Después de Jesucristo, la figura de Napoleón Bonaparte está entre las que más pasiones despierta entre coleccionistas de distintos continentes y generaciones. Las conquistas del general francés trascendieron los planos geográfico, militar y político, afloraron en la cultura y todavía conviven en muchos países, incluso en los que aquel emperador jamás puso un pie. Solo así se explica que la Sociedad Napoleónica Internacional haya escogido a Cuba como sede de su venidero Congreso Internacional, un evento dedicado a compartir resultados de investigaciones.
Para sorpresa de muchos, esta islita del Caribe atesora una de las más impresionantes colecciones de Bonaparte, sin igual en toda América, pero los vínculos de Napoleón con el país no se limitan a piezas únicas y personalísimas como uno de sus sombreros bicornio y catalejo, la mascarilla mortuoria y un molar, entre tantas reliquias. Los nexos entre Bonaparte y Cuba apenas comienzan a revelarse, o al menos así piensa la directora del Museo Napoleónico de Cuba, Sadys Sánchez.
A criterio de la estudiosa, el 12 Congreso Internacional, a efectuarse en La Habana del 7 al 11 de julio próximos, dará la oportunidad de demostrarle al mundo cuán cercano tenemos al gobernante que se sentaba a comer y compartir con sus tropas afablemente, sin embargo, no toleró que un Papa lo coronase emperador. Según dicen, prefirió colocarse la corona él mismo como símbolo de la voluntad del pueblo. El hombre de pequeña estatura física tejió historias tan grandes que las versiones todavía se multiplican y un cúmulo de admiradores dedica tiempo y dinero al estudio y la confrontación.
La museóloga explicó que el tema central del evento: Las revoluciones napoleónicas alrededor del mundo, no interpondrá barreras al propósito central de compartir durante cuatro días acerca del impacto francés en distintos países.
Hasta el momento, miembros de la Sociedad Napoleónica en Rusia, Canadá, Francia, Italia, Holanda, Estados Unidos, Colombia, Chile, Inglaterra, India y España, confirmaron su asistencia.
De acuerdo con Sánchez, una de las ponencias más interesantes llegará en manos de un historiador chileno que propuso analizar la influencia militar y política napoleónica en la independencia de Hispanoamérica.
El organizador de la presente edición del Congreso en representación de la Sociedad Napoleónica Internacional, Luke Dalla Bona, estimó que los participantes serán más de un centenar y las conferencias unas 50, pero la cita depara más atractivos pues entre las actividades adyacentes mencionó exposiciones, galas culturales y recorridos por el occidente de la isla. Uno de estos, a cargo del historiador Orestes del Castillo, expondrá a los visitantes algunos edificios construidos alrededor del año 1800 con clara referencia francesa.
El estudioso canadiense aseguró que Cuba posee una de las colecciones sobre Napoleón más interesantes fuera de Francia, y recordó que el último médico personal del corso, Francisco Antonmarchi, se radicó en Santiago de Cuba.
El galeno acompañó al gran conquistador en la isla de Santa Elena hasta el fallecimiento, luego recorrió varios países y su atracción por las enfermedades tropicales lo trajo a tierra cubana donde, por una de esas terribles jugarretas de la vida, murió en 1838 a consecuencia de una de las patologías que investigaba, la fiebre amarilla.
Antonmarchi marcó la historia de esta nación caribeña al realizar la primera operación de catarata conocida en el país y traer aquí el molde de la mascarilla mortuoria que había hecho a Bonaparte momentos después de fallecer, así como el reloj de oro con el cual contó los últimos minutos del brillante estratega militar, entre otros valiosos objetos exhibidos actualmente en el Museo Napoleónico.
La directora de la institución destacó de los tesoros algunos mechones de los cabellos de Bonaparte, armas propias y otras obsequiadas por él a personas queridas y la sobrecama que lo cobijó en su lecho de muerte.
Esta magnífica colección surgió de la pasión del cubano Julio Lobo por todo lo relacionado con el Emperador francés pero no son las únicas piezas en el país, advirtió Sánchez, confiada en que el conjunto de objetos reunidos en la isla sorprenderá a visitantes.
Tras casi cuatro años de restauración, el Museo reabrió sus puertas en 2011 en una ceremonia a la que asistió la llamada Princesa Napoleón, Alix de Foresta, viuda de Luis Marie Bonaparte, Príncipe Napoleón, descendiente del rey Jerónimo, hermano menor del legendario Emperador. La princesa certificó la importancia de la colección y donó un conjunto de piezas de un juego de vajilla obsequiado a su padre por Napoleón como regalo de bodas.
El 12 Congreso estará patrocinado por la Oficina del Historiador, la Sociedad Napoleónica Internacional, la Embajada de Francia en Cuba, entre otras instituciones, y más allá de las conferencias, promueve un programa amplio de visitas, exposiciones, recepciones y galas culturales.
A Dalla Bona y a Sánchez, les entusiasma una exposición del artista de la plástica Pavel Valdés dedicada a mostrar en miniatura la artillería francesa en la época del popular general, a partir de una investigación académica. De los eventos culturales, destacaron una presentación de la música que escuchaba el Primer Cónsul, resultado del estudio de una musicóloga cubana.
Como primicia, los organizadores adelantaron que el Congreso de 2015 será celebrado en Waterloo, Bélgica, por el aniversario 200 de la batalla que ocasionó la derrota y caída del temido y astuto jefe militar.
En pleno siglo XXI, este famoso Emperador cuenta con una legión de admiradores en el planeta dispuestos a cruzar mares, compartir teorías y revivir su mundo, lo cual habla por sí solo del alcance de sus conquistas.
Foto de portada: Alix de Foresta, Princesa Napoleón, durante la ceremonia de reapertura del Museo Napoleónico (Agencia Cubana de Noticias)