Nos hemos quedado huérfanos de Santiago Feliú. Sus seguidores y conocidos aún no creen su repentino fallecimiento ésta semana, se resisten a creerlo o a interiorizarlo. Entre los grandes amigos de Santy, como le decían sus allegados, destaca el trovador Frank Delgado.
“Lo conocí tan bien que no sé cómo empezar, no entiendo cómo la gente puede sedimentar tan rápido y escribir sobre Santiago, yo aun estoy muy aturdido y no quiero empezar con el lugar común que todos usan sobre como lo conocí.” Declaró el trovador a OnCuba que llegó hasta su casa para rememorar la figura del zurdo maravilloso. Por más de una hora conversamos con el autor de La otra orilla sobre la pérdida y su inolvidable amistad con Santi.
“Es una noticia inesperada que me resistí a creer. Viendo ahora las fotos publicadas en Internet en las que se aprecia con su imagen muy juvenil es aún más terrorífica esta muerte. Santiago era una especie de encarnación del eterno joven, pues físicamente lo parecía y en su vida fue siempre un transgresor y los transgresores tienen siempre ese halo de ser gente siempre muy joven. Yo no lo podía entender cuando me llamaron, estuve en el hospital Emergencias al que llegó sin vida.”
¿Qué podrías decir acerca de los rumores sobre su repentina muerte?
Se ha especulado mucho sobre la vida de Santiago, que si era un sibarita, un epicúreo y que fue víctima de los placeres de la vida, pero desde que había debutado como hipertenso se cuidaba mucho más. Hacía un año y un mes se había vuelto a casar, lo recuerdo porque un día antes hicimos un concierto juntos en el Teatro Raquel Revuelta, decidimos hacer ese homenaje a los cuarenta años de la trova cantando canciones de la trova tradicional y no quiso ensayar mucho porque estaba en los preparativos de su quinta boda con la que estaba muy entusiasmado. La última vez que lo vi fue en noviembre cuando vi a Gema, su viuda, que ya estaba embarazada y lo veía muy contento. Estaba muy feliz también porque su hijo Adriano que vivía en Barcelona decidió regresar a Cuba a vivir con él. Económicamente fue un tipo al que nunca le fue bien, era muy botarate, tuvo grandes oportunidades y contactos pero su relación con el dinero fue pésima, vivía muy al día lo que lo estresaba mucho. Quizá estaba muy estresado por no contar con el respaldo económico para afrontar los gastos de sus hijos. No sé como a la gente puede hablar en momentos como estos. En la vigilia que hicimos en el Instituto Cubano de la Música quise hacer un par de anécdotas pero no quise robarme el show. A él no le hubiera gustado que otro fuera el centro, no me lo hubieran perdonado ni él ni su ego por lo que solo leí la bella crónica que escribió Fito Paéz.
¿Cómo se enteró Fito?
Yo di la noticia de inmediato al confirmarse para que se enteraran los amigos. Tuvimos un teléfono con internet en el hospital y lo puse en mi Facebook. Allí lo vio Fito y de inmediato llamó a Ivette de Relaciones Internacionales del Ministerio de Cultura, que se encontraba también en el hospital y le confirmó la noticia. La noticia se corrió como pólvora a la media hora me habían llamado muchas personas de varias partes del mundo.
¿Cómo recuerda a Santiago?
Santiago no era un ángel. Era un tipo difícil. En su obra estaba, como decía Fito, metido en una especie de urna. A través de su misma poética en los últimos tiempos estaba como metido en una ostra. Había mucho de ostracismo y poco de sociabilización en sus últimas canciones, a pesar de haber sido una de los primeros críticos con canciones como Trovadores y Por cuantos lados hay que defender la paz, temas duros para el momento. Cumplió siempre esa máxima de los trovadores de hacer canciones para sí mismo, escribía los temas sobre sus experiencias personales. Últimamente no fue un trovador prolífico, hacía muchas músicas pero se le ocurrían pocas letras como me está pasando a mí, porque es difícil encontrar temas novedosos y de interés. Decía que había dejado de ser un trovador para convertirse en un cantautor, contaba que había aprendido un poco de piano cuando joven y desde que le regalaron un teclado se pasaba largas horas tocándolo y hasta quería acompañarme con aquel instrumento cuando cantábamos juntos, a lo que siempre me negué. Muchas de sus canciones del disco Ay la vida fueron concebidas luego de la llegada del piano. Santiago tuvo últimamente un tiempo de silencio en el que casi no se presentaba porque se dedicó más a su proyecto de vida personal. A él no le gustaba cantar en bares privados o estatales donde le pagaban, no resistía que le hicieran más caso a la bebida en el centro nocturno que a él. Siempre le decía que tenía que aprender a trabajar en la noche cubana. Hizo sus mejores intentos en el Teatro Nacional con un ciclo que se llamaba Lo que nos dejó la radio donde con una gran banda y hermosos arreglos interpretaron temas de los sesenta y los setenta hispanoamericanos. De alguna forma la noche lo superó a él. Tampoco le gustaba el Sauce, lo llevé en varias ocasiones, incluso la semana pasada estuvo programado allá. Como mismo él decía “su canción era una canción de arte que no hacía ningún tipo de concesiones,” había que seguirla con todas las de la ley. Su canción favorita era Iceberg, decía que era en la que mejor logradas estaban la música y la letra. Ambas muy rebuscadas, en el 2004 hicimos juntos una gira en México en la que le decía a todos que él era Santiago Feliú el autor de Iceberg, era una canción un poco densa, aunque él se encargó que fuera bien conocida, en ocasiones la cantaba hasta dos veces.
Gerardo Alfonso, Carlos Varela, Santiago y tú fueron compañeros de generación. ¿Cómo era el Santiago de esos primeros años?
Fue el primero de nuestra generación en tener un amplio poder de convocatoria. Nuestra generación no fue precisamente una banda sonora de la Revolución, tuvo más bien una conciencia crítica quizá por eso no nos apoyaban ni Casa de las Américas ni el Ministerio de Cultura, éramos profesionales por derecho de autor porque no pertenecíamos a ninguna empresa. Fuimos profesionales tiempo después porque Silvio y Pablo nos ayudaron mucho. Empezamos con muy pocos seguidores, llenábamos los teatros con nuestros amigos. Santiago fue el primero de nosotros de grabar un disco con el que estuvimos muy involucrados porque íbamos casi a diario a los estudios de San Miguel para ver cómo funcionaba aquello. Luego hizo conciertos multitudinarios en Chile, Argentina. Cantó con Fito Páez, León Gieco, quienes para nosotros eran dioses. Y que Santiago pudiera llegar a ellos nos parecía el primer vínculo internacional que tenía nuestra generación.
¿Qué fue lo que siempre admiraste en él?
Era muy fuerte en el escenario, tocaba magistralmente con su zurda. Su canción tenía una frecuencia media que no tienen las de los que tocamos con la derecha. Era muy rápido. Siempre estaba muy distanciado de la realidad, me tocaba a mi siempre darle una psicoterapia para bajarlo a tierra, entre tanta melodía y poesía se perdía. Siempre fue rojo, nunca engañó a nadie sobre su filiación política, con todo el riesgo que esto conllevaba, en tiempos como estos en que la gente no se quiere comprometer. El si quemó las naves, algo que siempre admiré de él.
¿Por qué dices que no era precisamente un ángel?
Le prometí que nunca más haríamos un concierto juntos después de aquel de diciembre de 2012. Hizo todo lo contrario a lo que habíamos ensayado, se portó muy mal, se levantaba cuando yo cantaba, etc, fue muy estresante, fue un malcriado. Lo tenía claro, que no iba a cantar más con él, lo tuve claro hasta el día de ayer. Me decía hasta viejo cascarrabias en público. Con su ego desmedido le gustaba apabullar a la gente y ese día lo hizo conmigo. Cantó las canciones que no programamos cantar un tanto para aplastarme. Tenía un gran ego, como mismo él decía, un ego desubicado. No era un ángel, hubo muchas personas que en su tiempo estuvieron peleadas con él por su manera de ser. Su desenfado a veces sonaba insensible. Metió sus patas muchas veces, lo que lo alejó de muchas personas. Yo siempre lo quise mucho, nunca pude guardarle rencor a pesar de sus cosas, aunque después de aquel concierto te confieso que lo quería ahorcar.
Existen muchas anécdotas y leyendas sobre la personalidad de Santiago…
Santiago no escuchaba a nadie, era muy para sí mismo, en una fiesta había que oír solo su música. En una ocasión presentó a Carlos Varela como el tercer mejor trovador de Cuba. Entonces le pregunto si se había puesto de segundo, me dijo que el segundo era Silvio, él era el primero. Hace unos años en el ISA nos iban a entregar un reconocimiento. No pudimos asistir por encontrarnos fuera del país. El fue en nuestra representación a recibir el título honorífico de manos de Fidel Castro. Y Fidel le pregunta al verlo cuál de los dos Feliú era él, a lo que son su desenfado característico responde. Yo, el talentoso. Sobre su ego hay toda una mística, quizá leyendas urbanas. Es verdad que era un gran ególatra, pero le salía orgánico y yo sabía cómo molestarlo hablando bien de otros, a veces hasta lo inventaba, era como un niño grande.
Ser uno mismo tiene un alto precio y es admirable cuando existen gentes de este mundo, de hoy y ahora, dispuestas a asumirlo y pagarlo. Como Santiago Feliu.
de lo leído:
esta entrevista y fito son las más sinceras…
Ay Frank, ay Frank… hablar así es de cobardes.
QUE BUEN ARTÍCULO, E.P.D., CONOCÍ SU MÚSICA, PERO NO ESTOS DETALLES SOBRE SU PERSONA, PERDIMOS A UNO DE LOS GRANDES!!!!
Por fin !!!!! Llevaba dias leyendo de todo acerca de santiago y finalmente encuentro real , cero suposiciones, frank describe a un santiago sin adornos , sin el aura de bondad que da la muerte
“Santi no era un santo ” pero era un ser humano que encantaba y calaba hasta lo profundo si queria
Gracias por tanto !!!
No se incluyen en esta entrevista ni a Donato Poveda, ni a Xiomara Laugart que eran imprescindibles en los peimeros dias del grupo de la novisima trova…. Creo que Frank debio incluirlos pues a la periodista se le “olvido” mencionarlos…….
Pienso lo mismo que Juan Pin…lo mejhor de la entrevista es Frank nos habla de un Santi humano, con errores como cualquiera de nosotros, pero con un talento y genialidad como algunos de nosotros pudiera poseer y que nos llegó bien hondo a muchos…por eso era Santi…y por eso lo seguimos queriendo no importa donde esté…
Por suerte estaba “aturdido” cuando lo entrevistaron…!! Imaginan lo que nos contaría si lo dejamos “sedimentar”?.
Conocí muy de cerca a Santiago Feliú y claro que no era un ángel pero si era un ser humano extraordinario, amigo de sus amigos, capaz de hacer lo que fuera por ayudarlos si así era necesario. Teniaun gran ego como todos los gramdes artistas, ni más ni menos. Cuáles fueron esas personas qué dices se alejaron de él?.. Como dijo un amigo cercano de Santiago “: quedamos muchos Santiagos” y se refería a un Santiago honesto e incondicional. Dices que le gustaba “apabullar a la gente”. No será que te sientes muy por debajo de el y lo que te apabullaba era su tremendo talento? Piensalo.
La grandeza humana no es propia de hombres comunes.
Esa grandeza humana que trasciede el arte, la vida y la propia obra.
RIP for ever