches”, aquel disco que nos tocó profundamente en el verano del 2000. Pulsa cada cuerda, sentado en el asiento de un hall poco antes de la presentación, mira a la cámara, y comenta: “Está helada”.
Los camiones, cargados con instrumentos y demás partes del entramado técnico, debieron permanecer 11 horas parados en la carretera a causa de la nieve.
“Parecía que no, pero hora y media antes del inicio estimado del show llegaba todo y, a contrarreloj, pudimos montarlo para que el público de Chicago disfrutase del concierto. ¡Y lo hicimos!”, escribieron en sus redes sociales.
Poco después, el propio Sabina, decía: “Es una noche única, porque Chicago es el único lugar donde no habíamos tocado nunca”.
En uno estos breves comentarios después de cada presentación, escribieron que predominaba el público latino; y al menos en el concierto de Los Ángeles se vio saltar una bandera cubana como prueba de la fidelidad de un público que conoció al cantautor a finales de los ochenta y principios de los noventa, cuando fue presentado personalmente en La Habana por Pablo Milanés.
El 16 comenzó la gira estadounidense de Sabina en el Youtuber theater de la ciudad de Los Ángeles, una actuación “espectacular” que al poeta y narrador cubano Eliecer Almaguer, radicado en Estados Unidos, ha descrito en sus redes sociales con viva emoción.
Almaguer cuenta que en el intermedio del concierto las luces se apagaron, el escenario se vació y el público creyó que Sabina se despedía, por lo que comenzó a corear pidiendo otra canción. Al poco rato, el escenario se llenó nuevamente; primero por los músicos, y luego con el maestro de vuelta a su silla.
“Sabina reapareció, regio como un torero para propinarnos con su eterna voz quebrantada, esa voz que no ha cambiado demasiado con los años, esa voz que es el alma misma del cantautor más grande en lengua española, la voz de un poeta, un poeta que canta el dolor del mundo con el alma quebrantada, un poeta que canta la gran desnudez del ser humano, un poeta que canta la angustia de tantos angustiados a los que Dios no les ha ofrendado el don de la poesía, la última estocada para que acabásemos de desangrarnos con él”, escribió Almaguer desde Facebook.
Pero, a Joaquín Sabina, que llegó a Miami luego de emocionantes conciertos en México (en uno de ellos celebró su cumpleaños 76), le espera mucha carretera todavía. En los propios Estados Unidos tiene otro concierto anunciado: Nueva York. La programación, sin embargo, le llevará además a Puerto Rico, Costa Rica, Colombia, Chile, Uruguay y Buenos Aires, donde le esperan diez conciertos.
Dueño de una sólida discografía, desde su Inventario (1978), pasando por El hombre del traje gris (1988), Esta boca es mía (1994), 19 días y 500 noches (1999) o Dímelo en la calle (2002), las canciones de Sabina han fungido algunas veces como poemarios musicalizados o calmantes contra la ansiedad, el mal de amores y la abulia de la vida diaria.
La expectación de esta noche se concentrará en Miami. Ojalá aparezca Willy Chirino por allí y hagan juntos el clásico de “Medias negras”. Seguro se verá alguna bandera cubana, y otro poeta, tal vez, vuelva a compartir sus impresiones tras el encuentro con un artista que ha sido fundamental para el impulso vital de tanta gente, un golpe de alegría y un estacazo de resurrección.