Silvio Rodríguez inició en La Habana su gira por Latinoamérica, tal como estaba anunciado y, tal como era de esperar, la escalinata de la Universidad de La Habana estuvo completamente llena para escuchar y acompañar al trovador.
Cubanos y extranjeros de todas las edades llenaron la escalinata para vibrar, llorar y disfrutar con un artista que la noche de este viernes volvió a probar que su arte es universal, sin fronteras geográficas, políticas o generacionales.
Al finalizar el concierto, buscamos las opiniones de algunos asistentes. Los más jóvenes reconocían la oportunidad única de conocer a un artista icónico, al que no habían tenido tan cerca.
Las motivaciones para ir al concierto fueron muy disímiles, pero casi todos los entrevistados estuvieron de acuerdo en que las canciones de Silvio y su interacción con el público consiguieron un efecto de unidad entre los presentes.
“Esto nos hacía falta a nosotros”, dijo una de las asistentes. Fue una suerte de demostración en pequeña escala de que hay esencias profundas, experimentadas a través de estas canciones, que todavía nos unen a los cubanos, aun en medio de la adversidad y la polarización que vivimos.
Cada uno de los asistentes regresó a casa con su propia experiencia, para muchos única e irrepetible en la vida; pero también con muchas emociones compartidas. A lo mejor están todas resumidas en que la noche terminara con “Venga la esperanza” y con el clamor unido de “Gracias, Silvio”.