Hace 10 años Fernando Pérez estrenaba José Martí: el ojo del canario, una mirada íntima a los primeros años de vida del Apóstol cubano, película que permitiera a Daniel Romero, encarnar al Martí adolescente y mostrar su talento al público cubano.
Del aquel estudiante de primer año de la Escuela Nacional de Arte (ENA) al joven integrante de la compañía Argos Teatro actual dista mucho. Se considera un actor más maduro, a pesar de su corta edad.
Cuenta que cuando supo del casting para la película de El Mayor, de Rigoberto López, “estaba un poco desmotivado, sobre todo por una crisis que venía atravesando en ese momento como actor. Estaba en un punto donde todo me desagradaba, veía mucha candonga a mi alrededor, como suelen decir los artistas plásticos. Estaba un poco apático, no quería hacer nada pero a la vez tenía muchos deseos de actuar”.
Romero llega al filme El Mayor de forma fortuita, según nos narra: “Sabía que se estaba haciendo una película sobre Ignacio Agramonte, pero jamás me pasó por la cabeza que pudiera hacer de él, una figura de la cual, confieso, conocía muy poco. Estaba haciendo en ese momento la obra 10 Millones y alguien me dice: ‘Acaban de pedir dos entradas el director y su esposa para venir a verte a ti específicamente’.”
“Ese día no los vi y pensé que la cosa no resultó porque interpretaba un personaje donde estaba más delgado, caracterizado con cierta fragilidad, o sea, el director pensaría que no funciono por esas características. Me llamaron en cuatro ocasiones al casting hasta que dijeron que querían verme en específico.”
“Cuando entré había otros dos muchachos y el director dice: ‘ya ustedes tres están en la película, aun no se cómo los situaría, pero están en la película’, es entonces cuando asumo que tengo un trabajo concreto en el filme y buscando información surge una curiosidad tremenda de conocer de la vida de este hombre”, comenta Daniel.
En un principio el papel asignado para Romero era el de Antonio Zambrana, pero Rigoberto López, fallecido durante la filmación, convoca nuevamente a Romero para que repita el fragmento del famoso discurso de Agramonte en la jornada de sabatina de febrero de 1862.
“Rigoberto me pregunta qué significa este personaje para mí y le respondo: no sé mucho sobre Agramonte más allá de lo básico, pero a mí me va la vida en lo que hago y esto es lo que necesitaba hacer desde hace tiempo”.
“No he tenido una película más difícil que esta, por muchas razones. Agramonte fue un hombre controvertido, con un carácter complicado que domó con el tiempo, un hombre muy viril y apasionado, incluso incomprendido por personas de su época, y tenía que entenderlo.”
“Necesitaba entender a un hombre tan fiero en el campo de batalla, pero a la vez extremadamente pulcro al llegar a su casa; era un niño con su mujer, un padre apasionado con Ernesto su primer hijo, porque a Herminia nunca la llegó a conocer. Entonces debía ir a fondo con esto, sentirlo de verdad”, confiesa el actor a quien veremos en las salas de cine a partir del 24 de marzo.
Acerca de la preparación física relata: “Tuve una preparación enorme en el Centro ecuestre de equitación, clases de equitación brutales con Joel Hernández Gutiérrez (Taita) todas las mañanas y luego en la tarde recibía clases con otros profesores que tenían mucha información sobre la manipulación del machete. También lecciones de esgrima para que se viera lo más real posible a Agramonte con el sable”.
“Quería que Ignacio Agramonte fuera un hombre de carne y hueso porque a veces lo que hace que las personas recuerden a ese que fue un gran hombre está más en cómo se sobrepuso a sus errores, cómo defendió sus ideas, qué era lo que lo movía. Tenía interés en saber lo que sentía y creía correcto, por su visión, aunque lo pusiera a chocar con otras personas. Ahí está lo humano”, añade Romero.
Durante el rodaje destacan dos momentos significativos: la muerte de Rigoberto López y por otra parte tu casamiento con la actriz Claudia Tomás Fuentes, quien interpreta a Amalia Simoni.
Rigo comienza a enfermar durante la filmación, incluso pudo en muchas ocasiones abandonarlo, su salud lo requería, pero se negó, se mantuvo con una convicción tremenda de que esta era la película que quería rodar después de tantos años sin poder hacerlo.
Fue duro verlo trasladarse en ambulancia, en silla de ruedas por no poder caminar, con un doctor todo el tiempo a su lado, sumado al estrés que conlleva filmar una película, todo el peso en sus hombros.
Tratábamos de aliviarle el estrés todo el tiempo. Le tomé mucho cariño y le agradrezco mucho. Logramos comunicarnos y que entendiera cosas que con otras personas me cuesta más trabajo porque teníamos muchos puntos en común.
Claudia y yo habíamos estudiado desde primer año de la ENA, nos conocíamos al dedillo. Tengo que aceptar de que entre nosotros había una química de compañero, no de grandes amigos realmente. Durante el rodaje de la película todo empezó a nacer de un modo muy bonito.
En un rodaje donde la profesionalidad está por encima de todo y lo que tú sientes no puede dar pie a lo que está pasando mientras se filma, es muy complicado. Ambos somos muy profesionales y esto no nos había pasado nunca.
Empezó a despertar esta llama y fue creciendo esto que somos hoy: marido y mujer. Alguien que admiro mucho como artista y mujer, por todo lo que ha cautivado en mí y lo que me ha hecho ser. Claudia le dio centro a mi vida. Ella es mi bendición.
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¿Prefieres interpretar papeles basados en personajes reales o ficticios?
He asumido más personajes reales de lo que las personas pudieran conocer, celebro cada vez que esto pasa. Cuando haces algo histórico tienes una fe más absoluta en ellos, te arrastran a su mundo y logras ver las cosas de manera diferente, desde su sabiduría.
Los personajes de ficción, aunque sean ficticios, siempre están un poco inspirados en alguien, así lo concibe el guionista, dramaturgo o el director, a través de una o varias personas, esa energía o conciencia está ahí y uno bebe de ella. Me interesan ambos tipos de personajes, entender su realidad, sus luces y sombras.
¿Te ilusiona interpretar algún personaje histórico en un futuro?
Todo el mundo es importante, todo aquello que llega a tu vida es lo justo, lo necesario, de lo cual tienes que aprender, es como eso que dice Rumi (Yalal ad-Din Muhammad Rumí), el gran poeta sufí, “lo que buscas te está buscando”, entonces prefiero encontrarme con eso que me está buscando y que de alguna manera busco, sin llevarlo tanto al terreno de la mente y la planificación.
Prefiero vivir así, encontrando el detalle y encontrando la magia detrás de cada cosa. Cuando logras estar en esta armonía te das cuenta de que todo es importante. En cada cosa vez una situación, un conflicto o un anhelo, algo que te mueve. Me siento muy bendecido por los que hecho, por lo que he conocido y las puertas que me han abierto.
Creo que héroes no son solos los que conocemos, también aquellos que me han inspirado de una forma u otra. pienso en Guillermo Cabrera Infante, Delfín Prats, Ana Mendieta, Reinaldo Arenas, Esteban Borrero, Severo Sarduy, Mike Porcel, de quien quedé cautivado por su ser; también amigos cercanos que desde el exilio piensan y sienten a Martí igual o más que yo, como Mario Palomeque, Leonel Limonte y muchos más quienes me dieron sus confesiones e historias.
A pesar de tener varias oportunidades en el cine, te mantienes activo en teatro, ¿qué beneficios te aporta cada género como actor?
Cada medio es diferente, es una experiencia distinta, prefiero el teatro y el cine, aunque desgraciadamente en nuestro país no se producen casi películas, casi todo es producción independiente, que muchas veces no te enteras como llegan, en ocasiones durante los proyectos tampoco se hacen mucho casting, todo está en el momento y el golpe de suerte que te llega. Mi territorio creativo todo este tiempo ha sido el teatro, desde donde sano cada día.
También me gusta desde hace un tiempo para acá hacer arte con la familia, desde la casa. Pienso que el verdadero artista hace arte en el escenario, delante de la cámara, en el cine, pero también lo hace desde su casa. Entonces estoy dedicado a formar una familia junto a mi esposa, junto a mis padres, suegros, vecinos que también son como familia, y desde ahí también hago arte, ese es el primer lugar en este punto de mi vida.
Tu personaje en la obra Hierro resulta polémico por la relación que establece con José Martí a raíz del intento de asesinato contra él ¿Cuánto pudiéramos aprender de una situación como esta?
Cuando Carlos Celdrán estaba escribiendo este personaje me lo mostró y lo rechacé en un inicio porque Martí es muy íntimo en lo personal, algo que cada cubano debiera de ver desde una mirada propia. No mataría nunca a Martí, pero luego mirando una foto un día descubrí que en 2012 estuve en Tampa, en el mismo lugar donde intentaron matar a Martí y me di cuenta de que este personaje era algo que tenía que hacer.
Pienso que lo importante de la relación del Apóstol con este hombre es sobre el perdón. Martí logra entender lo que es Cuba para cada cubano, lo que significa Cuba para este hombre que no quiere saber nada de ella, pero trata de ver el porqué. Aquí Martí nos enseña que Cuba es perdón, porque nos enseña a perdonar.
¿Qué debe tener un proyecto para que Daniel Romero se involucre en él?
Tengo que sentir la conciencia con la fue hecho, con la cual fue escrita la historia que quiera contar y su finalidad y creo que como artista uno siempre quiere provocar algo en el otro.
Llegué a un punto en el cual entendí que me estaba destruyendo dentro del arte, hacía cuanta cosa tuviera delante con una pasión tremenda y al final terminaba dañándome.
Entendí que el arte es para ser constructivo, para sanar. He aprendido a entender que los actores cargamos con historias y personajes a los cuales les damos vida para salvar a la humanidad, para que la persona que lo vea sane algo a través de ti, que viéndote entienda algo que le está pasando y que no conoces del todo, somos como sanadores.
El actor Michael Chekhov dicía que cada personaje que llega a tu vida llega por algo que necesitas aprender a través de ellos. Ningún dinero va a comprar la conciencia y la armonía que encierra una obra de arte de cualquier artista, de cualquier manifestación. Tu carrera la construyes tú mismo.