La Habana puede resultar a veces un lugar demasiado grande. Dos personas pueden vivir cerca -pongamos una en el Vedado, otra en La Habana Vieja-, tener los mismos gustos, la misma simpatía por las cosas, frecuentar exactamente los mismos lugares –bares y teatros sobre todo- y no encontrarse nunca. La Habana, a veces, puede resultar una ciudad muy caprichosa.
Las músicas del mundo resultan aún más amplias, casi infinitas. Tanto como lo son las tierras de donde nacen. Y en este fin de semana se unieron todas, músicas cubanas, noruegas, canadienses, francesas, marroquíes, mexicanas. Se unieron incluso músicas cubanas nacidas fuera de Cuba.
Cada persona se descubre en una música, una pintada, o una ronda de capoeira.
Mientras, la Habana hace que llueva, le gusta poner a prueba a los que han decidido encontrarse. A ver si aguantan bajo la lluvia, los 23 grados y las casi mil personas que hormiguean por el Parque Almendares. A ver si es que en verdad logran dar con el punto exacto desde donde se percibe el mundo.
Todo sucede debajo de un puente, o detrás de un árbol.
Nego e Faca na roda de capoeira.