O la quieres o la dejas. / “Andar, andando”. / Irrumpe en la escena rapada, acompañada de otra mulata muy talentosa y se disparan los dardos. Ella se bambolea, no pierde equilibrio, pero en el aire hay cierta división de criterios. Pasa el tiempo, (crece su pelo) se va de la orquesta; empieza sola y la llaman de todas partes para grabar, cantar, cantar, grabar, bailar… Pega una balada, un tema salsero. ¿Dicen que es de Camagüey? ¡No, de Las Tunas y tiene swing!
“¿Quién fue? Si no fui yo, entonces dime quién” / Aparece, ¡hasta en la sopa! Un día sale con un grupo de reguetoneros y dice que es… tararí, tarará… ¡La diva del pueblo! Se siente un movimiento de las placas tectónicas en Cuba. “¡Ahora sí se volvió loca!”, exclaman por ahí. Hasta las divas-divas hablan ofendidas del asunto. Periodistas, críticos, psiquiatras, musicólogos, el ejército juvenil del trabajo y las milicias de tropas territoriales… ¡Al macheteeee! “Tú verás que no se atreve a más nada”, aseveran.
“Soy una mujer que canta”. / Marta Valdés dice que esa versión de Freddy quedó espléndida, y ella sí sabe de lo que habla. Vuelve a grabar, a cantar, a bailar. “¿Se operó? Mira eso, no puede ser normal”. “¡Ay, si parece un fósforo con ese pelo amarillo!”, murmuran. En el Reparto Obrero de Guantánamo, una mujer se viste como ella, otra en Mayarí, en Segundo Frente, en Guane, en Centro Habana… “¡Es que le gusta provocar!”, reprochan.
“Bemba colorá” / Circula un disco tributo a La Reina, a quien conoció en Nueva York. El remate: “¿Se creerá la segunda Celia Cruz de Cuba?”. En el más allá celebran su primer funeral porque le lanzó un beso a Fidel Castro. Anota eso en la agenda.
“Yo no me parezco nadie” / Canta un tema infantil, otra balada, otra salsa, va a los carnavales de Oriente a Occidente, tiene un contrato por Europa, edita otro CD, pone su voz al tema del verano, está en campañas por la salud, contra la violencia femenina. Tony Pinelli, gran conocedor de música, dice que ella “se viste de nación con el brillo que solo ostentan las estrellas…”.
“Sobre una tumba, una rumba” / Es mala, malísima y la canción requetebuena. Recibe más azotes del más allá. ¿Te acuerdas? Todas las piedras para María Magdalena. Y se vuelve a levantar, refresca, graba, canta, baila, canta y graba.
Se llama Haila.
Me acompañó la suerte
¿Hay antecedentes musicales en tu familia?
A mí, desde pequeña, la verdad, me encantó el arte. Me viene de mi querido padre, que era cantante aficionado y yo lo escuchaba. Mi madre es estilista y mi abuela paterna era modista. Una familia de artistas.
¿En qué circunstancias llegas a La Habana y cómo fue ese comienzo en la capital cubana?
Cumpliendo mis 15 años, me traen a vivir a La Habana y termino en el preuniversitario “Mártires de La Coubre”. Comencé a estudiar Química, mientras me escapaba para ensayar con el conjunto Folclórico de Luis Aspirina. Ya a los 17 bailaba profesionalmente… ¡quería ser artista!
¿Antes de llegar al Septeto Tradición, ya te habías planteado seriamente que querías cantar o todo fue un golpe de suerte?
Cuando canté por primera vez con el Septeto, aquí en La Habana, tenía solo 18 años. Ni por mi mente pasó que llegaría a ser una cantante profesional, pero sí estaba segura de que artista era lo que quería ser. Creo que me acompañó la suerte.
¿Quiénes fueron realmente tus profesores en la música? Gente a la que debes tu formación…
Soy totalmente empírica. Mi formación está basada en la práctica y la experiencia de la calle, que son también una verdadera escuela. Aprendí a cantar con los discos de Pablo Milanés y de la nueva trova. Recuerdo que escuchaba mucho a mi querido Tiburón Morales y Son 14. Después me puse a estudiar a las grandes: Jacqueline Castellanos, Caridad Cuervo, Elena Burke, Mercedita Valdez y Celia Cruz. Aprendí de todos y cada uno de los que se me acercaban y podía preguntarles. Hay mucho de ellos en mí. Uno de mis grandes tutores fue el querido maestro Santiago Alfonso.
¿Por qué defender el son e identificarte con este género? ¿Asumes que eres una cantante sonera o dejas abierto ese espacio?
Yo soy una cantante de retos y canto lo mismo una rumba, un bolero, un chachachá, que una salsa, pero como mi son, ninguno. Si tuviera que elegir, te diría que soy sonera de corazón y de alma, porque siento cada una de sus melodías en mis venas.
La timba es un género machista
¿Fue complejo abrirte espacio en un mundo, hasta cierto punto, dominado por hombres? ¿Te sentiste discriminada alguna vez?
¡Por supuesto! Pero nadie dijo que sería fácil. No es secreto que la música popular bailable cubana está protagonizada por hombres. La timba es un género machista. Nosotras tuvimos la suerte de aprovechar el “boom” de la música cubana de los años 90. Fue inevitable que nos robáramos la atención con Bamboleo y esta nueva imagen, y creo que abrimos una puerta.
Has participado en disímiles producciones, junto con otros artistas. ¿Valoras algún proyecto que te saque completamente de tu zona de confort?
Ya tengo más de 50 colaboraciones con artistas nacionales e internacionales. Aunque me catalogan de “salsera” por mi discografía, me considero capaz de cantar cualquier cosa, o por lo menos lo intento. El secreto es hacerlo con el corazón. Solo así podrás llegar a todo el que te escucha. Creo que es muy amplia y atrevida mi zona de confort. Me encantan los retos. Muchas de esas colaboraciones han sido ganadoras de Grammys Latinos: “La Rumba soy yo” donde interpreto Sobre una tumba una rumba” y más reciente en el disco “Más de mí” de Tony Succar canto con mi hermano Issac Delgado un súper tema llamado: Sentimiento Original, entre otras que tienen un incomparable valor sentimental.
Según Omer Pardillo, Celia Cruz disfrutaba mucho ese disco tributo que hiciste bajo la producción de Isacc Delgado… ¿Qué se siente al saber esto? Cuéntame, ¿cómo la conociste? ¿Tuviste tiempo de hablar con ella, te dio algún consejo?
Tuve la oportunidad de conocerla y verla en varias ocasiones. La primera vez fue en 1997 en El Bronx, donde se encontraba grabando un video clip. Recuerdo que era una versión de la Guantanamera con el grupo estadounidense The Fugees. Nos vimos un año después en la Teletón de Panamá y en el 2001 nos reencontramos en el Hotel Beverly Hilton de Los Ángeles, en un concierto benéfico para los damnificados de las Torres Gemelas. Fue allí donde le entregué personalmente mi primer disco homenaje a su obra.
Le encantó, también por ser un disco producido por Issac Delgado, a quien consideraba como un hijo y con quien había trabajado por mucho tiempo. Sus palabras fueron: “Qué bueno saber que el futuro está asegurado”. Me enorgullece saber que mi versión de Bemba Colorá fue, entre todas las que han hecho, su preferida.
Conocer a Celia, cantar con Omara Portuondo y Armando Manzanero… ¿cumpliste tus expectativas o todavía falta alguien?
Me considero realmente afortunada y realizada. Pero sé que me queda mucho camino por andar todavía. Soñar no cuesta nada y soy de las que cree que no hay nada imposible en este mundo.
En el mundo artístico, ¿Haila solamente canta o desarrolla otra faceta poco conocida?
Bueno, los que me conocen saben que Haila se puede convertir en varias. Una es la profesional del escenario, medios de comunicación, giras nacionales e internacionales… trabajo que absorbe mucho tiempo y dedicación. Otra para mis hijos postizos, los de la calle, los de mi propia orquesta y amigos, para quienes intento siempre reservar su merecido espacio. Y mi preferida, donde más me consienten, en casita. Allí me toca atender a mi hijo, esposo y cocinar todos los días, algo que adoro, no es secreto.
Artista de extremos y polémica
A menudo se te ve en campañas por el derecho de las mujeres. ¿Te declaras feminista?
¡Ciento por ciento! Presto mi voz para llevarles mensajes, a través de mis canciones e intento darles la fuerza que muchas necesitan; motivarlas, apoyarlas, que se sientan protegidas y valoradas. Soy una mujer como ellas: valiente, luchadora, emprendedora e independiente. Esa seguridad es lo que intento trasmitirles.
Unos te quieren, otros no aceptan tu proyección escénica. ¿Cómo enfrentas esos criterios? Cuando eres el centro de la polémica, ¿qué aptitudes tomas al respecto?
Haila es una artista de extremos y muy polémica: me quieren o no, sin términos medios. He aprendido a estar en tela de juicio; escuchar, aceptar críticas, convivir con eso. Siempre digo que no soy famosa, soy conocida. Cuando reaparece una nueva “temática” sigo hacia adelante, haciendo el trabajo que me protege. Pero son más los que me quieren y están a mi lado. Recuerda que todo muere y el arte es lo único que perdura.
Más allá del vínculo sentimental, Aned Mota ha sido puntal en tu carrera. ¿Lo crees así?
Bendecida por tener una familia hermosa y musical, juntos hacemos un lindo equipo. Mi hijo optó también por este mundo y mi querido esposo dejó los escenarios y su agrupación para convertirse en mi mano derecha. Ha sido en los últimos diez años el productor de cinco de mis discos y el organizador de mis conciertos y giras, además de dirigir mi orquesta y componer muchos de mis temas.
Tu nombre ya forma parte de la historia musical cubana. ¿Pesa demasiado llamarse Haila?
Trabajo muy duro y me gustaría ser recordada algún día. Soy una artista atrevida y soñadora. Luego de 30 años de trayectoria y experiencias, sigo haciendo lo que me gusta: cantar y alegrar corazones.