La vida profesional de Zenia Bell ha sido prolífica. Nacida el 16 de noviembre de 1984 en La Habana, ha formado parte del elenco de producciones como El Benny, Cuba Libre, En fin, el mar y, recientemente, de la telenovela Tan lejos y tan cerca.
Desde los comienzos de su trayectoria en el mundo artístico, demostró talento y versatilidad. Hoy es una de las actrices preferidas del público de la isla.
Zenia confiesa que no tiene una rutina establecida para conformar sus personajes. Lo que nunca puede faltarle, además de la pasión por el oficio, es despertar con una sonrisa y abrazar a su pequeña mascota, que tiene en un lugar especial en su corazón.
Algunos te califican como una actriz novel, aun cuando llevas años en el mundo de la interpretación. ¿Qué opinas?
A lo largo de mi carrera no he tenido mucha visibilidad; no porque no haya querido por supuesto, sino porque no he tenido las oportunidades.
También estuve alejada de los medios un tiempo por cuestiones personales. Suelo enfrascarme en mis propios proyectos y muchas veces no recibo las convocatorias para los castings. Pero llevo varios años en el mundo de la interpretación, principalmente en cine y televisión.
Mi recorrido por el arte comenzó con El Benny (2006), del director Jorge Luis Sánchez. Entonces trabajaba como modelo; me comentaron que estaban completando la nómina de figurantes para el largometraje y decidí presentarme a la prueba de selección. Tuve la suerte de que me escogieran para formar parte del elenco de la película y trabajar al lado de grandes actores de nuestro país.
Tengo que agradecer la confianza que depositó en mí Jorge Luis. Me dio la primera oportunidad de mi carrera y años después me convenció a regresar a la profesión, cuando me invitó a trabajar en Cuba Libre.
Estas fueron mis primeras experiencias en la interpretación. Luego siguieron otras, en espacios como Tras la huella, Cuando una mujer, la serie Promesas y las telenovelas En fin el mar y Tan lejos y tan cerca.
No tienes formación académica; sin embargo, logras desde la primera escena crear empatía con el público. ¿Una actriz nace o se hace?
Es un tema controversial. Cada cual se desarrolla con las herramientas que tiene, sean académicas o las que va adquiriendo con la práctica.
En cualquier caso, uno debe tener la ambición de prepararse y superarse continuamente. Al final, es en la arena donde se demuestran los conocimientos y el talento de cada actor.
Una de las apariciones más recordadas por tus seguidores fue en la telenovela En fin, el mar, en la que interpretaste a Mirna. ¿Cómo llega a tus manos el personaje?
Llegué a esa novela motivada por un colega de la compañía El Hombrecito Verde. Me invitó a presentarme en el casting que estaba haciendo el equipo de dirección del dramatizado, encabezado por Carmelo Rubio.
Después de un largo proceso de pruebas, demostré que, aunque no tenía mucha experiencia en televisión, disponía de las herramientas para asumir el rol. La dirección de la novela confió en mí y me dio la oportunidad de aprender a dominar el género sobre la marcha.
Tuve la suerte de que la actriz Laura Moras me apoyara y me guiara durante el proceso. De esa relación nació una gran amistad que ha perdurado en el tiempo.
Con este personaje sentí la aceptación popular; la gente me paraba en la calle para decirme que se reconocían en Mirna. Fue mi primer proyecto largo en la televisión y lo recuerdo como uno de los momentos importantes de mi carrera.
¿Qué representó en tu carrera interpretar a Yenifer en Tan lejos y tan cerca?
Los directores Loisys Inclán y Alberto Luberta me ofrecieron la oportunidad de regresar a la pequeña pantalla con este personaje; desde que audicioné sabía que iba a ser un reto interpretarlo.
Me preparé para el casting, que se dividió en varias etapas. En un primer momento audicioné para Magaly y después para Yenifer, que fue finalmente el personaje que me tocó interpretar.
Salí de la prueba sin tener certeza de que había sido seleccionada. Después de un tiempo me comunicaron que habían quedados satisfechos con mi trabajo y que integraría el elenco de la telenovela.
Me motivó la noticia, y tomé conciencia de la responsabilidad que tenía con el equipo y con el público. Desde ese instante comencé a buscar referentes en mi entorno para armar el personaje.
Trabajé con mucho amor y me dediqué al máximo para que la historia de Yenifer se destacara. Por lo visto, lo que nos propusimos se logró, porque la reacción de los seguidores fue positiva.
¿Qué sensaciones te dejó este dramatizado?
Asombro, por el impacto que tuvo mi personaje en la audiencia. Lo he podido corroborar por diferentes vías. Tengo que agradecer las muestras de cariño que me regala el público, tanto personalmente como a través de las redes sociales.
Lo estoy disfrutando muchísimo. Valoro mucho la opinión del público, aunque sé que debo ser autocrítica con mi trabajo y no dejarme llevar por las cosas buenas que me dicen; esa debe una premisa de quienes se dedican a esta profesión.
Hay que tener los pies bien puestos en el piso, pero es muy agradable que te lleguen estas muestras de afecto por tu trabajo.
El reparto de la telenovela combinó actores jóvenes con otros más experimentados ¿Te impresionó leer tu nombre junto al de artistas consagrados?
Fue un orgullo coincidir con grandes artistas como Diana Rosa Suárez, Mayra Mazorra, Miriam Learra, Doris Gutiérrez, Pedro Fernández. Aunque no trabajé directamente con todos, pude apreciar su calidad como seres humanos y profesionales.
Te hemos disfrutado también en la serie Promesas y en el espacio policiaco Tras la huella. ¿Qué vivencias atesoras de estas experiencias?
Son participaciones que he agradecido porque, a pesar de que mis personajes no han tenido continuidad, he sentido que han sido bien acogidos por las personas que siguen este tipo de espacios.
Son experiencias laborales que suman y son parte de la trayectoria que he venido construyendo en los años recientes.
¿El reconocimiento del público es de alguna manera más especial que el de un jurado?
Considero que el reconocimiento de la audiencia es más especial que un premio. El público tiene una mentalidad más abierta, no se basa en técnica ni en conocimiento para emitir criterios o valoraciones; reacciona por lo que le llega.
No demerito la importancia de los premios, pero me reconforta que mi obra sea valorada por nuestra gente, que al final es para quienes trabajamos y son nuestra razón de ser.
¿Actuar cualquier papel es más importante que ser protagonista?
Cuando me hacen una propuesta de trabajo no reparo en el tiempo que va a estar el personaje en pantalla, sino en que esté bien concebido y me permita ponerle mi impronta.
Desde mi experiencia, lo más importante no es hacer un rol protagónico, sino un trabajo decoroso, que quede la escena. Que la historia que se está narrando sea significativa. Todos los integrantes de una producción desempeñan un rol. Es importante que cada uno haga bien su parte para que el producto final tenga el mejor resultado posible.
A veces los que se roban el corazón del público son personajes que no tienen mucho protagonismo en la historia y, sin embargo, sus intérpretes logran, en pocas secuencias, trasmitir toda su calidad interpretativa.
¿Cuáles son tus principales armas como actriz?
La sinceridad. Soy una persona que siempre va con la verdad, tanto en mi vida profesional como en la personal. Siento la necesidad de ser muy transparente cuando trabajo; si no siento lo que estoy diciendo, no puedo hacerlo, porque soy consciente de que tampoco le va a llegar al público. Necesito entender la intención de los directores con los que trabajo, creer en lo que estoy haciendo.
Otra de las características que me distinguen es que soy una persona atrevida. Me gusta asumir riesgos y gracias a eso es que he podido desenvolverme a lo largo de mi carrera.
Una de las cosas que llamaron la atención del director Carmelo Rubio fue la determinación con la que me paré frente a él en el casting de En fin, el mar. En ese momento no tenía mucha experiencia y por mi desempeño logré sobresalir y quedarme con el que es, hasta hoy, uno de los personajes más importantes de mi carrera.
¿Qué te aporta la interpretación?
Vivencias, experiencias. Uno nunca termina de aprender; la actuación es una ventana para conocer muchas cosas. Cada vez que actuamos tenemos la oportunidad de ponernos en la piel de otra persona, cercana o distante de nuestra personalidad.
Cada personaje te exige documentarte y aprender sobre nuevos temas que, al final, te sirven para tu vida.