Omara salió por la puerta lateral a la terraza y todo el ambiente del patio del Hotel Nacional se revolucionó. Ella no tiene que hablar, una sonrisa cómplice y el tiempo necesario para las fotos con quienes la adoran bastan para convertirla en el centro de la atención, incluso en medio del ambiente cinéfilo que se vive en estos días.
Tres preguntas Omara, solo eso. Y su brazo, ahora tembloroso, sobre mi hombro, me advierte que el tiempo ha pasado. Es imposible dejar de imaginarla sobre el escenario, radiante en total plenitud con la voz que nos ha marcado como país, mostrándonos los verdaderos tonos del feeling.
Ella abre la conversación, “¿qué quieres, una foto?” Y su sonrisa me desarma. Unas preguntas Omara, solo unas preguntas, y una foto, claro. ¿Quién no quiere una foto con la Diva del Buena Vista Social Club?
¿Cantarás en este Festival, Omara? “No, este año no me invitaron ni siquiera a cantar, me sentí alejada”.
Pero ayer en la inauguración se te recordó, digo para intentar mediar el mal rato y su reproche.
“Eso me dijeron”, responde y cambia el curso de la conversación, como espantando recuerdos desagradables. “Eso no es lo más importante, realmente lo necesario es que el Festival no pierda su esencia”.
Busco posibles respuestas, descabelladas hipótesis, pero sigo sin entender el por qué de su ausencia. Entonces cambio el tema pues, de pie y en un pasillo, no es la mejor forma de hablar de decepciones.
Omara acaba de salir de un ensayo y se le ve extenuada, me ha lo ha dicho apoyada de mi brazo. Vino al hotel a cantar con algunos músicos las canciones de siempre. Recién regresó de Europa con los muchachones del Buena Vista, cargada de aplausos como es usual. “Siempre nos va bien, la gente nos recibe con mucho cariño en todas partes”, me dice.
Trato de volver al Festival, pero evitando los desencuentros. ¿Crees que sea lo mismo a partir de ahora sin Alfredo? Y a modo de respuesta mueve la cabeza de un lado a otro, para subrayar lo que todos tenemos miedo de entender. Lo conoció bien y sabe cuánto pesa que no siga con su saco sobre los hombros, dirigiendo esta sinfonía de imágenes que inunda La Habana.
“Era alguien fundamental, básico, me alegro mucho de haberlo conocido. Y se extraña su presencia, pero es que es así la vida. En sentido general me alegro mucho que se esté celebrando este Festival, aunque tengamos pérdidas irreparables”.
Olvidarla entre los invitados ha sido un error gigantesco. Pero, ¡ay Omara!, como si una formalidad nos alejara de ti. Justamente de ti, que has revolucionado todo el Hotel Nacional con solo salir de un ensayo, sin el glamour de las presentaciones y casi sin adornos, pero con el carisma intacto y el amor de tu gente, esa que jamás te olvida.
Foto: Laura Prada