Locutor, actor, profesor y escritor. Su energía creativa le ha llevado a las tablas, la pantalla y la radio de Cuba y Estados Unidos. Fue uno de los rostros de la programación dramatizada de aquel sueño coartado que fuera el canal Tele Rebelde en Santiago de Cuba. Se le recuerda como el Quasimodo de la aventura La Pantera Negra, el cacique Dabrao, el proxeneta Lotto de Baroco o el protagónico del cuento El Caramelero.
En Miami, donde radica desde 1995, se he metido en la piel de abogados, inspectores, curas, rufianes, oficiales del éjercito, médicos, empresarios, padres… para series y programas de Tele Mundo y Univisión. Eso sin olvidar el teatro, donde ha dirigido propuestas de factura propia.
Fue uno de los fundadores de la cadena radial internacional CVC LA VOZ y director de la Academia de arte Artesano. Una de sus producciones se acreditó el Premio Audies -considerado “el Oscar” de los audiolibros- y ahora mismo, imparte talleres de comunicación y cursos de actuación.
Hace cuarenta años formó una familia con Mayda Domínguez, de la cual nacieron dos hijas: Etiane, que trabaja como radióloga, y Romy, la menor, que se ha decantado por el camino de la sicología. También tiene dos nietas, “por el momento”, advierte.
Erwin Dorado Blanco (Guantánamo, 27 de julio de 1952) es incansable. Un cubano cuya filosofía gira alrededor “del más terco de los optimismos posibles”. Este es un ajuste de cuentas a la memoria…
El rumbo de mi vida
Dicen que el artista nace, que la vocación y el talento son innatos. Pero yo no estoy muy seguro de que eso sea absolutamente cierto. La vocación puede ser condicionada, o determinada por circunstancias de carácter casual. El talento, en cambio, nace con uno, aunque también es modificable y su desarrollo depende en gran medida de la voluntad y la disciplina personal, y la suerte, otro factor que tampoco deberíamos descartar.
“De niño jugaba a ser actor y director de cine. Me pasaba las horas interpretando roles y personajes en películas imaginarias, argumentalmente inventadas por mí y en las que interactuaba con personajes invisibles que se movían a mi alrededor. Muchos en mi familia pensaban que yo estaba medio chiflado. Y creo que tenían razón: no se consigue un sueño sin una buena dosis de locura”.
En la radio y la televisión, ha hecho casi de todo; pero en toda carrera hay momentos que son como un disparo, como un abrazo. ¿Cuáles son los suyos?
De mi vida en el arte hay tantas vivencias dignas de ser contadas, que me parece injusto mencionar unas y callar otras. Pero ya que se pide, me animo a contar, por su especial significado, tres anécdotas muy separadas temporal, geográfica y circunstancialmente entre sí.
La primera de ellas, tuvo lugar justo al comienzo de mi carrera en Santiago de Cuba. Resulta que yo no llego a la emisora CMKC como actor, sino como un aprendiz de locución bajo la tutela del legendario Houdayer Guerra. Parte de mi entrenamiento consistía en asistir diariamente a las grabaciones del espacio “Acción y Misterio” que por aquel entonces dirigía la holguinera y primerísima actriz Yolanda Guillot.
Uno de esos días, Yolanda me preguntó que si quería interpretar un personaje de policía que estaba pautado para el siguiente capítulo. Le respondí que sí y me entregó el libreto. Esa noche me desvelé estudiando el texto. Todo lo que decía era: ‘Hola, Sargento’. Lo ensayé más de mil veces, probando diferentes tonalidades, ritmos y énfasis. Posiblemente sea el texto corto más estudiado… en la historia de la actuación. Esas dos simples palabras cambiaron el rumbo de mi vida. Me hicieron actor.
La segunda anécdota que vale la pena recordar ocurrió en el trayecto de un viaje que hice a México, ya trabajando en CVC La voz, para cubrir como periodista la Feria del Libro de Guadalajara, en el 2007. Dio la casualidad que coincidí en el aeropuerto del DF con el Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez y allí tuve la oportunidad de charlar con él durante unos diez minutos.
Para captar su atención -porque supuse que estaría cansado de que le hablaran sobre literatura-, le pregunté sobre su experiencia en la radio, y a los pocos minutos ya estábamos hablando como si nos conociéramos de toda la vida. Me contó que en la radio había sido guionista, director, musicalizador, efectista y hasta actor.
Eras el hombre orquesta, le dije. “Tenía que comer”, alegó sonriendo. “En efecto, Gabriel, sea cuál sea nuestra hambre, o nos mata o nos obliga a crecer”. Asintió con la cabeza, y, dándole un aparente giro a la conversación, preguntó: “¿Tú eres cubano, verdad?”.
La tercera ocurrió en 1990, al final de la representación de Baroco en el marco del Festival de Teatro de Camagüey donde el conjunto de sus realizadores obtuvo el Gran Premio Avellaneda. La he dejado para el final, porque no es exactamente una anécdota, es más bien el recuerdo de la felicidad que me provocara la ovación tributada por el público presente, durante un tiempo tan largo, que me pareció eterno. Todavía sigo atrapado en esa dimensión temporal, en ese fuego fundacional del teatro y allí seguiré hasta el último día de viaje en este mundo”.
Aunque inspirada en el clásico del teatro cubano, Requiem por Yarini de Carlos Felipe; Baroco alcanzó vida propia ¿Se atrevería a revisitar esta obra?
“Me encantaría volver a filmar Baroco para la televisión, pero esta vez no le cambiaría nada, solo trataría de retratarlo mejor. Pero más ilusión me hace volver a representarla en el teatro con los sobrevivientes de aquel elenco legendario, algo así como una función especial para las nuevas generaciones de santiagueros y como un homenaje a su director Rogelio Meneses. Si me invitan oficialmente, aceptaré con gusto”.
¿Cuánto aprendió en los estudios, los micrófonos y las coberturas de la CVC?
En 1998 sale al aire en Miami la emisora de radio internacional CVC LA VOZ. Las primeras transmisiones las hace a través de la onda corta, luego vía satélite y finalmente online. Su éxito le permite crear una amplia red de emisoras afiliadas en toda Sudamérica.
Allí termino de aprender lo que me faltaba por conocer en la radio. Me estreno como locutor de noticias y presentador de programas culturales. También dirijo, produzco y edito el noticiero “El Mundo Hoy”. Dirijo y produzco tres radionovelas: Shahida, del santiaguero Arnoldo Tauler, y Peligro en la Red y Mi decisión la vida, de Jorge Trilla.
He tenido el honor de dirigir a leyendas de la radio y la televisión cubanas como Severino Puentes, Susana Pérez, Gerardo Riverón, Orlando Casín, Fidel Pérez Michel, Seve Matamoros, Yolanda Esteban, Rodolfo Valdés Sigler, Dania Domenech…
En CVC aprendí a trabajar para personas de diferente idiosincrasia y norma lingüística. Viajo a Chile, Colombia y México, aprendo a manejar las más avanzadas tecnologías de la radio, creo una pequeña red de corresponsales radicados en diferentes países de Iberoamérica. Actúo y escribo el guión de “Dios no existe” y “Dios tiene la culpa”, dos de los videos de temática cristiana más exitosos en las redes sociales, que actualmente cuentan con millones de vistas. En fin, aprendí prácticamente de todo.
Un audiolibro es un estímulo para aquellos seres humanos privados de la visión. Pero, “los que sueñan por la oreja”, al modo de decir de Joaquín Borges Triana, son muchos. ¿Cómo ha resultado su incursión en ese universo?
Sí, no hay que pensar solo en los invidentes. Aquí los audiolibros los escucha todo el mundo. La mayoría mientras viaja en su auto del trabajo a la casa. Las distancias son largas y el tráfico complicado. Te puede tomar tranquilamente una hora llegar a tu destino.
En 2008, dirijo, edito y musicalizo el audio libro Malinche, la versión en audio de la novela homónima de Laura Esquivel. Fue narrada por la actriz y cantante mexicana Lucía Méndez. Ganamos el Audies al mejor libro de ficción en español concedido por la Sociedad de Libreros y Editoriales de Estados Unidos. Y en 2010, también somos finalistas de un Premio Audies, esta vez en calidad de narrador, con La audacia de la esperanza, reflexión de carácter autobiográfico, escrita por Barack Obama.
¿Y Cuba, dónde la encuentra? ¿Cómo la toca?
A Cuba, la llevo siempre en mi corazón. Esta entrevista es una buena señal de que en los últimos tiempos comienza a iluminar a la sociedad cubana una visión más amplia, más inclusiva de país, que entiende que nuestra nación es el proyecto del conjunto de todos los cubanos. Este gesto representa un pequeño paso en el día a día, pero quién sabe cuánto determine en la historia. Gracias por tenerme en cuenta.