Impetuosa, Yeny Soria nunca ha puesto límites a sus sueños. Ese rasgo la ha acompañado desde que descubrió en el arte su lugar, primero en la danza y luego en la actuación.
Es un rostro reconocido del teatro, el cine y la televisión. No pasaron inadvertidos los personajes de Mayra en el teleplay Abre los ojos, mami (2010), Colibrí en la telenovela Santa María del Porvenir (2012), Lorena en la Cuando el amor no alcanza (2015) y Juana de León en la película Insumisas (2018). La han dirigido grandes nombres del cine y la televisión, como Fernando Pérez y Armando Toledo.
Yeny ha logrado construir una prolífica carrera que incluye los premios Caricato (2019) y Adolfo Llauradó (2011 y 2019).
Incansable y enfocada, esta versátil actriz, egresada de la Universidad de las Artes (2013), es consciente de todo lo que ha logrado, pero sigue en busca de nuevos retos.
En la piel de Liliana, hoy acompaña a los cubanos en Sábados de gloria mientras sueña con internacionalizar su carrera y hacer un protagónico memorable para la gran pantalla.
¿Qué decisión le dio un giro a tu vida?
Dejar la Escuela de Instructores de Arte para entrar en el grupo de teatro Olga Alonso. Fue un cambio rotundo de rumbo. El enfoque de la escuela era para ser maestra. Respeto muchísimo esa profesión, pero mi objetivo era otro. Tuve que tomar una decisión de impacto, no solo a nivel de carrera, y reinventarme para ingresar al Instituto Superior de Arte, hoy Universidad de las Artes (ISA).
¿Las mujeres tienen que sacrificarse más que los hombres en el mundo del arte?
Tenemos que imponernos porque nos afectan muchos tabúes sociales. No es que piense que sea más fácil para un hombre, pero nosotras, por ser mujeres, estamos al borde de un precipicio. Nos exponemos siempre al peligro de caer en otros caminos en el mundo del arte.
Una actriz debe estar muy bien equilibrada, saber lo que desea. Para nosotras es todo un poco más difícil por el tema de la tensión sexual, que puede provocar muchos problemas. Yo he pasado por experiencias de este tipo. Siempre pongo mis límites, y con el paso del tiempo he aprendido a decidir a qué tipo de audiciones voy.

Hay actores y actrices con experiencia a quienes no les agrada pasar por un casting. ¿Crees que eso es válido?
El casting es algo muy personal del director. Puedes tener la mejor trayectoria de este mundo, pero quien dirige necesita verte en el personaje para saber si eres lo que está buscando.
A veces uno se hace una idea de que un actor encaja en determinado papel y cuando lo ve en cámara ―no es que esté mal o bien― no se acerca a lo que tienen en su cabeza.
Respeto mucho a los directores que hacen castings. A mí me gusta hacer audiciones porque me estimulan la adrenalina y la presión para dar lo mejor. La mayor parte de mis trabajos han sido por mediación de castings, sobre todo los de cine.
El mismísimo Marlon Brando, una estrella mundial, hizo casting para El Padrino porque no lo veían en ese personaje. Un actor te puede sorprender en una audición.
Personalmente, no puedo encontrar una relación entre la trayectoria que se haya acumulado y el casting, aunque el director haya trabajado contigo y te conozca.
La conexión entre director y actor que se produce en ese momento es hermosa y a veces necesaria.
¿Qué personaje te dolió no poder hacer?
El más reciente. Hice una audición para un personaje hermoso en una serie sobre la vida de Fidel Castro. Hacía tiempo estaba detrás de un papel autobiográfico y esta era la ocasión.
Estuve días molesta conmigo misma. ¿Por qué? No lo sé. Uno siempre se exige y se pregunta por qué no lo escogieron.
Con el tiempo he aprendido a fluir, porque si no nos volvemos locos. Siempre le dejo esa parte a la vida y al destino.
Siendo estudiante de primer año del ISA protagonizas el teleplay Abre los ojos, mami, que te dio tu primer premio Adolfo Llauradó. ¿Cómo llega el personaje de Mayra a tus manos?
En ese primer año del ISA comencé a trabajar en los espacios La dosis exacta y Cuando una mujer. El director de este último programa me remitió al también director Pablo Javier López para hacer el casting de ese teleplay. Después de cuatro horas de audición hablaron conmigo, me informan que me había quedado con el personaje y me entregaron los guiones.
¿Cómo se logra confianza cuando se inicia en este oficio?
La Escuela de Instructores de Arte y el teatro me ayudaron mucho. Antes de llegar a Abre los ojos, mami había tenido experiencia en otros espacios de la televisión, lo cual agradezco. Tuve la suerte de tener a una profesora espectacular como Edith Obregón en el ISA. Las herramientas que adquirí me permitieron enfrentarme a un protagónico.

¿Te dedicaste a hacer teatro para conectar con tu esencia?
Totalmente. En el teatro es donde he hecho esos personajes oscuros que a veces nadie quiere ver. En momentos en los que he estado “rota” me han llegado obras que me han ayudado a sanar. En el teatro no me da miedo verme fea o ridícula. Sientes otra libertad, al igual que en el cine.
Las actrices se enfrentan a un cambio físico constante que es natural de la vida. ¿Cómo vives esas transformaciones?
Es complicado, porque todos le tenemos un poco de miedo a la vejez y a los cambios. He tenido que hacer mi trabajo interno para entender que la Yeny Soria de hoy no es la misma de hace diez años.
Me cuido porque nuestra carrera lo exige. Trato de alimentarme lo mejor posible, de tener mis cremas para el rostro y la piel que me ayuden a tener una imagen aceptable; primero para mí, y después para los demás.

¿Te apasionan los retos?
Todo el tiempo. No solo en el ámbito artístico, sino también en el personal. Los desafíos te motivan a seguir adelante y reinventarte.
¿Has sido rebelde?
He sido rebelde con causa; creo que todos en algún momento de nuestras vidas lo somos.
Mis padres en un inicio no entendían mi carrera, tenían una idea equivocada. Me pusieron en los repasos para aplicar a la Escuela Vocacional Vladimir Ilich Lenin porque querían que escogiera una carrera de otro perfil. Mi padrastro me dejaba en la esquina de los repasos y yo me iba para las clases de actuación escondida. De hecho, cuando les dije que iba a entrar a la Escuela de Instructores de Arte no lo querían creer.
El tiempo que estuve becada me ayudó a enfrentar muchos aspectos de la vida. También he tenido grandes pérdidas en la familia que me han hecho entender que la vida es un viaje y tú tienes que hacer lo que te plazca durante esa jornada.

Si tuvieras que elegir entre una gran película y una gran obra de teatro, ¿en cuál actuarías?
Escogería una gran película. La magia del teatro es incomparable, pero el cine es trascendental. Es como la foto, atesoras ese momento para siempre. Si hago una obra de teatro hermosa no se la podré mostrar a mis hijos, sin embargo con el cine no es así.
En el momento que salió Clandestinos (1987) yo no había nacido. No obstante, la pude ver. Esa película cambió mi perspectiva sobre la vida y mi forma de entender la actuación. Hoy por hoy puedo ver el largometraje Memorias del subdesarrollo (1968) y entender muchas cosas.
Transformar el momento en algo concreto es lo que me gusta.
Si pudieras participar en uno de los clásicos de la cinematografía cubana, ¿cuál escogerías y qué personaje interpretarías?
Escogería Las profecías de Amanda (1999). Volví a verla hace poco y valoré mucho el trabajo actoral de Daisy Granados, así como el de todo el equipo. Amanda es uno de esos personajes que te da la posibilidad de dar lo mejor de ti como actriz, por la cantidad de matices que tiene.
Supuestamente era un personaje superficial, pero con un gran mundo interior. La puesta en escena le dio la posibilidad a Daisy de lucirse. No solamente por cantar y bailar, sino porque el personaje es desgarrador.

¿Disfrutas más el proceso de grabación o la puesta en pantalla?
Pensar en el resultado a veces provoca nervios y miedos. Me gusta más el proceso creativo, que te permite descubrir y reinventarte. Es ahí donde uno descubre muchas cosas que ya después, cuando el resultado está, no puedes hacer más nada.
¿La actuación te ha ayudado a entenderte mejor?
La actuación te ayuda a conocerte. Puedes entender muchas cosas y buscarles el por qué y el lado humano a personajes que tienen comportamientos negativo. Buscar similitudes o diferencias entre los personajes y tú mismo te ayuda a entenderte, a conocerte y reconocer que también tienes parte de él/ella. Para actuar primero hay que conocerse.
El personaje de Lorena en la telenovela Cuando el amor no alcanza te dio visibilidad y te acercó al público que sigue este género. ¿Quedaste conforme?
No quedé conforme por la historia. Siento que Lorena se quedó en la superficie a nivel de guión. Me habría gustado que se hubiera profundizado más. Igual los actores solemos sentir que se puede ahondar más en los personajes. A veces le puedes sacar el doble de lasca a un guión, pero la puesta tiene un límite. No es que esté insatisfecha con Lorena, pero no quedé conforme.
Deseo hacer un personaje rico en profundidades humanas, conflictos y situaciones para la televisión, como el que hice en el teleplay Te quiero siempre, en el que le di vida a Eunice. Ahí sí quedé satisfecha por todas las travesías del personaje y por cómo conectó con la gente.
Me encanta transformar lo que sea que esté haciendo, no solo para sea lindo visualmente, sino para que llegue a las vísceras.
¿Interpretar a Juana de León en la película Insumisas es uno de esos retos a los que muchos actores se exponen?
Interpretar un personaje como ese, con tantos cambios físicos, con todos los códigos del cine, y poder trabajar con un director como Fernando Pérez, fue un reto para mí. También fue un desafío trabajar con ese elenco en el que se encontraba la actriz francesa Sylvie Testud. Tuvimos que reinventar la conexión y la comunicación; era la primera vez que coincidíamos. Venía de otra dinámica de trabajo, y poder empastar eso fue otro reto. Yo iba a la grabación nerviosa porque tenía de frente a Fernando, una persona con la que siempre quise trabajar.
¿Con cuál de los elencos con los que has trabajado has tenido más complicidad?
Con el elenco del teledrama Te quiero siempre. Comenzando por el director, Armando Toledo, que nos dio toda la seguridad que necesita un actor. Además de todos mis colegas, entre los que se encontraban Miriam Alameda, Niu Ventura y Carlos Luis González.
Todo el elenco tuvo una química hermosa. Esa fue la clave que nos hizo conectar con el público. Por este audiovisual gané el Premio Adolfo Llauradó por mejor actuación femenina, compartido con Miriam Alameda. Fue una muestra más de la conexión que tuvimos.
¿Cuán importante es tener una buena autoestima en esta profesión?
Cuando estás dentro de este medio es muy importante trabajar la autoestima todos los días. También puede ser un arma de doble filo, porque el ego te puede nublar la vista. El objetivo de la actuación es interpretar personajes y poder llegar a las fibras humanas. Tienes que lograr un balance.

¿Tu dedicación a la actuación ha frenado tu pasión por la danza?
Sí. A veces me pregunto qué habría sido de mí si hubiese tomado el rumbo de la danza. En esta decisión influyó mucho mi mamá, que me planteaba que la danza no era eterna por cuestiones físicas. De alguna manera en la actuación están incluidas todas las artes.
En determinado momento me vi más atraída por contar historias y conectar con situaciones a través de la actuación. Pero hay una pequeña espina, un cuestionamiento de qué habría sucedido si hubiese seguido en la danza. Tampoco se me han presentado oportunidades para explotarla más.
¿Hay que sacrificar algo para ser actriz?
En la vida siempre hay que hacer sacrificios y en la actuación se sacrifica el tiempo. Sobre todo con la familia, porque esta profesión implica muchas horas de ensayos y grabaciones. Lo he sentido y me lo he recriminado, pero al final estaba haciendo lo que quería. De hecho, he entendido que todo en la vida no es trabajo, hay muchas cosas que hay que compartir y debemos darles su valor. Para mí, el mayor sacrificio ha sido el tiempo.
¿A qué actor/actriz de nuestro país le darías un Oscar y por qué película?
A Mario Guerra, por su personaje de Monchy en la película El Benny (2006). Mario fue mi profesor, con él aprendí lo que es caracterización de un personaje, pero antes de eso siempre lo admiré. Me encanta el histrionismo que tiene para caracterizar personajes y la naturalidad y la verdad con que lo hace. Es un actor que siempre tiene algo interesante que mostrar; lo tengo en un nivel grande de estimación.
Siento que Mario debió ser más valorado por su inmenso talento, por la gracia que tiene de desestructurar un personaje y volver a hacerlo de nuevo. Me he quedado con ganas de ver una historia completamente contada por Mario Guerra como protagonista.
¿Consideras que el acomodamiento es una amenaza para una actriz?
Por supuesto, el acomodamiento te da toda la facilidad de quedarte en una misma zona. Lo que hay que saber es reconocerlo. A mí me ha pasado. Me han llegado tres personajes que iban por la misma cuerda y me he sentido en mi zona de confort. Pero esa comodidad te va limitando; llega un momento que no quieres salir de ahí, porque sabes que te funciona.
Lo que debes replantearte siempre es: ¿qué es la actuación realmente y qué es lo que quiero? Hay personas que se sienten bien en esa zona de confort, y hay otras que no. Yo creo que quedarse en ese acomodamiento es el mayor peligro que hay para un actor.
¿El verdadero reconocimiento viene del público o de la crítica especializada?
A un artista siempre le va a interesar más la opinión del público, porque es al que va enfocado su trabajo. El público tiene opiniones auténticas y es bueno escucharlas. Uno trabaja para ellos y su criterio siempre va a ser más importante. Hay muchos trabajos que uno sabe, como artista, que los está haciendo para un público específico. Eso también tienes que tenerlo claro.
Las críticas de personas que saben valorar mi trabajo con conceptos e ideas específicas acerca de lo que es la actuación también valen. Si son opiniones importantes de expertos y conocedores, hay que ponerles oído. No es que subestime la opinión de la gente, pero no todos son maestros.
¿Las plataformas digitales han hecho que el público sea más exigente?
Se han vuelto más exigentes y crueles, ya que se escudan detrás de una pantalla. Los artistas somos una diana perfecta para canalizar traumas, errores y frustraciones.
Agradezco los comentarios positivos, los negativos los desecho.
¿Qué te hace falta para internacionalizar tu carrera?
He hecho audiciones para películas extranjeras. Haría falta poder concretar y dar el tiro perfecto en una de esas oportunidades. Estoy enfocada en eso; deseo poder trabajar fuera de Cuba.
También es algo que demanda un poquito de suerte. Por muy perseverante que seas, la vida te tiene que dar las oportunidades y debes estar preparada para aprovecharlas.
Te estamos viendo actualmente en la telenovela Sábados de gloria. En este nuevo dramatizado, ¿qué vamos a descubrir?
Liliana es un personaje con objetivos y metas que quizás muchas personas no compartan. Esto la hace proyectarse como una persona interesada, oportunista y manipuladora.
Estoy muy contenta con que el mío sea un personaje negativo dentro de la telenovela. Estos roles tienen muchos matices y dualidades.
Por tu experiencia, ¿cuál es la mejor manera de abrirse puertas en esta profesión?
Ser fiel a ti, como persona y como profesional; saber el camino por el que vas. Abrirte puertas creciendo como actriz. Trabajar mucho mentalmente, porque a veces las puertas se cierran y tienes que volver a encaminarte hacia lo que quieres.