En una isla tan musical como Cuba, es común encontrar nuevas voces en el panorama sonoro actual, ya sea en el ámbito del jazz, la timba, rumba o la canción. El rock es un género que ha navegado con poca suerte en el país, donde otros géneros gozan de mayores privilegios en materia de divulgación y más aceptación en el público nacional.
Por eso resulta tan destacable el trabajo de una agrupación como Sweet Lizzy Project, quienes llevan varios años sobreviviendo en los escenarios de la escena alternativa cubana, con su estética indie-pop, cantando sus canciones en inglés en un país hispanohablante.
Lisset Díaz, voz líder y fundadora de la agrupación, confiesa que cuando comenzó a escribir canciones nunca pensó que iba a ser algo serio. “Lo encontré como una manera de desahogarme. No pretendía que nadie juzgara o tuviera opinión sobre mis canciones, siempre escritas en inglés”.
Desde hace alrededor de tres años los cinco integrantes de la banda se encuentran trabajando en la ciudad de Nashville, en los Estados Unidos, desde donde sale a la luz su segundo álbum Technnicolor. El disco se lanza al mercado de manera oficial el 21 de febrero, con un programa de presentaciones previsto, que se vió cancelado a raíz de la pandemia de la Covid-19 en todo el orbe.
“Technnicolor empezó a hacerse en La Habana hace tres años y aunque tiene una parte importante de la ciudad, tiene también del trabajo nuestro aquí, las experiencias vividas y las personas que hemos conocido y que nos han ayudado”, comenta a OnCuba la también Licenciada en Bioquímica y Biología Molecular.
“Es el estilo y el género que elegimos y hacemos desde nuestro surgimiento en Cuba. Estamos aquí porque fue donde nos llevó nuestra música, sin ser ese el plan, no sé donde estaremos el año que viene. Eso no significa que en Cuba no puedan acceder a nuestra música”.
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Comenta Díaz que “desde el inicio de esta situación se veía venir que más de la mitad del año o el resto del 2020 estaría afectado por la pandemia del nuevo coronavirus. Realmente fue difícil aceptar el hecho de que todo el trabajo para que saliera el disco, planificando cubrir las giras en casi todo el país, presentaciones en festivales grandes y demás, se cancelara”.
Pero la banda no cesa su actividad y se mantienen ocupados por estos días en las Sweet Quarantine Sessions (SQS), donde presentan al público a través de plataformas digitales y redes sociales, parte de su obra y música en general, con el propósito de ayudar a las personas a sobrellevar los largos períodos de cuarentena.
Estas “dulces sesiones en cuarentena” empezaron “alrededor del 15 de marzo, a raíz de que se dictara la cuarentena en la ciudad de Nashville. Estábamos a punto de salir de gira como parte de la promoción del disco nuevo Technnicolor, que salió el 21 de febrero de este año y de repente todo se canceló, algunas presentaciones se cambiaron de fecha, otras estaban inciertas”.
“SQS -apunta la cantante- fue la manera que encontramos en primer lugar para mantenernos ocupados, canalizar toda esa energía que teníamos pensada para las giras en algún tipo de proyecto y segundo, a manera de promoción del disco”.
¿Qué le ofrece al público Sweet Lizzy Project en estas presentaciones?
En las sesiones tocamos todo tipo de música y siempre incluimos alguna que otra canción del disco, así también entretenemos a las personas, otro de los objetivos de esta iniciativa. Fue difícil en un principio que las personas entendieran la necesidad de permanecer en la casa y una manera de contribuir a esto es ofrecer lo que irían a buscar fuera desde la comodidad del hogar.
Tratamos además de cumplir con nuestro público, no solo estar con ellos en los momentos felices, también apoyarlos en momentos complicados como este.
Muchos al no poder salir de la casa se sienten aisladas, solas, nosotros nos sentimos así también, por eso ayudamos así a las personas a permanecer en casa, hacer esta cuarentena más llevadera y no volvernos locos todos aquí.
¿Qué mecanismos utilizan para no repetirse en estas presentaciones?
En un principio fue sencillo, con nuestro repertorio cubrimos las primeras sesiones completas. Ya llevamos 29 capítulos y eso es mucho. Cuando terminamos el show hacemos reunión de grupo para decidir que ideas nuevas vamos a presentar, repertorio, canciones, decoración, los más mínimos detalles.
Esto nos recuerda, en una escala considerablemente más pequeña, estos programas de televisión, los llamados talk show que se hacen todos los días. Es mucho trabajo y en el caso de nosotros gira alrededor de la música fundamentalmente, no es que vayamos a tener invitados, o sea, son todas las noches las mismas cinco personas tocando los mismos instrumentos, reinventarse entonces es complicado.
Esto es un trabajo a tiempo completo, similar a como si estuviéramos de gira en términos de tiempo y desgaste en el buen sentido, pero la responsabilidad de llevarle a esa audiencia un detalle diferente es agotador. Tratar de no repetir los mismos temas implica levantarse todos los días a ensayar para la noche cuatro o cinco temas diferentes todos los días.
Nunca había ensayado tanto en mi vida.
Respetamos mucho la interacción con el público, quien nos pide temas diferentes casi siempre y tratamos de complacerlos en la medida de lo posible.
Otra cosa que se nos ocurrió hacer fueron las noches temáticas: Noche de la década del ‘60, los ’80 y así. Reunir la música en estas categorías e intercalarlos con los temas de nosotros que no son tantos, por lo cual ya tenemos que repetirlos, conlleva hacer versiones de estos, acorde a las características musicales de las épocas.
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Cada sesión lleva diferente decoración, vestuario y set de luces. Hemos cambiado también las plataformas de transmisión. Comenzamos por Youtube, después añadimos Facebook y su variante en vivo e Instagram.
Otro aspecto que siempre hemos considerado es la calidad del sonido con la cual transmitimos, que varía acorde a las presentaciones, algo que aprecia el público.
Estamos trabajando sobre la marcha, viendo cómo adaptarnos a esta situación para lo cual tenemos bastante tiempo libre. Ser creativos e inventar cosas nuevas para compartir con las personas, creo que es lo más útil que se puede hacer ahora mismo.
¿Cómo es la convivencia en grupo?
Llevamos viviendo juntos desde enero de 2019 cuando restamos esta casa grande en Nashville donde vivimos los cinco. Nos llevamos muy bien, por suerte. Todos respetuosos y cariñosos, cada uno con sus cosas y personalidades, lo mismo que en todas las familias, cada persona es un mundo. Si la gente se quiere y comparten sueños y proyectos, se hace todo más fácil, algo que tenemos en común.
La banda tiene cinco integrantes y vivimos todos en la misma casa, compartimos prácticamente cada pensamiento del día juntos. Este ha sido un ejercicio tremendo para mantenernos motivados y seguir haciendo música que es lo que estamos haciendo.
Nosotros somos familia. No hemos tenido tiempo para aburrirnos o sentirnos ociosos.
Puede que incluso ahora, con estas sesiones, el público cubano nos vea más que cuando estábamos allá, por toda esta situación. La fidelidad del público no depende de donde estemos, tiene que estar con la música. Los seguidores no importan de donde sean.
La música es más grande que la distancia que separa a las personas, incluso a veces ni importan tanto siquiera quienes están detrás de la música, si la canción tiene todo el mensaje, con eso basta. Siempre que hagamos una canción estamos pensando en el público cubano.