“Estoy aquí para que me vean todos”, llegó diciendo el domingo José Alberto El Canario a los periodistas que aguardaban por él detrás del escenario del Salón Rosado de La Tropical. El cantante dominicano, considerado uno de los cinco soneros más importantes nacidos fuera de Cuba, actuó hace unas horas en el concierto de celebración del segundo aniversario de la orquesta El Niño y la Verdad.
“Vine a sudar y a gozar”, le confesó al público desde la escena cuando, acompañado de la orquesta cubana, rememoró Que paren el reloj, A la hora que me llamen voy (de Cándido Fabré) y La palangana, éxitos suyos muy populares entre los cubanos. Cada tema duró más de 20 minutos y el público aplaudió efusivo la energía con que el artista entregó sus canciones.
En la velada José Alberto creó una química especial con Wilfredo “Pachy” Naranjo Jr., director musical de la orquesta. Al intérprete dominicano se le vio tan emocionado que pedía constantemente a sus acompañantes musicales tonos cargados de una cubanía enorme.
Querían que esa noche quedara para la historia. Por eso, cuando José Luis Cortés lo retó a una amistosa competencia, José Alberto no dudó en seguir los acordes salidos de la flauta de El Tosco, a través de su manera única de silbar.
Un contagioso coro de Cortes invitó a El Canario a sumarse: “Ay, Obama, vuélvete loco y ven pa’ La Habana”, y los asistentes a La Tropical rompieron a bailar con tan original montuno, marcado por la trompeta ejecutada por Alexander Abreu, a quien El Canario considera un excelente músico y de quien se declaró un eterno admirador.
Hacía 37 años que José Alberto, El Canario, no se presentaba en La Habana, aunque su espectáculo de entonces todavía perdura vívido en la memoria: “Mi última actuación aquí fue en el año 1978, en el cabaret El Mambí junto a Irakere. Recientemente pasé por aquí camino al oriente, para grabar con el Septeto Santiaguero”, aseguró.
“Teníamos hambre de venir para acá. Rompimos cadenas y estamos con nuestra gente. Porque no importa lo que se interponga por el medio, la música no tiene barreras”, señaló.
Siempre deudor de la sonoridad cubana, José Alberto confesó llevar esa esencia por el mundo. Lo ha hecho en esos largos 40 años de estar encima de un escenario cantando, aniversario que comienza a celebrar en julio venidero.
Interrogado sobre la presencia de compositores insulares en su repertorio, El Canario reconoció el talento de los hijos de esta tierra. “El que haga este tipo de música y no interprete a autores cubanos está fuera de línea, porque la esencia sale de aquí. Somos una fotocopia un poco regional de lo que es la música cubana. Salsa es simplemente el nombre que se le ha puesto a todos los ritmos de esta bella tierra y que permite identificar todo lo que se ha hecho y se ha podido comercializar por allá fuera.
“Si vamos a nuestros antecedentes, tenemos que hablar de Machito, Benny Moré, Dámaso Pérez Prado, Arcaño, Miguelito Cuní, Arsenio Rodríguez, Abelardo Barroso y del dúo Los Compadres, de los que acabo de hacer un homenaje discográfico junto al Septeto Santiaguero, justo donde nace el son, en Santiago de Cuba”.
Una próxima visita suya no se va a hacer esperar. “Si no me traen, yo voy a venir de vacaciones. Ahora tuve un inconveniente: no había cupo en los vuelos y no pude traer a mi señora.”.
José Alberto ha colaborado en varios discos con la Orquesta Revé y el Septeto Santiaguero (Homenaje a Elio Revé y No quiero llanto y Tributo a los Compadres, respectivamente).
Su voz también se volverá a escuchar en la segunda placa fonográfica de La Verdad, como lo reveló a On Cuba Emilio Frías (El Niño): “El Canario accedió a grabar en nuestro próximo CD el tema Salsa o son”.
Un flujo de artistas de la región ha mostrado recientemente su interés en grabar y presentarse con sus colegas cubanos en la Isla. Luego de esta actuación en La Tropical se espera en el teatro Heredia de Santiago de Cuba al merenguero Johnny Ventura, con su coterránea Maridalia Hernández, quien por muchos años fue la voz femenina de Juan Luis Guerra y la 440.
Ese es un sonero al estilo de Oscar de León sin palabras…