La fricción engendra sentimientos inesperados. Quien se declare ileso, miente, a sí mismo, a todos. Las interacciones entre dos cuerpos a veces conllevan a situaciones que imaginamos remotas y de esas revelaciones de los instintos discursa “By Friction”, el más reciente estreno mundial de la compañía de danza contemporánea cubana Endedans.
La obra no cuenta alguna historia en particular, solo sugiere posibles acontecimientos a partir del contacto de dos cuerpos. No aporta nada novedoso al lenguaje de la danza, pero permite al conjunto de la central provincia de Camagüey exhibir su versatilidad, juventud, vigor, sus ganas enormes de disfrutar la danza.
Para la directora de Endedans, Tania Vergara, la creación del danés Jens Bjerregaard se atiene a un estilo de danza muy europeo, casi inexpresivo de rostro y apoyado en el instinto natural de los danzantes.
Valga explicar que los cubanos estamos habituados a confrontar una danza más académica, con pasos entretejidos en función de una exigencia, devenida medio de virtuosismo o espectacularidad. Además, por naturaleza tendemos a exteriorizar las reacciones con todo el cuerpo, incluidos movimientos de los ojos, las cejas, la boca, las manos, caderas y hombros. De ahí que cueste trabajo a bailarines y público asimilar cualquier propuesta expresiva menos extrovertida. Sin embargo, los danzantes de Endedans lo lograron, la energía de la compañía es ideal para este y otros montajes disímiles.
Nada surge de la nada, la política de la dirección les ha permitido prepararse para la diversidad de formas.
“En los 10 primeros años de vida, un 98 por ciento de las coreografías de la compañía eran de Tania Vergara. A continuación comenzamos a abrirnos a otras tendencias, compartir esfuerzos y explorar el cuerpo con creadores distintos, sin perder nuestra estética y enfoque del arte teatral”, comentó la directora, Premio Iberoamericano de Coreografía 2008.
La Vergara fundó Endedans en mayo de 2002 con una estética, un concepto de interpretación del movimiento, una pasión, sostenidos hasta hoy. Y si el conjunto pudo asimilar ágilmente la apertura y abrazar con éxito otros modos de creación fue gracias a su trabajo, a las exigencias coreográficas y artísticas de esta mujer que busca combinar siempre técnica, drama y buena energía.
La profundidad conceptual de las obras de Tania, las demandas de desdoblamientos y entregas de piezas como “La muerte del Hombre”, “Las manos que nunca me tocaron”, “El drama de la memoria”, “Las Bernaldas” y “La Carmen”, entre varias, hicieron madurar al colectivo y a muchos de sus bailarines independientemente como artistas. El público no sospecha que algunas bailarinas provienen de la escuela de instructores de arte y debieron trabajar el triple de otros compañeros para estar al nivel, ni imagina que el ganador del Premio de Interpretación Masculina en el año 2013 en Cuba, Jesús Árias, creció trabajando en un surco junto al padre en el campo para ayudar a la familia mientras estudiaba una carrera.
La organicidad de Endedans maquilla un montón de esfuerzos de sus miembros, incluidos los técnicos, el relacionista público Julio Cesar Delgado, el luminotécnico Dunieski Eng, la vestuarista Mónica Pico, el sonidista Juan Carlos Ruíz y la producción de Dany Rodríguez. Cuando múltiples personalidades juntan saberes y corazones como equipo y el resultado parece una obra compacta, surge magia, y esto es lo lindo de Endedans.
Las obras de la Vergara y su manera de crear sentaron una base importantísima, hizo aptos a los bailarines para afrontar retos. Algunas piezas de creadores foráneos, pese a no ser extraordinarias coreografías, lucen hermosas y agradan por el simple hecho de estar bien defendidas por la compañía, como diría Tania, con su glamuroso espíritu de guerrera.
“By Friction” adolece de luces, cae en reiteraciones innecesarias de cargadas y utiliza tan solo un cuarto del arsenal técnico de los danzantes.
Los asistentes a las funciones de este 24 y 25 de mayo en el Teatro Principal de Camagüey también comprobaron que si algo gusta y distingue a Endedans es que sus bailarines no son simples máquinas ejecutoras de instrucciones. Si el coreógrafo danés se propuso que fueran inexpresivos, por suerte no lo logró del todo. En un acto de lucidez, incorporó a la obra un momento en que dos preciosas jóvenes intercambian miradas entre el público y sus compañeros de escena y reclaman: “Mírame”, “Atiéndeme”, “Hey!” Endedans merece mayor atención.