Cuba es una tierra pródiga para el jazz. Históricamente los instrumentistas de la Isla han triunfado en los más relevantes escenarios en todo el planeta y han ejercido una remarcable influencia en generaciones de músicos tanto en Cuba como en otras regiones del mundo. En la actualidad existe una pujante escena del jazz cubano representada por figuras de las más diversas generaciones que confluyen y mantienen a la nación antillana en la primera división del género. Para adentrarnos en su ruta creativa, les proponemos una breve muestra del recorrido y de la obra de instrumentistas que han marcado a fuego la evolución de esta música de raíz negra. La lista es un work in progress porque, se sabe, es imposible resumir los aportes realizados por los cubanos a la multiplicidad de estilos que conviven en ese hermoso universo que es el jazz.
Gonzalo Rubalcaba (La Habana, 1963)
Gonzalo se sitúa a la cabeza de cualquier lista que pondere a los mejores exponentes del jazz cubano. Con una técnica extremadamente depurada, y un estilo único definido por su interés en profundizar en las aguas de la tradición desde una perspectiva contemporánea, Rubalcaba fue “descubierto” en 1982 con apenas 21 años por el astro del jazz Dizzy Gillespie durante un concierto en el habanero cabaret Parisien. El estadounidense subió al escenario y lo invitó a acompañarlo en el concierto que tenía previsto por esa fecha en el Festival de Jazz de La Habana.
Meses después ya tenía un contrato con los ejecutivos del sello Blue Note y comenzaba la expansión internacional de su música. Ganador de cuatro premios Grammy (y nominado en 16 ocasiones), Rubalcaba es actualmente uno de los nombres imprescindibles en la historia del jazz cubano. Uno de sus más recientes discos (Trance) lo grabó con Chucho Valdés.
El pianista, establecido en Estados Unidos, gira desde hace meses con la cantante cubana Aymée Nuviola, con quien dio forma al proyecto Viento y Tiempo. En 2011, Rubalcaba ofreció un concierto magistral en el Festival de Jazz de La Habana tras casi 10 años de ausencia del circuito local de conciertos. A partir de ahí, ha mantenido una relación cercana con los escenarios nacionales donde se ha presentado en varias ocasiones en los últimos años.
Omar Sosa (Camagüey, 1965)
La crítica musical siempre tiende a etiquetar los estilos o a comparar a un músico con otro que lo ha antecedido. Omar Sosa no ha escapado de ello, de hecho, al instrumentista cubano lo sitúan en algún sitio entre Thelonius Monk y Eddie Palmieri. En verdad, cualquier seguidor del jazz coincidiría en que es una posición privilegiada, tomando como punto de partida la obra enorme de los jazzistas estadounidenses.
Dicho esto, hay que agregar que el músico ha sabido darle cuerpo a un discurso propio dentro de los complejos terrenos del jazz y hoy es un músico de referencia en esta escena a nivel global.
Sosa ha sido pródigo en tomar influencias de aquí y de allá para darle vida a una obra sincrética atravesada por el jazz, el rap, la rumba y la huella de los sonidos africanos en la música norteamericana. Encima, lo ha hecho de una manera orgánica con la que se ha ganado el respeto de cumbres de este género en numerosas regiones del mundo. Es una especie de investigador de las músicas del planeta y toma de cada cultura lo que puede aportar a su proyección sonora.
Como prueba de su filosofía, Sosa nos ha legado una frase que habla por sí sola de su posición ante la vida y la sociedad: “Creo más en la fuerza de los ancestros, en las raíces, que en los políticos. Aunque a través de la música también se hace política”.
Pedrito Martínez (La Habana, 1973)
Bruce Springsteen y Sting lo ayudaron a expandir internacionalmente su carrera tras emigrar a Estados Unidos donde integró el grupo Yerba Buena, nominado a los Premios Grammy por su disco President Alien. Este es solo uno de los réditos de Pedrito Martínez, uno de los percusionistas cubanos de mayor empuje en el circuito mundial del jazz.
Martínez ha paseado su música por los escenarios de mayor prestigio en el globo y ha subido a las páginas de los principales diarios y revistas de jazz que no han escatimado elogios hacia el cubano. Su obra es un cruce de caminos entre la música afrocubana, los elementos religiosos que se utilizan en los rituales de la santería y el jazz, entendido desde sus conceptos más amplios.
Astros como Paul Simon, Sting y Wynton Marsalis han solicitado sus servicios y el instrumentista ha superado la prueba con nota destacada. Con su propio grupo ha puesto en circulación discos como Rumba de la Isla, y Duologue (junto a Alfredo Rodríguez).
En su recorrido discográfico sobresale Habana Dreams, álbum del 2016 grabado en los estudios Egrem de La Habana. El fonograma se colocó en el primer lugar de la lista de discos tropicales de Billboard y en su grabación contó con las colaboraciones de Rubén Blades, Issac Delgado y Descemer Bueno. Pero para él lo más trascendente de este disco fue la posibilidad de reencontrarse y trabajar con sus tres hermanos percusionistas, que viven en la Isla.
Roberto Fonseca (La Habana, 1975)
Roberto Fonseca acaba de publicar su quinto disco, Yesun. El fonograma es la coronación de un músico en los altares del jazz. El álbum recoge los distintos caminos seguidos por el líder de Temperamento, en este género que ha tenido para él un fuerte componente experimental. No hay mejor prueba al canto que la mixtura de los elementos que también conforman sus discos anteriores: ABUC, Akokan, Zamazu, Yo.
En las manos de Fonseca el jazz cubano ha encontrado un bien asfaltado camino hacia la evolución. El pianista, de 44 años, es un especialista en la indagación de las llamadas World Music y ha sabido compaginar sus inquietudes creativas con su magistral interpretación del jazz.
Desde La Habana, Fonseca ha logrado internacionalizar su obra en la que rinde tributo continuamente a sus orígenes africanos, a las raíces que lo han llevado a girar por medio mundo sin desprenderse de la herencia cultural que late bajo sus pies.
Con su propio grupo (Temperamento) –en el que descolla un flautista, clarinetista y saxofonista sumamente notable como Javier Zalba–, ha plantado la bandera del jazz cubano en las plazas más prestigiosas donde le han llovido, desde las páginas de las revistas especializadas, excelentes críticas por la originalidad que muestra en cada concierto.
David Virelles (Santiago de Cuba, 1987)
The New York Times acaba de dedicarle profusos elogios al cubano David Virelles. “…es un pianista de origen cubano que utiliza la discreta disonancia y la oscuridad para interrogar, y, a veces, explotar, las sagradas tradiciones de su país de origen”, dijo el prestigioso diario estadounidense en una reciente publicación. Su destreza, habilidad e imaginación han llamado la atención de grandes nombres de este género en los Estados Unidos y, sobre todo, en la ciudad de Nueva York, donde reside.
Nacido en Santiago de Cuba en una familia de artistas encabezada por su padre (el trovador José Aquiles), Virelles, de 35 años, radicado hace más de una década en los Estados Unidos, es uno de los jazzistas cubanos de mayor resonancia en la diáspora. Su disco Continuum fue situado entre los mejores fonogramas de jazz en los Estados Unidos durante 2010 y The New York Times lo ubicó en el primer lugar de la lista. Cuatro años más tarde Mbòkó, corrió la misma suerte entre los mejores de 2014.
Virelles es una especie de esteta de la creación sonora. En su caso, la belleza la encuentra en la indagación más radical en el jazz y sus afluentes y en el intercambio con sus raíces. Si no, remítase a su música y verá que queda prendado del sentido de experimento que tiene el jazz para el probado instrumentista santiaguero.
Alfredo Rodríguez (La Habana, 1985)
Alfredo Rodríguez dio el gran salto hacia la escena internacional del jazz de la mano de la leyenda Quincy Jones. El productor estadounidense lo vio actuar durante un festival en Suiza y le cursó una invitación a desarrollar su carrera en los Estados Unidos. En los escenarios norteamericanos ha dado forma a su trayectoria a velocidad de vértigo y ha grabado discos con una envoltura de alto nivel conceptual, definidos por la experimentación entre el jazz y músicas de diversas culturas del mundo.
En su catálogo discográfico descansan los fonogramas de estudio Sounds of Space, Invasion Parade (nominado al Premio Grammy en 2015), Tocororo y The Little Dream, grabados bajo el sello Mack Avenue Records. El pianista, de 34 años y radicado en Los Ángeles, regresa con frecuencia a Cuba para visitar a su familia, pero no ha obtenido los permisos correspondientes para ofrecer un concierto en la Isla.
Alfredo Rodríguez, quien gira actualmente con el genio cubano de la percusión Pedrito Martínez, ha subido a varios de los escenarios más relevantes del planeta para actuar junto a los héroes del jazz Herbie Hancock y Chick Corea, entre otros. Sin embargo, la idea de presentarse en Cuba sigue visitándolo con la fuerza de un sueño por cumplir.
Yissy García (La Habana, 1987)
Yissi es una jazzista con conciencia. Conociendo que no es muy pródiga la presencia de mujeres dentro de este género, la percusionista ha sabido ocupar un peldaño de importancia dentro del complejo tablero de este estilo de raíz negra. Yissy, con su grupo Banda Ancha, ha desarrollado un trabajo digno de atención por su bien hilvanada mezcla de jazz con ritmos electrónicos y música popular cubana.
¿El resultado? Una obra que suena orgánica, libre, y que hace estallar cualquier tipo de frontera que pueda haber en la cultura sonora de la Isla. Su talento detrás de las baquetas y su ingenio, acompañado de las múltiples necesidades de expresión y experimentación del artista santiaguero conocido como Dj Jigüe, otro de los puntales del grupo, han logrado que Banda Ancha acumule suficientes méritos para ser uno de los paradigmas de la contemporaneidad cubana.
Interactivo
Interactivo abrió una nueva senda para la música cubana contemporánea. La iconoclasta banda es pionera de las fusiones que comenzaran en la escena insular desde hace dos décadas. Su líder, el pianista y compositor Roberto Carcassés, ha declarado que hacen “Timba Funk”, un estilo que resume los ímpetus creativos de todos los músicos que han pasado por la banda y que hoy todavía integran la comunidad musical que es Interactivo.
Desde el inicio, Carcassés se propuso reforzar los vínculos entre el jazz y la música popular cubana y expandirlos lo más posible. No hay música que le sea ajena al colectivo del hijo de otro gran músico cubano: Bobby. Robertico, para sus amigos, es un pianista que mira la música de Interactivo desde una concepción democrática y participativa en el que todos los integrantes del grupo tienen algo que decir, que aportar.
De ahí que, en medio de una real participación, surja ese sonido que identifica la música cubana del nuevo mileno y la ponga a dialogar frente a frente con sus expresiones más universales. Goza pepillo, Cubanos por el mundo, Interactuar es una fuerza y Libre, son cuatro de las producciones iconos para comprender la música cubana de este siglo.