Ya tienen 11 y 15 años, pero se hicieron populares en las redes sociales cuando Nora apenas tenía 8 e Isaac 11. Un video grabado en los jardines de su casa, en Quimper, Bretaña, le dio la vuelta al mundo. Está en YouTube. Desde julio de 2019 acumula más de 7 millones de visualizaciones.
“No entendimos qué pasó —comenta Nicolás Restoin, el padre de Nora e Isaac—, tuvimos que dejar los teléfonos en el sótano porque no paraban de sonar con los mensajes”.
Vuelvo a consultar el video: Nora suelta la risa y con ella quedará sellado el pacto. Isaac, sonriente, espera el momento de hacer la segunda voz o de tocar la trompeta. Nicolás sacaba los primeros acordes a la guitarra sin inmutarse: Qué te importa que te ame, si tú no me quieres ya… Todo fue grabado por Catherine, la madre, que nunca asoma el rostro. “Tenía un iPhone 6 de segunda mano”, dice.
Nora hizo suyo el “Veinte años” de María Teresa Vera y Guillermina Aramburu con tan fascinante inocencia que cautivó al público, especialmente al cubano y latinoamericano. Antes se había aprendido “Lágrimas negras”, de Miguel Matamoros. En verdad fue el primer tema en español memorizado por la niña. Dice Catherine que Nora puede aprenderse una canción en muy poco tiempo.
Todos en la familia aprendieron el idioma, primero por las canciones. Desde entonces, los seguidores han ido en aumento. Tuvieron su primera gira el año pasado, por México, Colombia, Perú y Chile. También se presentaron en Madrid.
Entre 2019 y 2020 grabaron su primer disco: Isaac y Nora. Latin & Love Studies. En diciembre presentaron un video con la primera canción original. “No la compusimos nosotros, porque todavía no sabemos hacer canciones”. El tema corresponde al español Diego Galaz (Fetén Fetén) y al argentino Sebastián Schon (Soda Stereo). También grabaron una miniserie documental de cuatro capítulos.
La música los ha traído de vuelta a la Latinoamérica. Ahora se encuentran en Santiago de Chile. Ofrecerán un concierto el próximo 2 de marzo. Volverán a Argentina para su primer recital en Buenos Aires, donde conversamos el 23 de febrero. Eran las 6 de la tarde. Jueves.
A unos 5 metros tenemos el monumento donado por Francia en 1910. En los peldaños marmolados de la base se encuentran la cantante Catalina García y el guitarrista Santiago Preti, del grupo colombiano Monsier Periné. Ganaron un Grammy Latino en 2015 con su segundo disco, Caja de Música. Son muy populares, aunque tengan delante solo un pequeño grupo de seguidores.
Después de algunos temas, Catalina invita a Nora y a su familia a acercarse para hacer uno de los más conocidos temas de la agrupación colombiana: “Nuestra canción”. Lo grabaron junto a Vicente García. Cuando le corresponde a Nora, su voz es tan suave que apenas se escucha. Cantan a cappella. “Nora no tiene técnica de voz”, me dice su padre. El público, sentado sobre el asfalto en torno al monumento, aplaude complacido.
Catalina, junto a Natalia Lafourcade y Mon Laferté, es una de las cantantes admiradas por Nora, según me han dicho al terminar, cuando ella, junto a la familia, acepta enviarles un mensaje a los lectores de OnCuba.
Hablamos de algunas intérpretes con las que han interactuado, como Lila Downs o Rozalén. Esperan conocer a otras, como es el caso de Omara Portuondo, a quien tienen como referente debido a su relación con su admirado Buena Vista Social Club.
“Pero para mí Natalia Lafourcade es hoy la voz de Latinoamérica”, dice Isaac. También cree que Cuba es la meca de la trompeta y por eso lo ilusiona un viaje a La Habana. Además de este instrumento, se ejercita en la batería y otras percusiones, en el bajo y la guitarra eléctrica. “Me levanto a las 8 y 30 y estudio trompeta”, me dice.
Una muchacha colombiana se detiene para saludarlos después del espectáculo. También Santiago y Catalina han terminado su presentación, que coincide con el cumpleaños de la cantante. La chica pregunta cómo seguirlos en las redes sociales y si se presentan en Buenos Aires. Después les pide retratarse y se toman una selfie.
“Hay gente que nos dice que tenemos originalidad. Lo que hacemos es siempre sacado de la sencillez. No somos virtuosos”, apunta Nicolás.
Tal vez esta “aventura musical” no se consolide precisamente como una carrera, aunque tienen todas las condiciones para que lo sea. Para Nora se trata de un “pasatiempo” que por momentos la hace imaginar futuros, pero que está marcado por un presente lleno además de obligaciones escolares. Nicolás y Catherine tratan de organizar la rutina de sus niños de muchas maneras.
Nicolás cree que viajar es tan educativo como ir a la escuela, pero han determinado que pasen el próximo año en el colegio, recibiendo clases de manera presencial, y no como en los dos últimos cursos, a distancia, mediante la virtualidad a la cual llegamos empujados por la pandemia del coronavirus y su confinamiento.
De alguna manera su triunfo ha sido posible gracias a la tecnología y el uso que dimos a ella en tiempos de aislamiento. “Nosotros somos un fruto de Internet”, afirma Nicolás; quien, aunque hace ukeleles, no se considera lutier. “Solo soy un aficionado”.
La familia ha aprendido español gracias a YouTube y ciertas aplicaciones como Duolingo. A pesar del uso que han dado a la tecnología, están determinados por su relación y fidelidad con sonoridades y temas clásicos del reportorio musical, especialmente de esta región del mundo con la que mantienen una relación estrecha.
“La modernidad de Internet puede ayudar a rescatar las cosas de antes”, dice Nicolás. “Los niños pueden aprender de estas regiones”. Han grabado temas de Violeta Parra, Demetrio Ortiz, Chavela Vargas. También de Stevie Wonder y Leonard Cohen. Julio Jaramillo es el autor preferido de Catherine. La calidez de la gente de esta tierra los mantiene en una constante emoción.
Seguimos en la plaza Francia, frente al Museo Nacional de Bellas Artes, que puede verse desde nuestra posición aunque habría que cruzar la Avenida del Libertador para alcanzarlo. Nicolás me cuenta que tal vez encuentren a Lafourcade muy pronto en Madrid, que si ocurre sería el momento de conocerla en persona. Ellos ya lanzaron a sus redes una de las canciones: “Hasta la raíz”.
De Argentina seguirán a Montevideo y varias ciudades de Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador y México. Incluso llegarán a Estados Unidos y a Cuba, aunque las presentaciones en la isla no están totalmente logradas. “Nuestros mánager están en contacto para tocar en Cuba, gratis, a cambio de autorizaciones para grabar en la calle, en La Habana y Santiago de Cuba”.
“Los niños saben hacer cosas de profesionales, pero no lo son. Son alumnos de la música. Tenemos que aprender un poco más de la música. Necesitan entender cómo funciona para hacer sus propias canciones. Hasta ahora solo somos intérpretes”.
Acompaño a la familia a la zona de cafés y cervecerías en torno al cementerio de Recoleta, ya que estamos muy cerca. En el camino, Nora recuerda la choco torta de Freddo y me cuenta de algunos grupos coreanos que le gusta escuchar. El resto de la familia conversa en francés mientras avanza con tranquilidad.
En las pocas semanas que llevan en Buenos Aires han caminado sin parar. Han hablado con todo tipo de personas y han aprendido de los músicos o gente que, como yo, los conoció después de que hicieran suya “Veinte años”.
Buenos Aires les parece una ciudad maravillosa, pese a sus convulsiones, incluso un lugar donde podrían vivir. Por la cultura, la calidez de la gente, la manera en la que se les ha abierto los brazos, como en toda Latinoamérica.
Lo paradójico, aunque ya no es extraño, es que posiblemente el último país en presentarse sea aquel cuya música los hizo célebres. ¡Ay, Cubita la bella!