Getting your Trinity Audio player ready...
|
Isis Flores (Sancti Spíritus, 23 de noviembre de 1974) lleva la música en la piel. Su nombre resuena entre quienes la han seguido desde sus inicios y también en nuevas generaciones que descubren, en sus letras, una voz honesta, cálida y profundamente cubana. Afianzada como una de las cantantes más importantes del género pop-rock en Cuba, se ha ganado al público por su talento y su energía creativa.
Cantautora del catálogo de la empresa discográfica Bis Music, Isis es una mujer cuyo porte artístico se percibe a la distancia. En cada etapa de su carrera—ya sea en el modelaje, la danza o la música—ha demostrado una autenticidad que la ha mantenido firme, sin dejarse deslumbrar por el éxito ni por los aplausos.
En esta conversación, la intérprete habla sin rodeos sobre su carrera de más de tres décadas, la importancia de mantenerse fiel a sí misma, el aprendizaje que viene con los años y los múltiples roles que ha asumido en su vida. Desde su visión crítica sobre la industria hasta su pasión por el diseño y la familia, Isis comparte una mirada íntima y lúcida sobre lo que significa vivir del arte en Cuba y seguir apostando por él.

¿El arte es un refugio para tímidos? ¿Cómo consigue una artista introvertida pisar los escenarios con tanta seguridad?
Creo que depende de cada persona. A pesar de lo tímida que era, uno se pone retos. Alguien me dijo una vez que, si me gustaba el mundo del arte, tenía que dejar la timidez a un lado. A partir de ahí encontré a la otra Isis. En el escenario soy una explosión, totalmente diferente a lo que soy en el día a día. Mi familia y mis allegados saben que tengo la pasión por el canto desde niña.
Con el tiempo, al crecer en la música y adquirir experiencia, me di cuenta de que tenía que salir de esa zona. Ha sido como crear un personaje nuevo, donde me siento plena. Son como dos Isis: una desinhibida sobre el escenario, y otra, más reservada, que camina por la calle.
¿Qué diferencias ves entre lo que imaginabas que era la vida de artista y lo que realmente es?
La vida de un artista es bien difícil. La gente solo ve la parte linda: cuando subimos al escenario y nos vemos bien. Pero detrás de eso hay constancia, preparación, composición, grabaciones… Son muchos detalles que suman para que esa persona que ves sobre el escenario pueda ser un artista. Cuesta trabajo desarrollarte y, sobre todo, mantenerte.
Cuando te gusta tu profesión, todo está bien. Es un recorrido que disfrutas, con sus altos y bajos. Lo vives igual, porque es lo que quieres hacer y por lo que vas a luchar.

Cuando decidiste crear tu agrupación, hubo personas que dudaron de tu capacidad para sostenerla en el tiempo. ¿El talento le ganó a los estigmas?
Entre una cosa y otra, ya son 32 años de carrera. Creo que uno va por la vida haciendo lo que le gusta, marcando su camino y eligiendo lo que quiere en cada momento. Empecé en la escuela elemental de música Ernesto Lecuona, en Sancti Spíritus. Luego ingresé en la Escuela Nacional de Arte (ENA), donde estuve un breve tiempo en la orquesta Son Damas.
Formé parte del grupo Novel Voz durante dos años, hasta que llegué a la banda de David Blanco. Allí retomé el teclado, canté, hice coros, y tuve mi propio espacio dentro de la agrupación. Iba tras lo que quería, que era cantar, y las cosas se fueron dando.
Nunca me importó mucho que dijeran si podía o no. Creo que eso está en uno. Me preparé durante dos años con la profesora Marta Cardona, a quien agradezco muchísimo. Ella no solo me ayudó con el canto, también me fortaleció psicológicamente. Me quitó muchos temores. Pero eso fue porque yo busqué que sucediera. Nunca me detuve a pensar si los demás creían que lo lograría. Me enfoqué en trabajar y hacer lo que quería. Y las cosas, con el tiempo, fueron sucediendo.
¿Qué tan difícil ha sido mantener tu esencia en tiempos donde predominan los géneros urbanos?
Hubo una época en que el boom era el pop-rock. Fue una etapa muy linda, tanto cuando trabajaba con David Blanco como cuando inicié mi carrera en solitario. Fue un momento muy importante para mí, fue mi comienzo como cantante.
Pero la vida se trata de cambios. Como músicos, vamos escuchando y nutriéndonos de lo que nos interesa. A mí me sigue gustando mi género, lo sigo defendiendo, me siento cómoda en él.
El pop, en Cuba, no es precisamente el fuerte. Predominan la música bailable, la salsa, y ahora el reguetón y la música urbana. Todos los géneros son válidos. Para nosotros es más difícil, pero ahí está el mérito: mantenernos sin perder nuestra esencia ni nuestra identidad.

¿Crees que la música debe tener más de pasión que de negocio, o un poco de ambos?
Pienso que debe tener un poco de todo. Debe empezar por la pasión y, si después se convierte en negocio, mucho mejor. Es pasión… pero también es negocio.
¿En tu repertorio hay algún tema que sea inspirado en una experiencia personal?
Casi todos mis temas lo son. Todos tienen un porqué, mucho amor, sobre todo. Hay vivencias de amor en todos los ámbitos, situaciones determinadas que me han marcado. A lo mejor alguien escucha una canción y la asocia a una relación sentimental, y en realidad tiene que ver con mi familia, por ejemplo.
En tus conciertos te vemos muy activa. ¿Te preparas físicamente para ese momento?
Siempre tengo que estar preparada físicamente, no solo para un concierto específico. Trato de hacer ejercicios por la mañana, cuidar lo que como y lo que hago a diario. Soy bastante inquieta. Me parece que todo eso ayuda.
¿Sacar un álbum hoy en día es rentable?
Desde que empecé, lo que hacía era lanzar sencillos. Luego los promocionaba en la radio y con un soporte audiovisual, que ayudaba mucho a que la canción caminara. Como ese método me funcionó, lo sigo usando. Ya cuando tengo tres o cuatro temas, veo con mi disquera, Bis Music, si se puede cerrar un disco.
Siempre va a ser más cómodo sacar sencillos, y si son colaboraciones con otros colegas, mejor. He tenido la oportunidad de trabajar con artistas como David y Ernesto Blanco, Leoni Torres, Darío Barzanelli, Orland Max, y con talentos que están empezando en el género. Creo que por ahí va el camino.
El disco ya queda más como un resumen de lo que se hizo en determinada temporada. Si puedes plasmarlo, perfecto. Estamos en la era digital y todo ha cambiado. Por un lado, se nos facilita, pero por otro, se hace más difícil que las personas sepan que uno existe. Hay que esforzarse más, porque en internet no solo importa la calidad del tema, sino muchos otros factores.
¿Las plataformas digitales están condicionando la manera de consumir música?
Sí. Yo, por ejemplo, abro internet y veo barbaridades de todo tipo. Siempre habrá personas que disfruten ese tipo de contenido. Pero también hay un público que va a estar para ti, sin necesidad de escándalos. El crecimiento va por ahí también: por lo que la gente conozca de ti, incluso en un nivel más interior.
Yo tengo mi conflicto con eso de mostrar tanto mi privacidad. Soy artista y hago música. Eso es lo que debería interesar a las personas.
¿El reconocimiento de un intérprete depende de la calidad de su trabajo o responde a otros criterios?
Tiene que ver, en primer lugar, con la calidad del trabajo. Luego, entra en juego un poco la popularidad. Pero esa popularidad también puede alcanzarse a partir de lo que haces, de cuán bien esté hecho tu trabajo.
¿Sientes la necesidad de llegarle a las nuevas generaciones que no han entrado en contacto con tu obra?
Sí, es importante que la generación que te acompañó transmita a sus hijos las canciones que forman parte de tu repertorio. He interactuado con jóvenes que reconocen mi trayectoria, y eso me alegra mucho. Es esencial que tu trabajo llegue a las nuevas generaciones para que trascienda en el tiempo.
¿El músico se forja en los escenarios o en el estudio de grabación?
En la escuela te enseñan mucha técnica, y parece que lo sabes todo, que ya lo tienes todo claro. Pero cuando pasas a la práctica, te das cuenta de que hay muchas cosas que quedaron en el aire.
El escenario es otra escuela. Luego vas al estudio y ahí también se aprende: es el momento de procesar, de jugar con la música, de buscar algo interesante que puedas compartir con el público. Primero debe gustarte a ti; después, que la gente vea que es una propuesta sincera.
La técnica es importante, al igual que la experiencia de la calle y el escenario. Cada presentación es nueva, y te enfrentas a públicos distintos. Lograr que alguien que quizá no está ahí por tu música disfrute ese momento es una experiencia valiosa. Me encanta el escenario porque me permite estar en contacto directo con las personas.

¿Crees que en la honestidad está la clave para alcanzar el éxito?
Estoy segura de que sí. Primero tienes que ser honesta contigo misma, saber qué quieres, sentirte complacida con lo que haces. Si no es así, hay que buscar ese placer en el trabajo. Cuando muestras una propuesta honesta y real, la gente lo percibe y lo recibe bien.
¿Recomiendas a los músicos que empiezan buscar camino en otros países, o luchar por vivir de la profesión en su propio país?
Somos libres de decidir qué queremos y hacia dónde vamos. Si aparecen propuestas interesantes de trabajo o de vida en otros lugares, bienvenidas sean. Todo depende de la persona, de lo que desee, de las oportunidades que reciba. Yo lo veo muy bien. No le veo problema a que alguien quiera cambiar su vida. Uno es de donde se siente bien.
¿A Isis Flores se le puede conocer por sus canciones?
Creo que sí, al menos en parte. Hay una zona de diálogo en mis letras, sobre todo en las canciones de amor y esa onda bonita. Pero también tengo otro lado, que tiene más que ver con mi carácter. Es distinto vivir con la pasión y el amor del día a día, de lo cotidiano, que escuchar mis canciones, donde todo está expresado de una manera más idealizada, más hermosa.
¿Las redes sociales han aportado al crecimiento de tu carrera?
Sí. Hay que estar pendiente. Antes quizá no nos preocupábamos tanto por eso, pero ahora es la manera de visibilizarte, de mostrarte. Tienes que trabajar en ello todos los días. Las redes son como una carta de presentación, y gracias a ellas uno puede generar trabajo y movimiento.
¿La música actual ha perdido originalidad?
Influye mucho la promoción y lo que esté gustando en el momento. Es la música que está de moda, y no puedes ir totalmente en contra de la corriente. Pero lo más importante para un artista es no perder su esencia. Esta es la música que a mí me gusta, la que defiendo. Me gusta jugar con ella, mezclarme, explorar ritmos diversos, pero sin perder lo que el público conoció de mí. Esa Isis no puede desaparecer solo porque ahora esté de moda otro género. Puedo colaborar, puedo fusionar, pero cambiar por completo no. Me guío por lo que me hace sentir bien, por lo que me hace sentir yo.
¿A las mujeres les toca demostrar el doble en esta profesión?
Sí. Este mundo es bastante difícil para nosotras. No es que no logres las cosas, pero siempre parece que hay más trabas. Tienes que demostrar más, hacer el doble o el triple que un hombre. Hay que reinventarse constantemente para encontrar maneras de mostrar tu música.
Generalmente la vida artística se asocia con la noche. ¿Isis es más de noche o de día?
Hubo un tiempo en que era más de noche. Pero también soy de día. No soy de dormir mucho: con siete horas está perfecto. Dormía por la mañana solo cuando no tenía más remedio, después de una actuación.
Cuando tuve a mi hijo, el horario cambió por completo. Aunque me acueste a las cinco o seis de la mañana, a las siete ya estoy despierta.
Ahora, si me invitan a un evento que empieza en la madrugada, no voy. Prefiero descansar, porque en la mañana rindo más y puedo hacer mis cosas.

Viéndolo en retrospectiva parece fácil, pero ¿en algún momento pensaste dejar la música?
Nunca pensé dejarla. Hice otras cosas que ayudaran a amortiguar la situación por la que estaba pasando, como dar clases. Todo depende del momento que estés atravesando.
Cuando vine de Sancti Spíritus, el modelaje me ayudó mucho a mantenerme. Fue un año en el que no hice más nada. Luego estuve en el coro del ICRT para no desvincularme de la música.
¿Cuáles son las cosas que disfrutas con más intensidad?
Lo que más disfruto es mi familia, y dentro de ella, a mi hijo. Me gusta mucho la música, pero también el diseño y la decoración. Disfruto todas las ideas que me ofrece la vida mientras tenga salud y esté en este mundo. Trato de equilibrar y de sentirme bien con lo que hago.
Proyectas la imagen de una persona realizada. ¿Lo eres realmente?
Me siento complacida con lo que he vivido. Claro que hay cosas que, si miro atrás, quizá habría cambiado. Pero esta es la vida que he vivido, y no me quejo. Haber estudiado música y logrado algo en mi carrera ya es un mérito para sentirse contenta.
Por supuesto que aún hay mucho por hacer. Sigo siendo optimista, aunque las circunstancias no sean las mejores, ni en el país ni en la música.
Voy a seguir haciendo lo que sé y lo que me gusta: la música. Me siento bien con lo que he hecho hasta ahora, aunque quiero más. Y eso me toca a mí trabajarlo y lucharlo.