La Escuela Nacional de Ballet forma bailarines con un nivel técnico y artístico elevadísimos, y una forma determinada de bailar que los distingue en cualquier parte del mundo.
¿Cuál es el secreto de un estilo que ha ganado fama y respeto mundial? Se preguntarán muchos; la directora de la institución, la profesora Ramona de Saá Bello, autora principal de la creación e implantación nacional del método cubano de la enseñanza del ballet, devela el misterio devenido mito cuando afirma: “Peculiaridades de la metodología cubana de la enseñanza del ballet son, entre otras, que en la dosificación de programas de estudios está intercalado cómo elaboramos y enseñamos un movimiento para que sirva de preparación a otros, cómo incorporamos las fases de aprendizaje, las etapas y la musicalización con el objetivo de que cuando se haga el movimiento con las características que tiene, el alumno esté preparado para ejecutarlo”.
“Nos distingue, además, la repetición dentro de las variaciones, el trabajo del equilibrio que es una de nuestras características que llevamos a las clases desde los primeros años del nivel elemental, mecanismos que utilizamos y preparamos, por los que están muy bien planteados en los programas de estudios”.
Bajo la dirección de Fernando Alonso, leyenda de la danza cubana, fundó la Escuela de Ballet, de la Escuela Nacional de Arte, donde se formarían las nuevas promociones de bailarines cubanos.
Bailarina fundadora del Ballet Nacional de Cuba, es, además, Premio Nacional de Danza 2006, promotora y creadora de la Carrera de Arte Danzario de la Universidad de las Artes-ISA-.
La destacada profesora, menciona también como otra peculiaridad de la Escuela, el hecho de que nunca se unen los hombres con las mujeres en el entrenamiento. “Son separados desde pequeños, cuando comienzan el nivel elemental, por eso se ve que la danza de la mujer es tan femenina, y sobresale ese sello lindo que tenemos las bailarinas que se forman con esa característica, no obstante, el estilo y el rol que ejecuten; y la virilidad del hombre, la forma de moverse , la gestualidad con las muchachas y la elegancia, cualidades que lo identifican como un bailarín cubano”.
Sobre los aportes de la Escuela al desarrollo del ballet en el país, señaló: “son muchos, porque la primera graduación de bailarines fue en 1967, y la mayoría ingresó al Ballet Nacional de Cuba, después una generación completa en 1978 marcha a fortalecer las filas del Ballet de Camagüey; luego se funda el de Santiago de Cuba, y surge un pequeño proyecto en la provincia de Holguín ; tenemos bailarines muy buenos, de una formación brillante, de mucho rigor en todo el mundo procedentes de nuestra Escuela”.
“La Escuela forma bailarines integrales, el plan de estudio comprende folclor, danzas de carácter e históricas y repertorio, entre otras, “somos cantera del Ballet Nacional en primer lugar; aportamos profesionales también al de Camagüey y pro danza, que son clásicos, y otras compañías danzarias en la Isla y el mundo; además, al Instituto Cubano de Radio y Televisión y centros nocturnos; al graduarse los estudiantes, están capacitados para trabajar en cualquier compañía nacional e internacional”.-agregó quien fuera alumna de la prima ballerina assoluta Alicia Alonso, y actualmente miembro del Comité de Expertos del Premio Mundial de la Danza que auspicia el Principado de Mónaco.
La también Doctora Honoris Causas en Arte señaló la importancia de formar un público que disfrute y comprenda este arte; “fuentes perfectas para ello lo constituyen el nivel elemental de ballet que se imparte en la escuela, así como, los talleres vocacionales que se realizan dos veces por semana con alumnos que proceden de todos los municipios de La Habana”.
Desde el año 2000, la sede de la Escuela Nacional de Ballet es en una bella mansión ubicada en el céntrico Paseo del Prado habanero, que data de 1904. Las características más visibles del inmueble de cuatro plantas, son las lujosas escaleras de mármol y pisos, las numerosas ventanas, la policromía y armonía entre las redondeces de las columnas, las variadas decoraciones exteriores e interiores, donde se destacan los techos con variados elementos decorativos. La carpintería mantiene su estilo y los pisos conservan sus losas originales de mármol de Carrara.