El mundo ya no es lo que era. No es lo que era hace cuatro décadas, cuando el Festival Jazz Plaza daba sus primeros pasos en La Habana, y tampoco apenas en enero de 2020, cuando vivió su última edición presencial hasta la fecha, todavía sin los golpes de la pandemia. Pero tampoco es lo que era doce meses atrás, cuando todo el evento debió volcarse a la televisión y a las redes sociales, y la COVID-19 amargó la gozosa fiesta de los escenarios y las descargas que solía ser la mayor cita jazzística de Cuba.
El mundo no es el mismo desde entonces, y tampoco la Isla, que en el último año sufrió un funesto pico pandémico, y una escalada de la crisis económica, y un problemático ordenamiento monetario, y largos apagones y averías eléctricas, y unas inéditas protestas antigubernamentales, y… El jazz, en cambio, sigue siendo el jazz, aquí, allá y acullá, un territorio casi utópico para la conspiración artística, para la confluencia y la libertad creativa; una panacea musical capaz de abrigar el alma en los tiempos más oscuros y convertirse en una especie de milagro para quienes lo abrazan sin prejuicios.
“Milagro”: esa fue justamente la palabra que empleó el inagotable Bobby Carcassés, fundador del Festival Internacional Jazz Plaza, para definir el cercano regreso del evento a los escenarios habaneros. Para este versátil maestro ―quien, según sus propias palabras, lleva más de 60 años alimentándose del jazz― este género es capaz de curar las enfermedades del espíritu, la tristeza y el estrés, y quienes asistan a las presentaciones y conciertos programados a partir de la próxima semana “no van a encontrar solamente música, sino también mucha magia, una manera de crecer, de revitalizar los sentimientos a través de la vibración que ofrece el jazz”.
La vuelta del festival a la capital cubana, justo con el país atraviesa un peligroso repunte de los contagios de coronavirus tras la llegada de la variante Ómicron, es entonces un motivo de alegría para los cultores y amantes del género, ansiosos de compartir nuevamente sus talentos y afectos in situ, luego del impasse obligado de 2021; aunque también deba serlo de preocupación y ocupación ―para organizadores, artistas y público―, para que pueda resultar ciertamente el bálsamo espiritual al que aspiran sus promotores, y no se vea empañado por la sombra de la COVID-19.
“El público cubano y también los músicos estábamos deseosos de que el festival pudiera realizarse este año. No será como habíamos pensado inicialmente, pero al menos podrán realizarse conciertos en vivo y podrá disfrutarse de esa interacción única que propicia el jazz sobre el escenario”, comentó al respecto Víctor Rodríguez, presidente de la cita habanera, cuya edición 37 se realizará oficialmente del 18 al 23 de enero, aunque ya este domingo 16 tendrá su prólogo con un concierto del afamado músico congoleño Ray Lema, con la Orquesta Sinfónica Nacional de la Isla.
“Esperamos que sea un momento muy especial para los seguidores del jazz en Cuba. Porque los artistas cubanos no han dejado de viajar en este tiempo, han seguido participando en festivales y conciertos fuera del país, aun con la pandemia, cuando la situación lo ha permitido, y nosotros estábamos esperando con muchos deseos el nuestro. Y gracias al esfuerzo que se ha hecho, no solo por los músicos y quienes organizamos el evento, sino también por el personal médico que sigue batallando contra la COVID, y por los científicos que han desarrollado las vacunas, podremos tenerlo presencial este año”, añadió Rodríguez en declaraciones a OnCuba esta semana, durante la conferencia de prensa previa al inicio del Jazz Plaza 2022.
Presencial, pero…
Aunque el regreso a los escenarios es motivo de satisfacción, el mismo tendrá, como era de esperar, sus límites y condiciones.
“Nuevamente la vida nos obliga a hacer el festival de otra manera ―apuntó a la prensa al respecto el presidente del encuentro jazzístico―. El año pasado no pudimos realizarlo de manera presencial, por la pandemia, y este año, cuando pensamos que íbamos a poder celebrarlo como se había hecho tradicionalmente, la COVID-19 ha tenido un repunte y hemos tenido que tomar un grupo de decisiones para mantener el carácter presencial, respetando los protocolos sanitarios y con aforo limitado en los teatros y cumpliendo todas las normas establecidas para asistir a los mismos.”
Solo tres sedes tendrá esta vez el Jazz Plaza: el Teatro Nacional, con sus salas Avellaneda ―destinada a los principales conciertos nocturnos, entre ellos las galas de inauguración, el martes 18, y de clausura, el domingo 23― y Cobarrubias ―con hora de inicio a las 11:00 de la mañana―; la Sala Tito Junco del Teatro Bertolt Brecht, con presentaciones a las 6:00 de la tarde; y el veterano Teatro América, que lleva la cita más allá de su circuito habitual y también acogerá actuaciones en las noches. A estos sitios se unen otros espacios colaterales en la capital, mientras que las actividades previstas para Santiago de Cuba, ciudad que en los últimos años había funcionado como subsede, fueron esta vez suspendidas debido al actual contexto epidemiológico. En todos estos espacios cerrados se permitirá una asistencia menor a su capacidad y se requerirá el uso obligatorio de mascarillas.
“Una particularidad de esta edición es que no programamos presentaciones en espacios abiertos, algo que puede parecerle contraproducente a algunos, porque en estos espacios, por sus características, es mucho más difícil la contaminación, pero también es mucho más difícil el control de los mismos, de sus capacidades y sus dinámicas, por las medidas de seguridad y todas las exigencias necesarias en esos sitios para lograr el distanciamiento físico, y por eso solo estaremos en los teatros”, precisó Rodríguez, quien destacó que, a la vez, se decidió “mantener todo lo que se hizo el año pasado en la televisión y en las redes sociales, todo lo que se logró con las presentaciones virtuales, porque la vida demostró que tuvo un gran impacto y que eso también hacía falta porque ayuda mucho a la repercusión del festival”.
Gracias a ello, el Jazz Plaza tendrá realmente un formato híbrido, al combinar los conciertos presenciales y online, a través del canal Streaming Cuba, dedicado a la promoción y difusión de eventos artísticos de la Isla, y enlazado con las plataformas y redes sociales de diversas instituciones cubanas, bajo el auspicio del Ministerio de Cultura. Y también contará con su espacio en los medios tradicionales, como la radio y la televisión, con lo que se pretende multiplicar su impacto en todos los espacios posibles y alcanzar o superar las cifras de la edición precedente, la cual sumó más de un millón de internatutas alcanzados y más de 300 mil reproducciones de video.
Esta estrategia se aplicará no solo a las galas, conciertos y descargas, sino también a otras actividades, como las sesiones teóricas del Coloquio Leonardo Acosta in memoriam. Su coordinadora, la musicóloga Neris González, explicó a la prensa que el mismo se celebrará por primera tanto en vivo, en su sede del Centro Cultural La Plaza de 31 y 2 ―con entrada libre desde las 10:00 de la mañana―, como en las plataformas virtuales, y que durante sus jornadas tendrán lugar conferencias, paneles y clases magistrales, así como proyección de audiovisuales y presentaciones de discos y publicaciones especializadas.
Un programa “de lujo”
Con una obra del Premio Nacional de Artes Plásticas Eduardo Roca “Choco” como emblema visual, el Jazz Plaza 2022 tendrá, aun con la amenaza de la COVID-19, un programa “de lujo”, según resaltó Indira Fajardo, presidenta del Instituto Cubano de la Música. La directiva destacó a la prensa la confluencia de generaciones de artistas que caracteriza la cita habanera, y que volverá a distinguirla en su edición 37, y agradeció a todos los músicos que respondieron a la convocatoria a pesar de las lógicas dificultades que supone el momento actual de la pandemia en la Isla y el mundo.
La directiva enfatizó en la apuesta de las autoridades e instituciones cubanas por el festival y aseguró que para la Isla resulta “estratégico” no renunciar al mismo, “aun con las medidas y las restricciones en los teatros y otros espacios, por el significado que tiene la música y más en momentos como los que ha vivido el mundo y en especial el país, y también por la demanda del público, que lo ha estado esperando”. Y si todo transcurre según lo previsto, a juzgar por los artistas y presentaciones programadas, los amantes del género y de la música en general podrán sentirse más que satisfechos.
El Jazz Plaza contará con la prestigiosa armada jazzística cubana prácticamente en pleno, liderada por figuras del renombre del ya mencionado Bobby Carcassés, Roberto Fonseca ―por demás, director artístico del evento―, Ernán y Ruy Lopéz-Nussa, José Luis Cortés “El Tosco”, César López, Orlando Valle “Maraca” y Germán Velasco, e integrada también por jóvenes ya con una obra reconocida como Rolando Luna, Alejandro Falcón, Gastón Joya, Oliver Valdés, Rodrigo García y la Joven Jazz Band que dirige el maestro Joaquín Betancourt. Además, cubanos radicados fuera de la Isla, como Dayramir González, Nachito Herrera y Virginia Guantanamera, protagonizarán una nueva vuelta a sus raíces.
Desde fuera también llegarán artistas del calibre de Laurent de Wilde (Francia), Jacob Karl Anders (Suecia), Mike del Ferro (Países Bajos), Pekka Pylkkanen (Finlandia), Javier Malosetti (Argentina), Radovan Tariska (Eslovaquia) y una embajada estadounidense integrada, entre otros, por Donald Harrison, Dean Torrey, Jazzmeia Horns y The Common Tatters.
Organizar un cartel artístico con tantas figuras y armonizarlo con las condiciones y medidas que impone la pandemia, tanto dentro como fuera de la Isla, ha sido una tarea ardua, según reconoció a OnCuba Víctor Rodríguez.
“Todo el mundo sabe lo complicado que está siendo viajar de un país a otro en estas circunstancias, lo mismo por el precio de los boletos, que en no pocos casos hasta se ha duplicado, que también por las normas y los protocolos sanitarios, los pasaportes de vacunación, las diferencias que existen en estas normas entre los diferentes países y aerolíneas, cuáles aceptan una determinada vacuna contra la COVID-19 y cuáles no”, detalló el presidente del Jazz Plaza, quien señaló que, sin embargo, “aun bajo toda esas circunstancias hemos logrado que una buena cantidad de importantes artistas extranjeros hayan confirmado su asistencia y están viniendo así mismo a Cuba”.
Rodríguez destacó la respuesta de los artistas cubanos, su entusiasmo con el evento, y su responsabilidad para que sea exitoso a pesar de la pandemia. “Hay que referir cómo han adaptado sus programas, incluso después de haber trabajado ya durante semanas en ellos, cómo se han organizado los ensayos en los teatros para coincidir la menor cantidad posible de personas juntas en un mismo lugar, cómo se han diseñado las actividades y los espacios para minimizar las posibilidades de contagio. Se ha tenido que hacer un trabajo organizativo muy fuerte y esperamos que ello redunde en el éxito del festival”, comentó Rodríguez.
No obstante, como apuntó Jorge Alfaro, experimentado director del Teatro América, “cualquier medida que se tome (para prevenir casos de la COVID-19) es poco”. “Lo más importante es la disciplina y el nivel de exigencia en las instituciones donde va a realizarse el evento, porque si no podríamos enfrentar situaciones difíciles. Así que a los organizadores y a los directivos de los centros que acogen los conciertos de manera presencial, nos toca exigir por el cumplimento de las medidas sanitarias, y al talento artístico le corresponde tener una total disciplina para que el festival tenga finalmente el resultado que queremos”, reflexionó con acierto. Sus palabras quedan entonces como un necesario llamado de atención a solo días de que el jazz, con todo su frenesí musical y su capacidad para la propulsar la creatividad y cautivar sanamente el espíritu, conquiste nuevamente La Habana.