“Estamos consagrando un sueño de 30 años”, solo atinó a decir Pablo Milanés al iniciar su recital junto al pianista José María Vitier, en un concierto que paralizó la noche sabatina habanera y que sedujo al público del Teatro Nacional, al revisitar textos imprescindibles de la poética iberoamericana.
Pablo, melodioso y desdoblado en registros vocales de una calidad infinita, se “empinó” sobre los versos de Federico García Lorca, Rubén Darío, Gabriela Mistral, y los cubanos José Martí, Fina García-Marruz y Cintio Vitier.
José María desde el piano, y también con intensas orquestaciones, acompañó a un Milanés utracrecido que sucumbió ante la poesía y el lirismo de Eugene O’Neill en Paloma plañidera, pieza que data de 1979 y con la que el binomio de músicos cubanos rompió el hielo, en una velada que tenía como pretexto poner a consideración del auditorio los temas del álbum Canción de otoño, el proyecto fonográfico fruto de la unión de ambos.
Ya ves, esencial en el repertorio del trovador, fue la segunda pieza escogida de un compendio de cuatro temas introductorios, que igualmente integraron Para vivir, del propio cantautor, y el emotivo instrumental Fresa y chocolate, escrito por Vitier para el filme homónimo que dirigieran Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío.
La música del sencillo que da título al volumen fue escrita especialmente para Pablo y por ende es un homenaje a su obra, según relató José María. Con texto del nicaragüense Rubén Darío, considerado uno de los iconos del modernismo literario, Canción de otoño no debe mirarse como la estación del año que indica su nombre, sino como la valía de la vida que aflora de su contenido y de su melodía.
Ese entramado de canciones que fue el concierto del sábado en el Nacional, tuvo su riqueza no solo en la belleza de la palabra escrita por tantos poetas que han marcado nuestras existencias.
Estuvo allí la huella de esa combinación perfecta de piano y voz, de esa genialidad de José María para encontrar notas precisas a los textos, y de esa capacidad de Pablo para convertir en fáciles de interpretar los más difíciles registros.
Sucedió de ese modo en Besos (de Gabriela Mistral) y Al pie de tus altares, este último firmado por Vitier y dedicado especialmente a la Patrona de Cuba, la Virgen de la Caridad del Cobre.
Del José María compositor disfrutamos además, de Tus ojos claros –obra que escribió para su esposa Silvia Rodríguez- y El aire que te rodea; mientras que del Pablo autor no faltaron El breve espacio en que no estás, Para empezar a vivir y Mírame bien.
Definición perfecta de la palabra cubano, los versos del Apóstol hallaron anoche un valor infinito. Yo no sé qué misterio de ternura tiene esa dulcísima palabra, meditó un Martí poético.
Para quienes no pudieron llegarse al coliseo habanero o quizá para el que desea volver a disfrutar de la velada, en fin, para todos los melómanos, les adelanto que se filmó un DVD del concierto, el cual estuvo dirigido por Eddy Cardosa y José Manuel García. La disquera Bis Music será la encargada de su comercialización.