Hace quince años, Alejandro Socorro debutó como actor en la televisión cubana en la serie Doble Juego. Desde entonces, su rostro se hizo conocido en la Isla. La actuación se convirtió en su pan y su pasión.
“A mi personaje en esta teleserie le debo todo lo que ha sucedido después en mi carrera”, dijo a OnCuba el actor que hace tres años enrumbó sus pasos hacia Estados Unidos.
¿Cómo te convertiste en actor?
Desde pequeño mi hermano y yo nos íbamos al teatro con mi papá, el director artístico Eddy Socorro, quien llegó a dirigir el Teatro Nacional de Guiñol. Los fines de semanas eran especiales por ese motivo. A partir de ese momento el olor del teatro, la atmósfera y las luces del escenario, me atraparon. Rodeado de titiriteros y actores, no tengo mejor manera de explicar mi vocación que la frase popular que dice que “el palo tira para el monte”.
A los 14 años debuté con mi padre en una obra que recuerdo con mucho cariño, Liborio, la Jutía y el Majá. Todavía rememoro ese texto e incluso hoy es con lo que mejor duermo a mi hijo. Esa obra fue el comienzo de esa pasión por actuar que vive y vivirá siempre en mi corazón.
¿Cómo recuerdas la serie Doble Juego y cuánto te aportó este personaje?
Me gradué de la Escuela Nacional de Arte (ENA) y por suerte una buena amiga me comunicó que estaban realizando audiciones para una novela. Recuerdo que terminé los ensayos en el grupo de teatro Rita Montaner y me presenté al casting de la serie. Al final, tuve la suerte de que me entregaran el papel de Víctor Manuel, un personaje lleno de matices que me permitió debutar con el pie derecho en la televisión.
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Comenzar mi carrera con éxito y formar parte de un prestigioso elenco de actores fue un verdadero lujo. Doble juego me dio a conocer a tal punto que aunque han pasado más de quince años de la emisión de la serie, las personas en la calle me preguntan todavía si yo soy el actor que interpretó “el personaje que embarazó a Matilde”. Con esa anécdota te digo todo.
Le doy gracias a todos los actores, a mis amigos de la ENA que éramos tan jóvenes y especialmente al director Rudy Mora, con el que tengo una deuda por hacer de esa serie algo mágico y espectacular.
¿Cómo te ha ido desde tu paso a Estados Unidos?
Hace tres años llegué a Estados Unidos buscando nuevos sueños, nuevas experiencias y nuevos caminos. Muchos los he encontrado, otros no, pero es normal teniendo en cuenta que comienzas de cero en un país que no es el tuyo, donde la competencia es amplia, además de que las oportunidades son contadas con los dedos.
El tiempo es quien te ayuda, te da respuestas y te muestra los pasos a seguir. Todavía la oportunidad que sueño no ha llegado, aunque ahora mismo tengo un proyecto que espero sea el comienzo de una nueva etapa, del camino que aún me queda por transitar.
Ser cubano en Estados Unidos es muy polémico a la hora de trabajar en canales de televisión populares, porque el acento y la manera de gesticular nuestra son poco aceptados, no los consideran apropiados para sus intereses. Pero como mismo la música cubana se ha ganado un espacio importante fuera de la Isla, deseo que también se haga justicia con los actores que residen aquí. Espero que se encuentre una solución a este tema, porque es realmente triste que tanto talento cubano en Estados Unidos no se aproveche.
Desde tu experiencia, ¿cuáles son las diferencias más visibles entre la televisión del sur de la Florida y la de Cuba?
Cuando hablamos de los canales estadounidenses la diferencia es abismal en todo sentido. Lo digo sin herir a nadie, por la tecnología, el talento, la producción. Me parece injusto comparar.
La realidad de los canales locales de Florida que son dirigidos a los cubanos es otra. Es lamentable que tengan tanta tecnología y las cosas que hagan sean tan simples, resulta triste pero es así. Lo que se hace en esos canales de la Florida muchas veces deja que desear.
En Cuba, como en todas partes del mundo, se hacen producciones que no tienen la mejor calidad para exhibirse en la televisión. Pero si hacemos un balance también tendría que decir que con menos recursos allá se han hecho programas con una calidad enorme.
Muchos de los personajes que has interpretado son negativos. ¿Cómo ha sido ponerse en su piel, de qué manera te preparas para ellos?
Tienes razón: casi todos los personajes que me ha tocado hacer son negativos, que por cierto me encantan. Mi manera de concebirlos es sencilla. Nací en La Lisa, me crié en La Víbora y después viví en Centro Habana. Todos estos sitios están llenos de personajes pintorescos y populacheros, algunos buenos y otros no, y eso me ayudó mucho.
Un actor debe ser observador. Muchos de mis personajes están llenos de matices de vecinos míos, amigos, o cualquier persona interesante que transita por las calles de La Habana. El actor que se nutra a diario de sus vivencias tiene todas las herramientas para hacer de su trabajo algo especial.