No son pocos los grandes temas que se recuerdan cada vez que se escuchan las sirenas de la guerra.
Históricamente estos conflictos han impulsado condenas masivas acompañadas por canciones que ya hoy son clásicos de la cultura pacifista y de los sectores más progresistas de la humanidad. Hoy con la invasión de Rusia a Ucrania podemos volver a escuchar estos clásicos que han ayudado a tomar conciencia de que lo más importante es la vida humana.
Es casi un acto reflejo. Cada vez que se consuma un acción bélica o se anuncia una posible guerra la rampa de la memoria nos remite a Imagine, el himno de John Lennon grabado junto a Yoko Ono. La canción, tan famosa como su video clip, está lleno de simbolismos. Es, en efecto, un tema que se instaló en la cima por ese elevado poder de despertar el ritmo interior de las emociones humanas frente a una causa tan noble y pura como la paz. La crítica por lo general ha demeritado la figura de Yoko, la ha culpado por la disolución de los Beatles y ha herido de bala su relación creativa con John.
Sin embargo Yoko fue la mujer que le entregó un arcoíris a John y este le devolvió a ella y al mundo canciones hechas para la historia. Ciertamente Imagine, clásico de clásicos, tuvo entre sus fuentes más luminosas de inspiración el libro de poemas de Yoko, Grapefruit. No solo fue Imagine la que nació entre las páginas de ese libro sino otros temas que componen el segundo disco de estudio de Lennon. Para mayor ejemplo ahí están una de las frases de Yoko en su Grapefruit.
Lennon y Yoko de nuevo en la brújula de la paz. Para ellos, para la mayoría del movimiento hippie la paz también nacía de uno mismo, de esa vida interior que se basaba en encontrar puntos en común con los mejores sentimientos humanos de todos los que nos rodeaban. Lennon grabó Give peace a chance en ese disco de nombre performatico, típico de la anterior obra de Yoko Ono, con Flexus, y de su actitud ante el arte. El tema, grabado durante su luna de miel con Yoko, recoge otra de las etapas de mayor búsqueda espiritual de John y se convirtió en otro de esos himnos contra la guerra de Vietnam que regresan para demostrar que la paz puede transformarse de un día para otro en una quimera y que los emblemas, los carteles de “No War“, los besos alucinados y las abrazos y el sexo desenfrenado y libre de Woodstock 69 siguen palpitando en los cuerpos de nuestro tiempo como un corazón sangrante.
No encuentro otra forma de describirlo. Es una letra y un sonido estremecedor. Ver y escuchar a León Gieco cantando Solo le pido a dios te pone todo el cuerpo sobre el asador de las emociones desgarrantes. Las palabras sobran cuando uno oye a León pedirle e su Dios, a nuestro Dios, que la guerra, ese monstruo grande que pisa fuerte, no nos sea indiferente. La canción fue compuesta por el argentino en 1978 y ha sido interpretada por cientos de voces en todo el globo. Ha hecho historia. Me conmueve especialmente cuando la ha cantado junto a Mercedes Sosa. Dos voces que se unieron no solo por su pertenencia a las fuentes libertarias más raigales de Argentina, de Latinoamérica, sino por su compromiso con la paz, con la libertad y con la perdurabilidad de los pueblos por encima de las políticas agresivas de los gobiernos y sus pactos que los definen con los gobiernos expansionistas y guerreristas . Hoy volvimos a pedirle a Dios que el engaño, el futuro y la guerra no nos sean indiferentes. Y le pedimos a Dios por eso, a ese dios nuestro de las pequeñas cosas, de nuestras pequeñas vidas.
Bob Dylan es uno de los personajes más indescifrables de la cultura popular del siglo XX. Se recogió en la cresta de la ola cuando era un símbolo del movimiento hippie, de la paz, de la libertad y lo hizo, dijo, porque no quería ser estandarte, emblema o bandera de nada o de nadie. Pero su obra habla de otro rumbo, de una idea que fue la idea de su generación. La paz, el “No a la guerra“, la libertad, la ruptura con el orden opresivo. Dylan tiene varias canciones que alimentaron las exceptivas y esperanzas pacifistas de su generación y se convirtieron sin escalas en himnos. Blowing In The Wind es una de las más conocidas y definitorias. Sin embargo, quizá una de las menos promocionadas es Masters Of War. La canción habla por sí sola. Es una declaración de principios contra los que impulsan los conflictos y barren con la vida humana. La canción está llena de biografía y fue publicada por el cantante en 1963. Está incluida en su disco The Freewheelin’ Bob Dylan, de ese mismo año.
Ahora que la guerra ha terminado conmigo
Me estoy despertando, ahora puedo ver
Que no queda mucho de mí
El video tiene una correspondencia monumental con la letra de One. El tema está acompañado de un intro de guitarra escalofriante. Le suceden las imágenes de los músicos de Metallica. Le suceden la soledad, las despedidas y las bombas cayendo. Un cuerpo despezado debajo de una sábana. Un hombre que le pide fuerza a su dios para vivir o para morir. Un jovencísimo James Hetfield canta en medio del caos, a medio camino entre la rabia y el desosiego. La banda lo respalda con una fuerza insobornable. Una enfermera atiende el cuerpo moribundo y las bombas siguen cayendo sobre nuestras cabezas. El tema es un clásico de Metallica, esa banda que nos sigue acompañado a a pesar de los cambios durante sus distintas épocas. Sus primeros discos nos hacen recordar lo que fuimos, nos hacen recordar que todavía de alguna forma la conciencia de rebeldía nos sigue llamando con todo y los años, el recogimiento, el conformismo, la resignación, la ausencia, y la distancia. El tema fue estrenado en 1988 y pertenece al disco And Justice For All, el cuarto album de estudio de Metallica . Existen varios discos de la alienación de cabecera pero este álbum es uno de los imprescindibles.
Parece que Víctor Jara en algún momento de su vida comenzó a hablarle a su futuro. Por eso antes de ser asesinado por tropas fascistas de Pinochet entregó canciones que nacían de la paz de la tierra, de la gente buena, de las aspiraciones de los de abajo, en las que la poesía nunca estuvo domesticada. El derecho a vivir en paz fue uno de esos títulos en los que Jara alzó la voz al cielo por su generación, por las vidas humanas que se estaban perdiendo en las selvas vietnamitas. La canción fue otro de los tantos temas que se publicaron en los años 60 y 70 contra la guerra de Vietnam y cobra una especial relevancia en la carrera y en la vida del chileno. Porque a pesar de esa búsqueda de la paz murió asesinado por la guerra. Pero Jara se adelantó a las hordas de la muerte y logró lo más trascendente para los músicos y para los seres humanos en general: dejar testimonio. El tema es también otro recordatorio de que sea del color que sea la guerra y su hermano gemelo, la muerte, no pueden dejar de ser condenables, porque además siempre las bajas las ponen los mismos, esos seres que viven en el pueblo y cargan con los conflictos y los intereses expansionistas de los que sueltan al mundo los perros de la guerra.
La guerra comenzó hoy?? Entre 2014 y 2022 14000 personas han muerto en Donbas. Ciudades destruidas, infraestructura destruida, refugiados, etc. La guerra no empezó hoy, esta guerra está comenzando a terminar hoy.
Karel, estoy de acuerdo con usted. La guerra no comenzó con la intervención rusa.
El autor de este artículo argumenta con sofismas para tergiversar la realidad de los hechos históricos.
Esos falsos pacifistas le cantan a la paz pero no saben fingir su hipocresía. Qué dijeron cuando la OTAN financió al ejército ucraniano que bombardeó la región de Dombás, en el este de Ucrania.
Qué dijeron cuando EE. UU., Reino Unido y Francia bombardearon Libia; cuando EE. UU. lanzó ataques aéreos en Siria; cuando Arabia Saudita bombardeó Yemen; cuando Israel atacó a Siria y Gaza.