Por estas fechas, cuando algunos se empecinan en el retorno a la sofocante luz del sol, los dioses de la lluvia desoyen las plegarias y ofrecen su empapada bendición a las calles habaneras. El destilante día obliga a desempolvar paraguas y salir, desafiantes, a vivir la rutina. La Habana se inunda y los cubanos persistimos en transitarla. La lluvia arrecia y corremos a su encuentro en una especie de canto a la prosperidad.
En medio de este escenario, transcurre el Primer Encuentro Internacional de Jóvenes Pianistas. El agua no fue motivo para que cada jornada, justo a las seis de la tarde, el público colmara las salas del Centro Histórico dadas al placer de la buena música. Dieciséis conciertos únicos conforman el programa organizado por la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, el Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas y la Dirección de Gestión Cultural de esa Oficina.
Ocho hombres e igual número de mujeres ofrecen su arte; pertenecientes en su mayoría a la cátedra del reconocido pianista y maestro cubano Salomón Gadles Mikowsky, director artístico del Encuentro y profesor de la Manhattan School of Music, los dieciséis músicos llegan de China, Rusia, España, Corea del Sur, Bielorrusia, Egipto, Estados Unidos y Cuba.
Desde los primeros acercamientos a la tradición musical de la Isla, el piano deviene instrumento fundamental e imprescindible, constituyendo uno de los pilares de nuestro patrimonio cultural. En 2009 tuvo lugar en el país la última edición del Concurso y Festival Internacional de Piano Ignacio Cervantes, del cual han transcurrido varios años ya. El certámen garantizaba a la escena cubana la visita de excelentes pianistas foráneos y el encuentro de estos con los mejores músicos locales.
Mikowsky, jurado de aquellos concursos Cervantes, sintió la necesidad de devolverle a la capital cubana, ciudad de su juventud antes de su salida a Estados Unidos como estudiante, la oportunidad de dialogar con grandes figuras internacionales del instrumento. Así, este espacio, aunque no competitivo, retoma la idea del intercambio y el deleite con los sonidos clásicos ocultos en La Habana de hoy.
La cita permite escuchar piezas de gran complejidad interpretativa, características de certámenes de piano de alto nivel a escala mundial. Fueron ejecutadas en versión integral las 40 Danzas de Ignacio Cervantes y las Variaciones Goldberg, de Bach, entre otras piezas de elevado rigor de Mozart, Beethoven, Chopin, Liszt, Prokofieff, Rachmaninoff, Lecuona, José María Vitier y Frank Fernández.
Pianistas jóvenes del escenario nacional muestran una ejecución que valida cada vez más la Escuela Cubana de Piano y hacen de este encuentro un reto en su carrera. Daniel Rodríguez Hart, Liana Fernández Neira, Fidel Leal Camacho, Víctor Díaz Hurtado, Harold López-Nussa, Aldo López-Gavilán y Willanny Darias Martínez -esta última, actual estudiante de la Manhattan School of Music- son los representantes cubanos que se sientan al piano por estos días.
Uno de los nombres jóvenes más escuchados es, sin dudas, el de Harold López-Nussa, quien pone de relieve una vez más no solo su virtuosismo y versatilidad como intérprete sino su dimensión como compositor. Corresponde a López-Nussa y a López-Gavilán la clausura del evento, este domingo, en un concierto de lujo a cuatro manos que hará vibrar la Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís.
El piano, al alcance de todos los estilos y de todas las obras, llega como la lluvia a inundar la constante sonoridad habanera. Las melodías de este instrumento componen momentos únicos para la música en nuestro país. El público y los artistas colmaron cada espacio de la Vieja Habana para sentarse con el paraguas al piano y desafiar a los dioses. La sublime armonía que igualmente surge del tintineo constante de las gotas en el suelo se funde con los acordes de los clásicos, en una jornada que solo volverá a sentirse con el regreso del próximo junio y sus diluvios.