Mike Porcel es prácticamente un desconocido en el mundo cultural cubano. Su obra ha sido cubierta por el polvo del olvido a pesar de ser una de las más contundentes de la canción de autor en las últimas cinco décadas. Los realizadores José Luis Aparicio y Fernando Fragela, sin embargo, se han encargado de que la historia emerja rescatando para el presente cubano la carrera de este cantautor con el documental Sueños al pairo.
El ICAIC censuró la exhibición del filme en la Muestra Joven por incomprensiones políticas e ideológicas, según los propios organizadores del evento. Por obra y gracia de este acto, ya muchas personas se han acercado a la creación del músico, cuyas canciones habían escuchado con seguridad en su propia voz o interpretadas por otros artistas, pero hasta hoy no habían tenido la oportunidad de ponerle rostro a los temas de un cantautor que prestigia la cultura cubana.
En el documental varios de sus colegas y especialistas abordan no solo las intenciones del Mike Porcel de emigrar del país y lo que trajo como resultado su decisión para su vida y su carrera, sino también la relevancia de su obra.
Amaury Pérez lo califica como un orfebre de la canción. Joaquín Borges Triana lo reconoce como una de los más grandes creadores dentro de la cancionística cubana. José María Vitier, por su lado, destaca su singular personalidad creativa.
Sobre el cerco que se tendió sobre el cantautor, Amaury Pérez recuerda que no lo dejaron salir mientras sí pudieron irse su esposa y su hijo. “Mike –dice Amaury–, se encerró en sí mismo una vez más. Pienso que para sobrevivir”.
La historia de Mike es también un espejo de la historia reciente de Cuba. Aparicio y Fragela la miran desde su propia perspectiva en el turbulento tiempo que rodeó al cantautor y la someten al escrutinio tal vez con el propósito de servir de alerta para que el pasado no vuelva a asomarse peligrosamente al presente.
Pero, “¿quién es Mike Porcel?” se han preguntado muchos en medio de toda la algarabía despertada por la decisión de retirar el documental, Sueños al pairo, título extraído de un verso de “Diario”, una de las canciones más hermosas de Porcel.
La respuesta, en verdad, no es tan sencilla. Mike Porcel ha sido varios músicos a la vez, un artista que ha pasado por las etapas más diversas, pero siempre ha impreso un sello rotundo tanto en las agrupaciones que integró como en su obra en solitario.
Ha pasado mucho tiempo desde su ingreso a las filas del combo de rock Los Dada— una banda que hizo época en los ambientes alternativos de los sesenta del pasado siglo— para iniciar el rumbo de su carrera profesional.
Luego fundó Síntesis junto a Carlos Alfonso, una alineación cuya sonoridad marcó desde sus inicios y de la cual fue su primer director.
Aún hoy, después de más de 50 años, se percibe en la banda esa primera impronta de Porcel. De su tiempo en Síntesis todavía muchos recuerdan el empaste vocal que alcanzó junto a Carlos, Ele Valdés, Silvia Acea, y Eliseo Pino, cuatro integrantes de la formación original.
Su trabajo en esta ya célebre agrupación estuvo definido —como toda su obra— por un inquieto sentido de la experimentación y la curiosidad, una actitud ante la música que nunca en él, ni siquiera en los malos tiempos, se puso de rodillas.
La música para Mike Porcel fue con el paso de los años un refugio, un viaje en el que siempre regresaba hacia él mismo. Sus canciones son un arte inseparable del dolor. Su música provino de entender que mientras la realidad se le hacía agreste, podía volver a sus canciones como un método de supervivencia.
Nunca fue un cantautor de multitudes, pero sus composiciones inspiraron a varios músicos cubanos y foráneos.
En su repertorio hay temas que son verdaderas cumbres de la cultura sonora cubana y como tal fueron adoptados por colegas suyos como Santiago Feliú, quien hacía una magistral interpretación de “Diario”.
Mike, como lo llaman sus amigos y más fieles admiradores, era (es) un ser comprometido con la perfección y la belleza. Pero en su caso es una belleza más cerca del crepúsculo, reflexiva, que prefiere concentrarse en la plenitud de las sombras que vivir bajo las luces.
Ese mundo poético tan vasto le valió el respeto y la admiración de la gran mayoría de los cantautores de su época y de las promociones de trovadores que llegarían luego, aunque algunos, en aquellos turbulentos tiempos de los 70 y 80, solo le profesaron admiración en silencio.
Mike sostuvo vínculos con creadores como Amaury Pérez (con quien grabó un 1978 un disco con poemas musicalizados de José Martí) y Pedro Luis Ferrer, otro de los músicos que estuvo pendiente a su carrera y lo apoyó en alguno de los más momentos más difíciles, cuando estuvo condenado institucionalmente al ostracismo por sus visiones políticas y sus intenciones de abandonar el país durante el éxodo del Mariel.
Entre las colaboraciones más recordadas por conocedores de la carrera de ambos músicos aparece el tema de la autoría de Mike, “Diálogo con un ave”, que también sumó a su repertorio la popular cantante Beatriz Márquez.
“Ay del amor”, “A un reloj de pared”, “Don Carlos2″, “No sé qué voy a hacer con tu recuerdo” o “En busca de una nueva flor” son otros sus temas memorables. Ese último fue tomado como himno del Festival de la Juventud y los Estudiantes de 1978, dio nombre al álbum debut de Síntesis y ha sido interpretado por músicos como Argelia Fragoso, Ireno García, y la argentina Nacha Guevara.
Durante más de siete años a lo largo de la década del ochenta, Mike Porcel vivió un exilio interno (un insilio) con todo el dolor que eso conllevó, hasta que pudo cumplir con su deseo de salir de Cuba.
Fueron años obviamente muy duros a los que pudo sobrevivir, posiblemente, por su compromiso con la libertad que para él significaba la música. Aunque su obra no se escuchó por un largo periodo en los medios de difusión, en tiempos recientes se han abierto algunos espacios para sus canciones.
Mike Porcel no ha desarrollado un amplio registro discográfico en concordancia con la magnitud de los temas de su autoría. No obstante, en los últimos años, parece decidido a llenar ese vacío y ha publicado sus tres discos Intactus, Personal, y Echoes (Suite cubana para orquesta y banda rock).
Este último recoge todos los músicos que ha sido, por lo que constituye un material monumental dentro de su trayectoria y en las vanguardias musicales cubanas.
Mike Porcel vive en Miami desde 1988. Allí ha continuado su obra, fiel al significado que le ha otorgado desde siempre a la música y a su propia manera de componer y crear, en la que nunca ha caído en concesiones para llegar al mercado o a un público mayoritario.
Otro de los proyectos que dio vida en esta ciudad fue el disco Versos del alma, grabado junta a la intérprete cubana Ivette Cepeda —quien ha asegurado que comenzó a cantar cuando descubrió la música de Mike— y el actor y músico Daniel García Rangel.
Y porque la memoria es una espiral infinita, Mike ha vuelto a desandar como en los sesenta y setenta las calles de La Habana. Muchos han echado a un lado el velo que cubría su carrera para asomarse a fondo a las canciones del cantautor que han vuelto a gravitar, por suerte, sobre la memoria musical del país.
Dialogo con un ave fue popularizado por Beatriz Marquez, no por Farah Maria. Me precio de situarle junto a Diario, en version de Ivette Cepeda, en los programas que escribi para una emisora cubana, cuyo nombre no quiero citar, mientras sus directivos(as) me permitieron escribir guiones para la misma.