Así como las calles habaneras sirvieron de locación para el octavo rodaje de Rápido y furioso, las aguas cubanas bien pudieran ser escenario perfecto para una sexta entrega de Piratas del Caribe.
Por demás, el primer almacén-visitable de la Isla parece hecho a la medida del capitán Jack Sparrow y su variopinta tripulación.
Ubicado en el Museo Castillo de La Real Fuerza, este lugar sin precedente en Cuba agrupa más de 27,580 piezas relacionadas con carga, armamento, construcción naval y vida a bordo de embarcaciones que naufragaron entre el siglo XVI y el XIX en el litoral norte de Pinar del Río y La Habana.
De esa forma, en uno de los sitios más visitados de la capital cubana, con decoración a cargo del Estudio de Diseño y Arquitectura Proporciones, el Grupo de Inversiones Avenida del Puerto y la Dirección de Patrimonio Cultural, se atesoran los descubrimientos de los principales pecios estudiados en Cuba, recuperados por las empresas Carisub S.A. y Sermar S.A. en los últimos treinta años.
Antonio Quevedo, director del Museo Castillo de La Real Fuerza, explica que desde 2002 la institución posee parte del hallazgo arqueológico de esos naufragios (principalmente discos, barras, joyas y monedas de oro y plata), pero no fue hasta diciembre de 2017, en vísperas del aniversario de fundación de La Habana, que se abrió el almacén: “una novedad para los museos cubanos”.
El espacio recrea la época en que La Habana era el puerto clave de la flota española y sus alrededores vivían y morían intensamente asediados por otras potencias europeas que querían un pedazo del Nuevo Mundo.
El recinto expone, por ejemplo, piezas del crucero de la Armada Española Sánchez Barcaíztegui, hundido en 1895. Sus restos se encontraron a 21 metros de profundidad en la entrada de la Bahía habanera. Pueden verse el timón, la bitácora y otras partes de la estructura del barco; el escudo de la nación ibérica; artículos de uso personal como hebillas, botones y relojes de bolsillo; vajillas, campanas, medicamentos e instrumentos de navegación.
Otro hallazgo relevante es el que corresponde al bergantín español Palemón, que pereció el 25 de abril de 1839 mientras traía del puerto Havre de Grace un amplio cargamento para las tiendas habaneras.
De ese lote se recuperaron frascos de perfumes franceses, mecanismos de cajas de música galas y suizas, bolas de billar, fichas de dominó de madera y marfil, botellas, botes para cremas, varillajes de abanicos y muchísima bisutería.
Se exhiben también objetos del comercio con los puertos de Londres y Liverpool que traía la goleta británica Arrow, hundida el 15 de enero de 1815.
Las piezas aparecieron en el pecio conocido como Cayo Paraíso y entre ellas resalta un cargamento de cerámica de lozas inglesas (adornos, teteras, tazas, fuentes, cucharones) hechas a finales del siglo XVIII y principios del XIX.
Sobresalen las muestras de artillería, armas portátiles y proyectiles del siglo XVI, atribuidas al naufragio del carabelón Nuestra Señora de la Piedad en 1556 y encontradas durante las investigaciones del pecio Inés de Soto, uno de los más antiguos de la Isla.
De acuerdo con Quevedo, los pecios son cápsulas de tiempo que permiten determinar en qué momento se hundieron y analizar los objetos que los componen. Eso sí, una vez sacados del mar, estos solo se salvan de la acelerada destrucción con una exhaustiva restauración y conservación.
Si bien hay que contar con que muchos naufragios de la colonia fueron rescatados entonces o se encuentran ampliamente dispersos en las aguas someras cubanas, existe aún un enorme potencial para la arqueología subacuática.
Los expertos aseguran que actualmente hay unos tres mil naufragios inexplorados en las costas de la Mayor de Las Antillas.
Hasta la fecha solo se muestra al público menos de la tercera parte (8,000 piezas) de lo rescatado, puesto que la reconstrucción de este universo subacuático en tierra firme está inconclusa.
Antes de 2019, el almacén-visitable se extenderá a salas aledañas e incluirá piezas propias del Castillo de La Real Fuerza, primera fortaleza abaluartada de América.
Quevedo comenta que es un homenaje a los especialistas que realizaron una campaña arqueológica doblemente difícil por tener que desarrollarse bajo el agua, y posibilitaron la existencia de una colección excepcional en Cuba, firmante de la Convención sobre Protección del Patrimonio Cultural Subacuático en 2001.
Siempre se refieren a una parte de la colección. Quien o a quien ha correspondido la otra parte de los pecios? Que prganismo se encarga de su custodia y conservación? Se ha juzgado y criticado durante años que las empresas cubanas de arqueologīa acùatica más que arqueología se dedicaron a saquear a nombre del consejo de estado todos los pecios cubanos y venderlos entre 1992-1998.
Es un verdadero privilegio contar con un Museo en donde se puedan apreciar todos estos tesoros rescatados por hombres y mujeres que se han dedicado en cuerpo y alma a buscar los naufragios documentarlos y salvar todo lo q pueda ser salvado para ser expuesto al publico, lamentablemente muchos no tienen ni el conocimiento ni lo que significa buscar esto en el fondo de nuestra plataforma circundante por espacio de mas de treinta años, por eso es q nuestro pais es rico en el aspecto cultural, porq somos poseedores de esa riqueza intangible que esta a disposicion de todo cubano o extranjero q la quiera apreciar, por q en otra naciones todos esto ha ido a parar a manos de coleccionistas privados y saqueadores de desastres maritimos, lamentable el mundo no es bello y puro, nosotros somos una fluctuacion social, pero creemos y defendemos q es lo q se merecen nuestras mas jovenes generaciones y nuestros visitantes, tener el acceso a esa “riqueza inconmensurable”, todos sin distincion de genero, religion, filiacion politica para poder “palparla” con nuestros sentidos, ojala podamos disfruttar de ella por mucho tiempo y que cada dia mas esas colecciones crezcan y se completen mas las investigaciones que aun continuan.