El trovador cubano Eduardo Sosa falleció en la madrugada de este miércoles en Guantánamo, donde se encontraba hospitalizado como consecuencia de un accidente cerebrovascular hemorrágico.
La noticia de su fallecimiento la confirmó en sus redes el Instituto Cubano de la Música (ICM).
Sosa, de 52 años, se encontraba ingresado en estado crítico desde el pasado 3 de febrero en el Hospital General Docente Dr. Antonio Agostinho Neto, y en las últimas horas se había informado de un agravamiento de su estado de salud.
De acuerdo con los partes médicos, el artista no logró mostrar mejoría en su estado neurológico y su cuadro se fue agravando debido a complicaciones respiratorias infecciosas, a lo que se sumó un fallo renal agudo. En consecuencia, el pronóstico había cambiado de “reservado” a “desfavorable”.
Sosa, una de las voces más representativas de la trova cubana contemporánea, sufrió el accidente cerebrovascular durante un recorrido por territorio guantanamero, donde participaba en la Cruzada Teatral y en debates del X Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac).
Dada la magnitud del derrame cerebral, fue sometido a una intervención quirúrgica. Las autoridades médicas señalaron entonces que si bien “la operación cumplió su objetivo”, no “resolvía completamente el problema del derrame” y las horas siguientes serían cruciales para su evolución.
Lamentablemente, el trovador no pudo reponerse y falleció luego de casi 10 días hospitalizado, durante los cuales el ICM y la prensa se mantuvieron dando información sobre su estado y numerosas personas dentro y fuera de Cuba hacían votos por su recuperación.
De Tumba Siete a Postrova
Eduardo Sosa Laurencio, nacido el 18 de abril de 1972 en Tumba Siete, Mayarí Arriba, provincia de Santiago de Cuba, inició su trayectoria musical a los 12 años.
Desde entonces se vinculó al movimiento de artistas aficionados, en el que destacó particularmente durante su paso por el Instituto Superior Pedagógico Frank País García, donde se graduó de Licenciado en Educación Musical.
En 1997 formó el dúo Postrova junto a Ernesto Rodríguez, con el cual se mantuvo activo durante cinco años. En este período, con su estilo rupturista e innovador, la agrupación logró varios hitos musicales, así como su inclusión en el diccionario enciclopédico de la música cubana, la participación en la película Las profecías de Amanda y la obtención del Premio Abril en 1998.
El dúo grabó dos discos: Postrova, bajo el sello Caribe Productions y EMI-Odeón España, y un segundo álbum también para EMI-Odeón España, que permanece inédito y que contaría con colaboraciones como las de Ana Belén.
En una reciente publicación en Facebook a propósito de la gravedad de Sosa, su excompañero en el dúo, Ernesto Rodríguez, dedicó unas sentidas palabras a quien llamó “hermano” y “compañero de música de tantos años”.
“Jamás han existido dos seres tan diferentes y que se lleven tan bien como nosotros, compay”, escribió el músico sobre su colega, “siempre con la verdad por delante, con admiración y respeto, siempre con buen sentido del humor, haciendo todo para crecer y tocar el cielo”.
“Ya estoy haciendo los arreglos para unos temas que vamos a cantar en la segunda temporada de Postrova”, agregó.
Siempre la trova
Tras la disolución de Postrova a finales de 2002, Sosa continuó una carrera como solista, marcada por su estilo interpretativo y su brillante timbre. Desde entonces, se mantuvo ofreciendo conciertos dentro y fuera de Cuba, y defendiendo la trova, género al que se entregó en cuerpo y alma.
Su repertorio, edificado principalmente a partir de sus propias composiciones, abarca también géneros como el son tradicional y la balada, e incorporó ocasionalmente obras de otros compositores cubanos y extranjeros.
El ICM resalta títulos como “Mañanitas de montaña”, “Retoño del monte”, “El son de Contramaestre” y “A mí me gusta, compay”, así como su musicalización de los versos sencillos de José Martí y sus memorables versiones de temas emblemáticos de la cancionística cubana, entre las que destaca “La Bayamesa”, de Carlos Manuel de Céspedes, José Fornaris y Francisco Castillo.
Igualmente destaca sus diversas distinciones y reconocimientos, entre ellos la medalla Alejo Carpentier y la Distinción por la Cultura Nacional, así como el haber compartido escenario con grandes figuras de la música iberoamericana como Ana Belén, Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, Frank Fernández, José Luis Cortés y José María Vitier, entre muchos otros.
Sosa dirigía desde hacía años el Festival Internacional de la Trova Pepe Sánchez, en un desempeño que mostraba su compromiso con la canción, que tan bien conocía y que, por su fidelidad con esa herencia, se atrevió tantas veces a renovar. Además, condujo, junto a Marta Campos, el programa televisivo Entre manos, dedicado a la promoción de la canción trovadoresca.
El ICM anunció que su cadáver será cremado y se le rendirá homenaje póstumo en el cine de su natal Mayarí y, posteriormente, en la Casa de la Trova de Santiago de Cuba. Sus cenizas serán depositadas en el cementerio de Santa Ifigenia, en el espacio conocido como el Sendero de los Trovadores, donde descansan los restos de otros grandes como Pepe Sánchez y Compay Segundo.