Pocas veces los hilos de la suerte le tejen un camino tan afortunado a un artista. Así lo entendió siempre Lee Ángel Rodríguez Lechuga, melódico y afinado intérprete de canciones y boleros quien, con su lucidez intacta y unos envidiables 93 años, falleció en La Habana, la ciudad de sus primeros y grandes triunfos, el pasado 26 de abril de 2022, justamente el día que se cumplía el aniversario 56 de la desaparición del sonero Roberto Faz, líder fundador del conjunto donde Rolito, desde enero de 1956 hasta su relativo retiro de la música, entregó sus mejores años.
Transcurrían los primeros años 50 y en Nuevitas, localidad camagüeyana donde nació el 26 de noviembre de 1928, recibió clases de piano y algunas nociones de solfeo mientras que en la capital de la república alcanzaba su máximo esplendor la bien llamada “era de los conjuntos soneros”, estilísticamente marcada desde la década anterior por tres patrones fundamentales: el conjunto del tresero Arsenio Rodríguez —luego relevado en los escenarios por Chappotín y sus estrellas—, el conjunto “Sonora Matancera” y el conjunto “Casino”.
En esta última agrupación, innovadora tanto en lo vocal como en lo armónico e instrumental, y junto a vocalistas como Roberto Espí, Nelo Sosa, Agustín Ribot y Orlando Vallejo, entre otros, hacía mucho descollaba uno de nuestros grandes soneros: Roberto Faz.
El Conjunto Casino (que ya cautivaba al futuro cantante desde las ondas radiales de la CMQ y Radio Progreso, los discos editados por RCA Victor y Panart, y la incipiente televisión donde la “Video Revista Bacardí” pasó a ser muy pronto el “Show Colgate del Mediodia”) solía ser contratado por una “sociedad de color” de su pueblo. Cada vez que el “Casino” llegaba a Nuevitas, junto a la fanaticada “blanca”, a Rolito no le quedaba más opción que disfrutar de la esperada actuación desde la calle, subido a una reja, soñando con poder cantar algún día en un grupo de esa magnitud.
Para mediados de 1951 la tremenda maquinaria de difusión musical en Cuba, sustentada por sellos discográficos, radioemisoras, publicaciones especializadas, y un efectivo entramado de clubes, salas teatrales, cabarets, sociedades y liceos, todos y cada uno de ellos con carácter independiente, fomentaban el libre desarrollo de músicos y artistas, garantizando por consiguiente un tremendo flujo de música dentro y fuera de la Isla.
En ese contexto los conjuntos soneros más sobresalientes comenzaron a tener sus continuadores. Entre los seguidores del estilo “Casino” el que más destacó entonces fue el conjunto del pianista Luis Santí llegando a ser tan marcado su nivel de apego tímbrico que no pocos testimonios de bailadores de la época aseguraban confundirse fácilmente al escucharlo pues el avispado músico, además de reproducir parte de su repertorio, incorporó también a su grupo tres voces similares a las del Conjunto Casino: Felo Martínez (Roberto Faz), Pitín (Agustín Ribot) y Colacho Alonso (Roberto Espí).
Por mediación de su primo, el contrabajista Luis Rodríguez, Rolito se traslada a La Habana en 1952 para unirse al conjunto de Santí efectuando así sus primeras grabaciones en los estudios Panart, ubicados en San Miguel no.410, hoy EGREM. Para esas fechas Orlando Vallejo formaba parte del Conjunto Casino, y las condiciones del bisoño cantante con su estilo suave y melódico tenían mucho que ver con la nueva carta de triunfo con que Faz y Espí cerraban el molde vocal del popular grupo. “Yo quisiera odiarte”, bolero del compositor Pedro Pablo Pérez, fue el tema escogido por Rolito para debutar en discos Panart como vocalista del conjunto de Luis Santí.
Como ha sucedido siempre en el ambiente musical los vasos comunicantes entre las agrupaciones provocaban a su vez mucho trasiego de cantantes e instrumentistas en sus nóminas, y el conjunto de Santí no fue una excepción. En mayo de 1953, cerrado el ciclo de trabajo de Orlando Vallejo con el “Casino”, Rolito fue sumado a sus filas convirtiéndose en realidad el sueño del joven cantante. Como él mismo apuntara fue esa una incesante etapa de trabajo que trajo consigo el gran reto de asumir el intenso tren de actuaciones de aquellos músicos, además de un amplísimo repertorio que aumentaba casi a diario. Por entonces el Conjunto “Casino” solía efectuar grabaciones todas las semanas en los estudios Panart.
Un vasto espectro de géneros: son montuno, cha cha chá, guajira, guaguancó, rumba y conga, entre otros, cantó Rolito, cerrando filas junto a la voz prima de Roberto Faz y la voz segunda de Roberto Espí. Simultáneamente en las incesantes presentaciones del “Casino” fue desarrollando su capacidad innata de cancionero y bolerista, asentando al mismo tiempo su cátedra entre los más notables intérpretes de la época, poniéndole mucho sentimiento a temas como: “Serenata a la luz de la luna” (G.Miller-Parish) y “Secreto de amor” (Webster-Fain) ambos clásicos norteamericanos versionados al español por la compositora Tania Castellanos; “Tú me perteneces” (You belong to me)(Price-King-Steward) versión al español de Verde de Lón, “Ser mujer” y “No se debe confiar” (Orestes Santos); “Es muy fácil” (Felipe Dulzaides); “No sé por qué no me quieres” (Nutmidia Vaillant); “Que venga otro amor” (Cristóbal Dobal), y “Refúgiate en mí” (Frank Domínguez) entre muchos más.
Luego de poco más de once años de permanencia en el conjunto “Casino”, Roberto Faz requería tener su propia agrupación y en enero de 1956, Rolito formó parte de la escisión que permitió a los bailadores contar con otro conjunto de primera línea donde, esta vez junto a Orlando Reyes en los coros, continuaría desarrollando su carrera, sumando a la par nuevos títulos a su repertorio en el apartado romántico: “No quisiera despertar” (René Barreras); “Franqueza” (Consuelo Velázquez); “Fue desde aquella noche” (Alfonso Salinas); “Aléjate” (Roberto Cantoral); “Alma con alma” y “Como un milagro” (Juanito Márquez) son algunos de los títulos que -en la suave voz de Rolito- dejaron su impronta en la memoria afectiva de más de una generación.
El debut discográfico del conjunto de Roberto Faz se produjo a través de la etiqueta Puchito de Jesús Gorís. Hacia finales de los 50s el desarrollo alcanzado por la industria discográfica permitió el surgimiento de numerosos sellos que redoblaron la producción de música cubana hacia el exterior. Panart, primera etiqueta nacional fundada en 1944 por el ingeniero de sonido Ramón Sabat, perdía así un poco su hegemonía mientras los artistas ya consagrados, junto a las noveles promesas, encontraban más oportunidades de llegar a los discos.
En ese ámbito marcado por los “ventú”, frase popular que en el ambiente artístico-musical dio nombre a los grupos de instrumentistas específicamente contratados para participar en alguna que otra sesión de estudio, la voz de Rolito fue muchas veces requerida para completar los coros de muchas producciones, entre las que sobresalen las míticas descargas “en miniatura” a cargo del contrabajista Israel “Cachao” López, y las grabaciones efectuadas por el conjunto del pianista Eulogio “Yoyo” Casteleiro respaldando las voces de Carlos Díaz y la intérprete afro Gina Martin.
Un corista tiene que tener “ataque”, ser preciso en los coros, y por supuesto tener al menos una noción de solfeo para dominar los tiempos de cada tema a interpretar. Estos conceptos Rolito los mantuvo a lo largo de su permanencia en el Conjunto Casino y en el conjunto de Roberto Faz.
Durante el primer lustro de la convulsa década de los años 60 la instauración de una nueva política cultural, ceñida rígidamente a los intereses del nuevo gobierno, representó un cambio radical en el panorama artístico y musical. Entonces el conjunto de Roberto Faz mantuvo su popularidad asumiendo géneros que resultaron novedosos como la “pachanga” (Eduardo Davidson), el “pa cá” (Juanito Márquez) y el “Mozambique” (Pello el Afrokán). Sin embargo fue con el “dengue” (Pérez Prado) que consiguieron sus músicos acentuar aún más su permanencia en el gusto popular. Enmarcados en ese ritmo Faz, Rolito y Reyes entre 1964 y 1965 llevaron a los discos de la etiqueta estatal EGREM títulos como “Dengue del puerquito” (versión de el “Dengue del pollo”, original de Dámaso Pérez Prado), “Dengue en Faz (Roberto Faz), “Dengue para ti” (Alfonso Salinas) y “El dengue y su tiqui tiqui” (Andrés Castillo).
La modalidad que comenzó a gestarse en el conjunto de Roberto Faz por entonces también caló hondo en el público: los “mosaicos”, una atractiva combinación de boleros que desde esos años ha mantenido un sitio primordial en el repertorio de la ya veterana agrupación para beneplácito de todos los públicos. El “Mosaico número 1”, el único donde intervino Roberto Faz junto a Rolito y Reyes, poco antes de su muerte, paradójicamente, nunca fue llevado a los discos, pero afortunadamente quedó registrado en unos memorables bailables de nochebuena emitidos por el canal 6 de la televisión nacional en diciembre de 1965: “Regresa a mí” (Liman-Carmi), “No me hables de amor” (Ñico Cevedo), “Consentida” (Alfredo Núñez de Borbón) y “El torrente” (Liman-Carmi).
El 26 de abril de 1966, al producirse la muerte de Roberto Faz, fiel al legado del sonero de Regla, Rolito junto a Armandito y otros valiosos cantantes como Aldo Lamas, “Puchungo”, Orestes Macías y “El Muso”, en diferentes etapas y a lo largo de varias décadas, contribuyó a mantener el sello estilístico y tímbrico que en lo vocal ha distinguido a esta emblemática agrupación de la música popular cubana, siendo además, en discos y espectáculos, uno de los intérpretes indispensables para dar continuidad a los exitosos “mosaicos”.
Salvo un intervalo comprendido entre finales de 1996 al 2001 cuando se unió al Trío “Voces”, junto a José Antonio Consuegra y Héctor Rodríguez, con el cual estuvo presentándose regularmente en el Hotel Meliá Habana y el restaurante “La Cecilia”, Rolito hasta prácticamente el final de sus días se mantuvo en las filas del legendario conjunto Roberto Faz que, a la altura del nuevo milenio estableció su cuartel musical en la taberna “Beny Moré” situada en el casco histórico de la Habana Vieja. Al momento de su desaparición física aguardaba la edición de una nueva producción discográfica del actual conjunto Roberto Faz, donde hizo dúo con el cantante boricua Gilberto Santa Rosa.
Rolito Rodríguez fue un cantante de altos quilates, circunstancia fácilmente reconocible si analizamos los catálogos discográficos protagonizados por el conjunto de Luis Santí, el Conjunto Casino y el conjunto de Roberto Faz. Aunque por su extrema modestia y nobleza él mismo no se prodigara mucho, el público más fiel a la canción y el bolero lo sabe, de ahí la repercusión popular en las redes al conocerse la noticia de su fallecimiento en contraste con el silencio de los medios de difusión estatales. La deuda de la cultura cubana con su extensa trayectoria artística de más de 70 años es infinitamente invaluable.