A simple vista, algunos pudieran pensar que a Jessee Suárez, reconocido compositor de música popular cubana, le brotan las letras como torrente. Sus admiradores insisten en que la gracia le es innata y sabe decir, con poco, lo que a muchos les costaría demasiado transmitir. Sus detractores lo ven como un fabricante en serie de hits de moda.
Temas suyos como Toda la vida o Qué voy a hacer sin ti, todo un éxito colado en las listas de éxito por la interpretación de la cantante Arlenys, o el más famoso aún Libertad, de Omara Portuondo.
Jessee parece no saber lo que significa pasar de moda o dejar de llegar a audiencias múltiples, con temas que nunca pierden vigencia como el amor o la amistad. Confiesa que se apoya en palabras sabias y redunda en sentimientos valederos para lograr la emoción a través de las sonoridades.
Desde muy joven se hizo el hombre de verbo, y con apenas quince años hizo públicas sus primeras líneas, apoyadas en estudios preliminares de Teoría y Solfeo, Piano Básico y Canto, complementos que le han valido para su trabajo posterior como autor de canciones que tienen mucha pegada en el público de la Isla y fuera de ella.
“A mí me gusta la música comercial y abordo las temáticas en dependencia de la creación que pretendo. Prefiero adentrarme en los álbumes de los artistas, en los sencillos, en los temas que promocionan. La naturaleza del single me gusta mucho”, señala.
Jessee sabe moverse en un amplio número de cantantes que hallan en él la persona idónea para componerles temas que pueden ir desde lo más movido hasta lo más sentido. Los géneros musicales no le preocupan y consigue desplazarse muy cómodamente entre ellos sin perder la esencia del mensaje ni la relación tema-ritmo.
El flujo de comunicación con los artistas suele ser diverso: o los músicos lo persiguen, o él los busca. La dinámica tiene que ver con los intereses de cada cual. Aun así, considera que lo imprescindible es conocer cuáles son los móviles de cada cantante y estudiar al público.
“Cada artista es una historia que uno vive, todos tenemos nuestra forma de hacer. La comunicación entre compositor y cantante es muy importante. El producto final lo refleja si eso se pierde por el camino”, manifiesta.
Sobre el trabajo con los más jóvenes subraya que a veces es un poco complejo decirles cuál camino deben escoger pues ellos tienen mucho que decir.
“En ocasiones, ese deseo de transmitir mensajes a través del ritmo los hace complicarse en la naturaleza de las cosas y no ver con claridad la vía más llana para llegar a la audiencia.
“Yo les aconsejaría que fuesen directo a lo que buscan y simplifiquen su trabajo a la hora de exponerlo, de modo que capten más rápidamente el interés del público meta. Lo prudente es hacer las cosas con buen gusto, lo demás viene solo”, señala.
A la hora de escribir, Jessee destaca que es necesario tener en cuenta una idea del compositor Donato Poveda: hay que escribir sencillo para que se entienda y profundo para que se sienta.
“Ese criterio lo interpreto en el sentido de que no debes complicarte, las cosas tienen que fluir. A veces nos atamos a lenguajes rebuscados, a melodías y armonías demasiado complejas. De esta forma conseguimos que no se capte el mensaje que queremos hacer notar.
“Las variables son infinitas en la música, pero hay que tener cuidado cuando compones porque algunas personas pueden sentirse ofendidas en determinado momento por la calidad de la letra. Y al público hay que respetarlo ante todo”, indica.
Para Jessee no hay mucha dificultad a la hora de escribir: sólo se requiere de concentración y dejarse llevar.
“Sin embargo, las experiencias de la propia vida constituyen un conjunto muy interesante para crear historias y entrelazarlas con otras realidades. La capacidad de hacer canciones es algo con lo cual se nace, pues posees esa posibilidad de extrapolarte y viajar entre melodías, letras, armonías. Es posible que esa gracia se pueda desarrollar y llevar a un nivel más alto, pero debe venir con uno”, precisa.
Según el compositor, hay grandes autores conocidos en el país y otros tantos sin revelarse, pues en ocasiones es difícil llegar a determinado artista o productor para insertar la obra.
“Esto se debe a que los mecanismos de acceso al mercado son complicados pero se necesitan. Es más fácil que alguien seleccione una obra tuya si has adquirido renombre a base de esfuerzo y tropezones, pero en el caso de un compositor novel es más complicado.
“A mí me gustaría que todo autor con deseos de hacerme llegar su obra lo hiciera y yo, como productor, poderlo ayudar. Sería bueno pensar en un mecanismo para que los escritores jóvenes lleguen a los artistas con mayor facilidad”, resalta.
Sobre esos que pretenden comenzar en el mundo de la composición dice sin ambages: “Esta es una profesión muy bonita, pero también una carrera de resistencia. ¡Que se lancen!”
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