Woody Allen dijo el martes que “siempre había tenido una fanaticada cálida y afectuosa en Europa”, mientras se prepara para debutar como regista en La Scala con Gianni Schicchi, una ópera cómica de Puccini de un solo acto.
Allen fue recibido con aplausos al llegar a una conferencia de prensa en antesala al estreno del sábado.
Mientras el prolífico cineasta de 83 años ha sido evitado por un sector creciente en Hollywood, su aceptación en Europa parece intacta a pesar del resurgimiento de las acusaciones en su contra de conducta inapropiada tras el nacimiento del movimiento #MeToo.
En Estados Unidos, Amazon Studios dio por terminado un acuerdo para distribuir su película más reciente, A Rainy Day in New York, que se estrenará en los próximos meses en Italia, España y otros países europeos. Dos actores han dicho que donarán sus salarios por concepto de este filme a organizaciones que luchan contra el abuso sexual.
Allen dijo que tras el estreno de Gianni Schicchi, viajará a San Sebastián, España, para trabajar en su próxima película. El elenco incluye a Christoph Waltz.
Junto con la producción de La Scala, un museo de cine en Milán está exhibiendo una retrospectiva de 28 de sus cintas.
Allen dijo que su trabajo “resuena con los europeos de una manera con la que ellos pueden identificarse”.
“Sé que cuando comencé a hacer películas hace 50 años o hace casi 50 años, por alguna razón siempre tuve una fanaticada muy cálida y afectuosa en Europa”, dijo. “Y aun cuando películas mías no fueron muy bien recibidas en Estados Unidos, siempre en Italia, Francia y Alemania, en toda Europa, recibieron bien mis películas”.
“Quizás cuando crecí fui un adicto del cine europeo, que veía todo el tiempo. Quizás a través de algún proceso de ósmosis mis películas resuenan con los europeos”, agregó.
La puesta de Allen de “Gianni Schicchi”, que montó primero en Los Ángeles, se presenta junto a una de “First the Music, Then the Words” de Salieri dirigida por Grischa Asagaroff. La mayoría de los intérpretes son estudiantes de la academia de La Scala.
Allen dijo que fue Plácido Domingo quien lo convenció de que dirigiera una ópera, pero que le tomó mucho tiempo aceptar.
“No sabía si tenía alguna habilidad para este tipo de cosa. Había hecho cine y ni siquiera mucho teatro. Me pareció una experiencia muy placentera”, dijo Allen.
El director dijo que siempre ha disfrutado de la ópera, pero que generalmente sólo puede ver los primeros dos actos debido a su horario madrugador de rodaje.
“Lo que siempre quise era una noche de sólo terceros actos, para poder ver todos los terceros actos que me perdí a lo largo de los años”, dijo Allen.
Explicó que montó Schicchi con un estilo de neorrealismo de la década de 1950 como de Vittorio De Sica y Federico Fellini, luego que sus ideas de hacer a Schicchi una rata entre ratones o un cigarrillo entre productos agrícolas orgánicos fueran rechazadas. Dijo que hubiera preferido un final distinto para la ópera, basada en un incidente en la “Divina Comedia” de Dante en el que el personaje principal es condenado al infierno por beneficiarse de un ardid.
“Tengo una debilidad por la gente que vive al margen de la sociedad y ligeramente fuera de la ley, así que siento un gran afecto por Gianni Schicchi”, dijo Allen. “No lo pondría en el infierno al final de la película. Lo jubilaría con una buena pensión y le permitiría marcharse y llevar una vida feliz en el campo”.