Néstor Jiménez ha hecho vibrar al público cubano con cada personaje que ha interpretado. El actor suma más de cuatro décadas en el cine, el teatro y la televisión.
En el escenario, donde encuentra su refugio, descubrió la pasión por el arte y desde entonces no ha dejado de compartir sus cualidades interpretativas. Lo hemos visto en producciones como Zafiro, Locura Azul, Regreso a Ítaca, Los pájaros tirándole a la escopeta y las telenovelas Las Huérfanas de la Obrapía, Diana, Vuelve a mirar, Tú, entre otras.
Trabajador, apasionado, perfeccionista y excelente padre, así lo definen quienes mejor lo conocen. El actor, nacido en la ciudad de Trinidad el 25 de agosto de 1962, asumió un compromiso vitalicio con la actuación.
¿Cómo descubriste que la actuación era el propósito de tu vida?
Mi relación con el arte comenzó a través del amor. Estando en la secundaria básica, en una época en la que había un gran auge del movimiento de artistas aficionados en casi todas las escuelas del país, me interesé por una muchacha que estaba en un grupo de teatro.
Nos hicimos novios y como quería pasar tiempo con ella, decidí entrar al grupo. Al final me separé de la novia y me enamoré del teatro.
Me empecé a involucrar con esta manifestación artística a través de la obra Santa Juana de América, que despertó mi interés y me generó la sensación de que estaba en el lugar correcto.
Después, en 1975, me presenté a la convocatoria de la Escuela Nacional de Arte (ENA) para formar nuevos actores; ahí empezó mi recorrido por la profesión. Quise ser marinero en un momento de mi vida, porque me apasionan también los barcos y el mar; pero pesó más el interés y la motivación por el arte.
Tus primeros pasos fueron en el teatro. ¿Crees que sea la escuela de este oficio?
Todos los actores en algún momento deben pasar por ahí; el teatro es el esfuerzo. Tienes que ponerle todo cuando interpretas porque ahí no hay cortes. Además, estar encima del escenario te proporciona una satisfacción muy grande.
Me gusta mucho esta manifestación; de hecho, pertenezco a la compañía Vital Teatro, con la que he realizado varias puestas. En estos momentos estamos preparando la obra En ningún lugar del mundo, de Abel González Melo.
Hay colegas que prefieren otros medios porque están buscando mayor visibilidad; pero, para mí, el teatro es el que te permite sentir esa sensación divina, mágica, que surge de una conexión especial con el espectador.
Desde tu experiencia, ¿cuál es la base de la interpretación?
Lo primero es el talento, saber qué significa interpretar personajes. En esta profesión es muy importante tener una amplia cultura que te posibilite entrar en otros mundos y conocer otras circunstancias; todo eso es fundamental para un actor.
¿El cariño del público o una buena crítica especializada?
Me interesa más la opinión del público porque trabajamos para la gente. Una buena crítica siempre se agradece; pero, si tengo que enfocarme en un solo aspecto, te diría que prefiero el cariño del público.
¿Qué personaje cambió tu manera de entender la actuación?
He tenido la oportunidad de interpretar personajes en todos los medios de comunicación y géneros actorales. Guardo gratos recuerdos de los grandes colegas con los que coincidí en mi tránsito por el Teatro Político Bertolt Brecht.
En esa agrupación aprendí a respetar el escenario y a divertirme interpretando. En el teatro varios personajes me han reportado satisfacciones y enseñanzas; me queda pendiente hacer el Yago de Otelo que, por circunstancias de la vida, no se ha podido concretar. En el cine te tengo que hablar del Chino en la película Zafiros, Locura Azul, y de Amadeo en Regreso a Ítaca.
En estas películas trabajaste con un elenco de primera línea. ¿Fue una suerte de coronación?
Esta profesión me ha otorgado muchos privilegios; uno de ellos ha sido poder codearme con grandes colegas que tuve como referentes en diferentes momentos de mi carrera.
Actuar a su lado ha sido presenciar clases magistrales de interpretación de las que he aprendido. Ha sido significativo también que esos colegas se refieran a mi trabajo con respeto y admiración. Eso me ha estimulado a seguir preparándome para enfrentar cada emprendimiento con la misma entrega y rigor.
¿Puede ser arriesgado para un actor incursionar en todos los medios?
Sucede que hay directores que te ven en un rol o en un medio determinado y te encasillan, asumen por ello que no puedes desempeñarte en otro ámbito profesional.
El actor debe tener la capacidad de adaptarse a cada medio. La práctica también te permite buscar el punto exacto, pero, en este oficio, eso se logra con la experiencia.
¿En algún momento te arrepentiste de haber tomado el camino de la actuación?
Nunca me he arrepentido de elegir la actuación como mi destino de vida. He navegado con suerte, tengo trabajo regularmente y he podido hacer varias de las cosas que me propuse cuando decidí encaminarme hacia el mundo artístico. Eso compensa cualquier tipo de desasosiego que pueda tener respecto a mi trabajo y a la profesión.
Sobre todo, el respeto que me brindan las personas que se identifican con lo que hago me ha regalado momentos inolvidables. Ellas hacen que uno sienta que todo el sacrificio ha contribuido de algún modo a engrandecer nuestra cultura cubana.
En la televisión y el cine cubanos se han narrado muchas historias. ¿Cuáles faltan por contar?
Las historias están todos los días en la calle. Uno a veces va caminado y se encuentra con situaciones que merecen ser reflejadas en nuestros medios de comunicación. El actor tiene que nutrirse de todo lo que ocurre a su alrededor; es la manera de realizar personajes creíbles que lleguen al espectador.
En nuestro país tenemos buenos guionistas; me gustaría que se hicieran dramatizados que nos adentraran en nuestras realidades y vivencias. Al final, cuando las personas se identifican con la narrativa que tú le estás contando, la reciben de una mejor manera. Quienes cuentan historias deben enfocarse en visibilizar aquellas que tengan valor artístico y reflejen en cierto modo las situaciones de nuestra cotidianidad.
A pesar de que no estás todo el tiempo en la pantalla, tu nombre siempre suena con fuerza entre el público cubano…
Aunque no siempre me ven en los medios, no he estado alejado de la profesión. Sigo trabajando en la compañía Vital Teatro, donde tengo la suerte de compartir con un excelente elenco que está en constante creación.
Últimamente no he tenido mucha presencia en la televisión porque no siempre me llaman para trabajar. También me he tomado un breve tiempo para descansar.
Estoy muy motivado y mantengo la misma ilusión de siempre de actuar y entregarme para que la audiencia reciba el trabajo con la mayor calidad posible y con los estándares que se imponen en los tiempos actuales.
¿Estás viviendo el mejor momento de tu carrera?
Estoy en mi mejor momento como actor. Con estos años de experiencia he ganado tranquilidad y seguridad. Cuando voy a interpretar un personaje sé por dónde tiene que ir y cómo tengo que manejarlo.
Estoy contento; siento que estoy pasando por una etapa especial y que puedo sacarle provecho a mi trabajo. La actuación te brinda la posibilidad de hacer cosas nuevas, de vivir experiencias en otras pieles y eso solo se logra en esta profesión.
¿Es el acomodamiento la principal amenaza para un artista?
Hay actores que, cuando llegan a una posición determinada, se acomodan y se conforman con hacer lo mismo; se dejan seducir por la fama y los dividendos económicos y se olvidan de hacer arte.
El artista en sentido general debe mantener ese espíritu creativo y tratar de superarse en cada cosa que haga. Si cuando logras tener visibilidad y cierto reconocimiento te crees que te las sabes todas y no continúas preparándote y enfocado estás destinado a ser un actor efímero, de momento, y nunca vas a trascender.
Con tanta exposición, ¿qué intentas resguardar para ti?
Cuando elegí esta carrera era consciente de todo lo que conllevaba, por eso no tengo problemas con que las personas se me acerquen con respeto y me prodiguen comentarios sobre mi trayectoria artística.
Soy una persona muy dada a la familia y los amigos, disfruto compartir también con los compañeros de trabajo; muchos se han integrado a mi vida de una forma increíble; los considero parte de mi entorno familiar.
Me guardo la satisfacción de tener excelentes amigos, de vivir momentos excepcionales y de haber conocido a grandes maestros que tributaron a mi crecimiento personal y profesional.
Te deseo mucha salud, para que puedan continuar tu fructífera vida y tu excelente carrera. Un abrazo fuerte.