Él golpea como un martillo sobre las cabezas de los lanzadores que hacen sus rutinas diarias en el estadio Changa Mederos de la capital. Me asomo por una cerca lateral buscando a Andrés Ayón, el último de los cubanos exaltados al salón de la fama de la liga Mexicana, quien tiene una estatuilla allí, al lado de los inmortales Martín Dihigo, Adolfo Luque y Orestes Miñoso. Es el mismo que ganó cuatro veces el premio al mejor lanzador de la liga, el que lanzó un juego perfecto y dos sin hits ni carreras, aquel que logró en su vida más de 300 victorias.
Vine buscando a un señor de 81 años a quien imaginé lento al andar. Lo delató su cabellera blanca dentro de la multitud. Me sorprendió su físico impresionante moviéndose con agilidad de un lado a otro, explicando cosas a sus alumnos y haciendo demostraciones encima de una tabla improvisada de lanzar: parece un hombre bendecido por los dioses, alguien que bebió en la fuente de la juventud. Fuma desde los 14 años y aparenta 15 o 20 años menos.
Detrás del jardín central, protegidos por la sombra de grandes árboles, nos sentamos mientras despedía a los muchachos dándoles indicaciones hasta el último momento.
¿Por qué no se quedó a vivir en el extranjero después de quedar abolido el profesionalismo en Cuba cómo hicieron muchos peloteros profesionales de la época?
Me quedé por dos razones fundamentales. En primer lugar fue un pedido de mi difunta madre y en segundo lugar, por un gran amigo mío, que si no me lo pidió directamente, me lo hizo saber de la forma que me habló un día. Estoy hablando del comandante Ramiro Valdés. Al final, gracias a ellos, pude llegar a lo máximo que se puede llegar en el deporte, al salón de la fama, aunque no de Cuba, sí de la Liga Mexicana de béisbol profesional.
Por esta decisión nunca jugué en las grandes ligas. Pero cumplí con la palabra que les di a mi madre y a ese gran amigo. Han pasado muchos años y aquí me ves, en Cuba con mi gente.
¿Por quedarse a vivir aquí no pudo lanzar en las mayores?
Yo continúe con mis contratos de ligas menores y viviendo en Cuba. En el año 1961 me iban a transferir para los Yankees, pero cuando dije que iba para Cuba me dijeron que si iba no me subían, pero yo regresé. Luego en 1962 paso lo mismo: me ofrecieron casa, de todo, para que no regresara más aquí. Había nacido mi hija, quería ver a mi mama, a mi familia, que vieran a la niña, pero por venir me dejaron en la triple A. Todos los años fue lo mismo.
¿Y cómo decide quedarse a jugar en México?
En el 1964 paso por allí, camino a San Diego, y voy a ver un juego de los Pericos de Puebla y Los Diablos Rojos de México. Allí había dos amigos cubanos y me hablaron para que me quedara a jugar. Cuando fuimos a hablar con el dueño y le dije lo que yo ganaba en la triple A, me dijo que con ese dinero el compraba a cinco o seis lanzadores, que eso era mucho. El manager Castaño, que era cubano también, le dijo que él podía traer a diez, pero ninguno iba a hacer el trabajo que podía hacer yo, pero este no aceptó, no quiso pagarme aquella suma.
Cuando salí de la oficina le pedí a Castaño que me pusiera a lanzar el próximo partido, sin contrato, para que me viera.
En la sexta entrada estaba dando juego perfecto y corriendo me trajeron un papel para que firmara. Así empecé mi carrera en aquella liga, en la cual lancé hasta los 42 años.
¿Cuáles son, a su juicio, las mayores diferencias entre el béisbol profesional y el que se juega en nuestro país?
Hay muchas diferencias en el sentido de la disciplina, porque nuestro béisbol esta falta de eso. Aquí estamos llenos de peloteros que tienen unas condiciones extraordinarias y a veces se sienten hasta por encima de los mismos directores y eso le va restando, con el tiempo, la calidad como pelotero.
También está el problema del dinero. Ahora los salarios están altísimos, se está pagando una cantidad exagerada de dinero. Por ejemplo Willie Mays, quien era uno de los más grandes bateadores que ha tenido las Grandes Ligas en su historia, lo contrataron por 200 dólares. Eran otros tiempos.
Yo trabajaba en las oficinas de Cubans Sugar Kings, llevando la correspondencia, y tuve suerte por eso. Cuando a mí me firmaron me regalaron 300 pesos, por el cariño que me tenían, desde pequeño ahí con ellos, pero era otra época.
Ese incentivo monetario hace la diferencia entre el beisbol profesional y el que se juega aquí, pero hay que tener cuidado con esos buscadores de talentos. Aquí se han ido cientos de muchachos, pero ¿cuantos han llegado a jugar en ligas profesionales?. Muchas veces los engañan y creen que porque aquí batea tanto o tira no sé cuántas millas, la cosa es fácil. Allí esta lo mejor del mundo, es la realidad.
¿Puede tener calidad una liga de béisbol financiada por el Estado con los problemas económicos que existen en Cuba?
Mira, aquí tenemos 16 equipos. La comida para todos esos peloteros, los uniformes, los bates, las pelotas, el transporte, el alojamiento, todo eso es un gasto enorme para nuestro país. El estado no tiene todos esos recursos o tiene que hacer un esfuerzo muy grande porque es nuestro deporte nacional y se juega desde el tiempo de nuestros mambises; se jugaba en la manigua, desde la lucha por la independencia de España y está en nuestras raíces.
Tendría que ser el gobierno o el INDER los encargados de pensar en futuros patrocinios a nuestro béisbol para mejorar la calidad de nuestra serie nacional. A ellos les corresponde pensar y actuar sobre esas cosas.
Durante muchos años no lo hemos visto dando conferencias o trabajando con equipos de primer nivel en Cuba. ¿Estaba cansado o lo tenían olvidado?
A mí me tenían en el olvido, de cansado nada. Yo tuve mucha suerte porque siempre me ayudaron y por eso he estado dispuesto a ayudar. No entiendo cómo pueden darse el lujo de prescindir de la experiencia, mas con todos los problemas que hay en nuestro país en el área de los lanzadores. Yo estuve más de mil veces encima de la lomita, gane más de 300 partidos, algún conocimiento tengo que tener. Si hay alguien que tuvo resultados en el béisbol, ese alguien tiene que saber algo, hay que aprovecharlo. Yo me he sentido muy mal por eso, porque nadie me ha llamado en varios años para poder ayudar a las nuevas generaciones.
Ahora estoy aquí en la academia del Changa Mederos, gracias a que el comisionado me llamó para dar un impulso a las figuras jóvenes. Se acercó a mí y aquí estoy, tratando de enseñar todo lo que me enseñaron y lo que aprendí en todos estos años.
Pero estoy trabajando sin cobrar nada y el payaso no vive solo de la risa. Estoy gastando mensualmente dinero en transporte, comprando de mi bolsillo las cosas que hacen falta aquí, que son bastantes. Todo esto que tú ves aquí lo he comprado yo, porque si voy a hacer un trabajo lo tengo que hacer lo mejor que pueda.
Me dijeron que no pueden contratarme porque soy muy viejo. ¿Qué te parece? Entonces hay que botar a todos los viejos de todos los lugares. ¿Quién sabe más que nosotros? ¿Quién tiene más experiencia que nosotros los viejos? Aquí estoy aguantando hasta donde pueda.
Sería una pena tremenda volverlo a perder, no tenerlo en los terrenos…
Bueno, sería una pena. Ahora mismo puedo montarme en un avión e irme a vivir a México, pero quiero darle los años que me quedan a mi béisbol, por mi tierra y por mi gente.
No aceptó trabajar con Víctor Mesa cuando lo llamó para Matanzas, sin embargo, ahora va a estar con Lázaro de la Torre en el sub-23 de la capital. ¿Cuál fue el motivo?
Yo tengo una amistad de hermano con De la Torre. Fui director de él cuándo estaba con los Industriales. Le enseñé muchas cosas, lo eduqué, le mostré lo que era estar en un terreno de pelota y él aprendió mucho. Tenemos una gran amistad, siempre he tenido contacto con él y en cuanto le dieron la dirección del sub 23, me llamó y yo acepté.
¿Y con Víctor?
Con Víctor tengo la mejor de las relaciones. Toda la vida nos hemos llevado muy bien. Yo me metía con él, siempre estaba jugando con él, desde los tiempos que era pelotero activo con los equipos de Villa Clara. Cuando él estuvo en México yo le di mis consejos para dirigir allá, porque allí las cosas son diferentes. Los mexicanos son muy recelosos y les cuesta trabajo confiar en extranjeros, pero cuando él me invitó a Matanzas, fue una cosa muy rápida. Yo tenía ya pasaje para México, iba a recoger un dinero que me debían por allá y la verdad que no podía en ese momento. Pero estando allí, me comuniqué con su hijo Víctor Víctor y le dije que llamara al padre y le dijera que sí, que yo iba a aceptar su invitación, pero ahí sí no me contestaron. Parece que se me hizo tarde. Pero la verdad que Víctor y yo somos hermanos y siempre me lo ha demostrado.
¿Por qué nunca ha aceptado las propuestas para dirigir en el béisbol mexicano?
El béisbol que me enseñaron a mi es disciplina al 100 por ciento. Yo llegué a Estados Unidos en el año 1956, vestido con la ropa que se usaba aquí para jugar, de guapería, de barrio, y cuando yo vi a los peloteros de allí, al tercer día boté mi ropa y por primera vez me vestí como un deportista. Una vez llegué 5 minutos tarde al entrenamiento y me quitaron la mitad de mi salario. Al otro cobro me devolvieron el dinero y me regalaron un reloj, para ver la hora para que aquello no volviera a ocurrir. Eso fue una enseñanza que me ha ayudado mucho en la vida, no solo para el béisbol.
El beisbol mexicano es un poco relajao. A veces si se les llama la atención por algo, dicen que si el cubano esto o el cubano aquello. Una vez sorprendí a mi propio receptor dándole las señas a los contrarios. Ellos son diferentes a nosotros, tienen otra cultura y no me sentiría bien dirigiendo por allá.
¿Hay buenos directores en Cuba?
No te puedo decir, pero honestamente te digo que Víctor Mesa es muy buen director, pero necesita alguien a su lado para cuando cometa un error, alguien que lo ayude de cerca.
Aquí ha habido managers muy buenos como Pineda y Jorge Fuentes, que para mí son los mejores directores que han pasado por las series nacionales. Tuve mucha suerte en trabajar con Pineda. Él me dio la potestad para decidir como si fuera el director también. Una vez, cuando Changa empezaba, le dije que era el lanzador para el siguiente juego y el no estuvo de acuerdo, porque tiraba muchas bolas pero confió en mí y Changa ganó el juego 1×0. A partir de ahí, ese tremendo lanzador comenzó a despegar.
Quiere decir que los directores deben darle responsabilidad a su cuerpo de trabajo, a los que se especializan en distintas áreas.
¿Cuando dirigía Industriales tuvo algún problema que lo alejó del béisbol?
Bueno a mí me hicieron una jugada mala. En el año 1984, cuando estaba dirigiendo a Industriales, la mayoría de las personas me daban como el director del equipo Cuba, hasta me felicitaban en la calle por eso. La prensa me reconocía como el manager de la disciplina.
En la reunión para elegir al director, designaron a Miguel Borroto de Camagüey y a mí me pusieron con él con la orden de que se hiciera todo lo que yo ordenara, o sea, yo era el director, pero no oficial y por supuesto que no acepté aquello. Si ganábamos, ganaba el director oficial y si perdíamos la culpa seria mía. No, eso fue una traición, no lo pude aceptar. Un hombre con pudor no podía aceptar aquello. En aquel momento yo tenía el apoyo hasta de los peloteros, de Cheito, de Muñoz, del mismo Víctor Mesa.
Me amenazaron con elevar mi protesta, y yo les dije que el único que se había elevado era Arnaldo Tamayo, que había ido al cosmos. Al final, se burlaron de todos los que estábamos dirigiendo porque el director fue Pedro Chávez, que no había estado en la Serie Nacional. Una burla completa.
El punto débil de nuestro béisbol ahora mismo está en el área de los lanzadores. ¿Cuál es el motivo?
Nuestros lanzadores físicamente están muy bien, pero el problema es el pensamiento táctico que está en el suelo, no se les exige lo suficiente. Los que están por encima de los otros, al estar baja la calidad, se achantan, no se desarrollan bien. Mira a Lázaro Blanco, es nuestro mejor lanzador y yo le he visto varios defectos y se lo he dicho a la comisión, pero quizás nadie se lo dice, por miedo o por cualquier cosa, porque así está rindiendo y mejor se quedan callado.
¿Y la pérdida de la velocidad, la merma, la ausencia de lanzadores de más de 90 millas?
Ese es el otro problema. la mecánica de picheo esta defectuosa. He visto a algunos mascando chiclets, abriendo la boca y perdiendo todo el aire de los pulmones, luego se cansan rápido y no saben por qué. Hay que pensar, concentrarse, mentalmente saber dónde quiero poner la bola. Tenemos calidad de sobra pero hay que trabajar.
¿Qué piensa sobre los peloteros que emigran y buscan suerte en otras ligas profesionales?
El que emigra sale buscando un sueño, ya sea económico o simplemente por el hecho de jugar en el mejor béisbol, en una liga de más calidad.
Cuando llegó aquí el béisbol revolucionario y yo estaba jugando profesional y veía los juegos del equipo Cuba, quería ser parte de ese equipo, estar allí con ellos, quería representar a mi patria también y no podía. Ellos deben sentir lo mismo. A mí me gusta mucho el béisbol, sueño con el béisbol.
¿Aprobaría una unión entre los peloteros cubanos que juegan fuera y los de aquí para equipo Cuba?
Yo estaría de acuerdo, pero en realidad te digo que los cubanos que juegan en ligas profesionales, la mayoría no se ha ganado ese derecho. Aquí aprendieron, aquí tuvieron sus primeros entrenadores, tuvieron sus primeras oportunidades y la mayoría no han sido capaces de aportar algo para el desarrollo de nuestro béisbol. Aportar algo, más sabiendo las necesidades que tenemos aquí de implementos, de pelotas, etcétera.
Pero quizás no se lo han permitido…
No. Muchos han venido aquí, han dado tremendas fiestas, han derrochado dinero, se han gastado aquí un dineral. Yo era profesional y cada vez que podía les daba dinero a los deportistas que salían de viaje, y no solamente de béisbol, para que no tuvieran necesidades y no cometieran errores por allá afuera. La última vez que lo hice fue en el 1993 con un equipo de baloncesto. Fui al hotel, pregunté cuántos muchachos eran y les di 100 dólares a cada uno.
Los peloteros cubanos que juegan en Grandes ligas pueden hacer mucho por nuestro béisbol, por Cuba, por su patria.
Respuesta # 1 (4 octubre, 2015) “El año pasado Víctor Mesa quería llevarme para Matanzas, pero le dije que dos locos ahí no cabían. No hay dudas de que él sabe muchísimo de pelota y que tiene su estilo propio, pero a mí no me gusta maltratar a los peloteros”.
Respuesta # 2 (3 marzo, 2018) “cuando él (Victor Mesa) me invitó a Matanzas, fue una cosa muy rápida. Yo tenía ya pasaje para México, iba a recoger un dinero que me debían por allá y la verdad que no podía en ese momento. Pero estando allí, me comuniqué con su hijo Víctor Víctor y le dije que llamara al padre y le dijera que sí, que yo iba a aceptar su invitación, pero ahí sí no me contestaron”
Nunca llegaste a Grandes Ligas. ¿Sientes algo de frustración?
(4 octubre, 2015) “Fue cuestión de suerte. Estuve en tres ocasiones a punto de llegar. En el 60, mi equipo de ligas menores no quería que viniera a Cuba pues acababa de triunfar la revolución. Decidí venir y ese percance me costó no hacer el equipo. En el 62, el manager Dave Briton me dijo que me quedaban dos partidos para subirme, pero nació mi hijo y tuve que regresar a la isla. Ese mismo año, estando en Cuba, el Cleveland me contrata, pero a mí y a otros 32 peloteros no nos dejaron salir del país”. La concentración del Cleveland ya había comenzado y el tiempo apremiaba. Ayón estaba contra la pared. Su anhelo por lanzar en Grandes Ligas estaba a la vuelta de la esquina pero no lo dejaban salir del país. Se levantó a las 6 am y se montó en su Cadillac dorado. Emprendió rumbo el vedado hasta detenerse frente a una panadería en calle 12 y línea. Se disponía a interceptar a Fidel Castro en uno de sus recorridos. A eso de las 8 am vio acercarse los carros de la escolta y plantó su Cadillac en pleno semáforo. Levantó sus brazos para declarar de antemano que no era un ataque, pidió hablar con Fidel y en el medio de la calle se suscitó un breve diálogo. “Le dije que venía en representación de los peloteros profesionales porque no querían dejarnos salir a cumplir nuestros contratos. Me citó para las 9 pm en el Estadio del Cerro. Ese día jugaban Industriales y Santiago de Cuba y el asistiría. Delante de mí, Fidel le dijo al ministro LLanusa que ese era nuestro trabajo antes que triunfara la revolución y que había que arreglar todo para que saliéramos y regresáramos sin problema y así ayudaríamos al béisbol cubano”. Al llegar a Cleveland, solo quedaban 10 partidos para el comienzo de la temporada. “Me mandaron a Triple A”.
¿Por quedarse a vivir aquí no pudo lanzar en las mayores?
(3 marzo, 2018) “Yo continúe con mis contratos de ligas menores y viviendo en Cuba. En el año 1961 me iban a transferir para los Yankees, pero cuando dije que iba para Cuba me dijeron que si iba no me subían, pero yo regresé. Luego en 1962 paso lo mismo: me ofrecieron casa, de todo, para que no regresara más aquí. Había nacido mi hija, quería ver a mi mama, a mi familia, que vieran a la niña, pero por venir me dejaron en la triple A. Todos los años fue lo mismo.
PS: Cual de las respuestas es la verdadera?
Creo que sus respuestas son más realistas Juan Manuel. Su gran amigo le pidió quedarse, su gran amigo hoy vive y vivió casi como un rey y ya quisiera ver yo como vive Ayón..
pero como se puede ayudar si muchas veces no se acepta la ayuda de los mismos peloteros que se fueron y se les denigra.