Foto: Roberto Chile
Otra vez un español puso sus ojos en La Habana. Hace ocho años llegó del viejo continente para vivir y trabajar en esta isla donde no solo los negocios lo retienen. A Luciano Méndez, representante en Cuba de un banco español, lo sedujo de tal forma el arte cubano que se ha convertido en un coleccionista ávido, sin embargo, no se trata de un amor egoísta, lo demuestra el gesto de compartir con el público de la isla una parte de sus piezas.
Once artistas cubanos de hoy, muestra que permanece por estos días en la planta alta del Museo Biblioteca Servando Cabrera Moreno, reúne diferentes discursos, estilos y técnicas representativas de la visualidad contemporánea cubana. De modo que, con esta iniciativa, más allá de valorizar su colección está ofreciéndonos ocasión de apreciar el buen arte que, para Luciano, no puede encerrarse entre las cuatro paredes de una casa, de modo que ha decidido mostrar su colección personal en exposiciones sucesivas en La Habana y esta primera experiencia llega, por muchas razones, como un magnífico augurio para el proyecto total.
La muestra, que estuvo emplazada inicialmente en el Memorial José Martí, incluye a cinco premios nacionales de artes plásticas: Manuel Mendive, Roberto Fabelo, Pedro Pablo Oliva, Alfredo Sosabravo y Nelson Domínguez, quienes comparten espacio con Alexis Leyva Machado (Kcho), Ernesto Rancaño, Enrique Camejo, Juan Roberto Diago, Rigoberto Mena y Carlos Quintana.
¿Virtudes? Le sobran a la muestra, en principio, la calidad indiscutible de los artistas escogidos, luego, la posibilidad de reencontrarnos con piezas que forman parte de series inolvidables para los fieles a la plástica cubana, entre ellas Alegrías y tristezas del Malecón, de Pedro Pablo Oliva o No somos animales, de Roberto Fabelo, ambos merecedores del Premio Nacional.
El hecho mismo de existir ya constituye una virtud de la muestra, pues oxigena una tradición de coleccionismo que, si bien comenzó en Cuba alrededor de los años cuarenta del pasado siglo, ha renacido en la última década, pero en la mayoría de los casos fuera del país, sin embargo, Once artistas… ha abierto una puerta que ojalá muchos se animen a cruzar para compartir un patrimonio que, según el propio Luciano “pertenece a la población, puede tener un propietario, pero necesita salir de las casas y exponerse, compartir, no es justo encerrarlo. ”
Este podría ser entonces un nuevo impulso a la tendencia que ocurre en el mundo entero donde colecciones privadas e institucionales dialogan, siempre para bien del arte, en tanto se complementan y contribuyen a conformar el acervo de la visualidad de un país o de una época. Pero especialmente significativa es la decisión de compartir estas obras específicamente con el público cubano, en instituciones de acceso libre y gratuito antes que llevarla a espacios expositivos de cualquier ciudad del mundo.
Cuadro a cuadro, un recorrido por esta selección ofrece otros motivos para elogiarla: la presencia de temáticas imprescindibles en el arte cubano; la perspectiva nacional, explícita en materias que forman parte de nuestra identidad: el ballet, el malecón, la insularidad, la tradición afrocubana, testimonian un trabajo curatorial realizado desde la implicación con la realidad donde estos artistas viven y crean.
Se agradece, claro, la presencia de obras representativas del quehacer inmediato de sus creadores, de hecho, todas pertenecen a la última década y muchas fueron incluidas en las más recientes muestras personales de algunos de ellos.
Honores le hacen la sobriedad y elegancia de un catálogo que, al decir de su diseñador, R10, pretende “entrar en sintonía con el gesto de Luciano y otorgarle el protagonismo absoluto al arte”, así como las fotografías de Roberto Chile, uno de los artífices de la muestra, quien logró instantáneas lo más fieles posible al espíritu de las obras y la “museografía imaginaria” de los textos de José Veigas, desde los cuales, sin palabras de más ni de menos, nos extiende una mano para adentrarnos en este afortunado recorrido por un pequeñito gran segmento del arte cubano.
Luciano ha prometido que esta experiencia no será la última, de modo que quedamos a la espera de nuevas oportunidades para disfrutar de más arte cubano y del libro compilatorio que está por salir. Mientras, permanece la invitación a llegar hasta el Museo Biblioteca Servando Cabrera para dar de una muestra concebida esencialmente bajo un criterio curatorial sublime: el amor a Cuba y a su arte.