Primero fue hierro. Y luego de acero sólido. Esa es la historia de la bala en el atletismo, hasta que a inicios del siglo XXI los técnicos bielorrusos decidieron que se necesitaba un cambio: compusieron el implemento con aleaciones de clembuterol, oxadronolona, metenolona, estanozol y cualquier otro esteroide que les pareciera ideal para su propósito. Para cuando la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) se dio cuenta del invento, era demasiado tarde para los justos vencedores que perdieron la emoción del momento del triunfo. El consuelo es que en los libros de los Campeonatos Mundiales quedará señalada la trampa.
Lo alarmante es que no siempre fue la bala, ni los bielorrusos y que el fenómeno del dopaje al parecer no tiene contención.
Cuando la bielorrusa Nadzeya Ostapchuk derrotó a Valeri Billi en Londres 2012, estábamos ante una de las más grandes atletas de la historia. 4 medallas mundiales y 2 olímpicas hicieron que un día después el presidente de su país, Alexander Lukashenko, la galardonara con la orden de 3 clases de la Patria en reconocimiento a su alto profesionalismo y los logros alcanzados en el deporte.
Pero no pasó una semana y las pruebas realizadas antes de la final y después dieron positivo a una sustancia prohibida. Su entrenador, Alexander Yefimov, admitió haberle echado metenolone en el café sin que ella lo supiera, pues estaba preocupado por sus resultados. Ostapchuk recibió una sanción de un año; su entrenador, de 4. Sostuvo no haberse dopado y dijo que los tests hechos antes de Londres resultaron negativos. De abril a agosto había sido analizada en dieciséis ocasiones.
Pero en 2013 los pasaportes biológicos de la IAAF comenzaron a viajar en el pasado y se determinó que Ostapchuk debía ser despojada de su título de Helsinki 2005 por hallarse una muestra positiva. La suspensión fue de 4 años y todos sus resultados de 2005 a 2007 quedaron anulados. En 2017 otro estudio indicó que debía borrarse además su marca olímpica de Beijing 2008. Perdía las platas mundiales de Osaka 2007 y Daegu 2011, solo quedó con la plata de París 2003. Se convirtió así en la atleta que más metales debió entregar por dopaje en Campeonatos del Mundo.
Desde agosto 2021 Ostapchuk es miembro del consejo de coordinación bielorruso (presidido por la premio nobel de literatura Svetlana Alexievich), un cuerpo no gubernamental creado para gestionar una transición pacífica en el país. La atleta es la representante del área deportiva. Quizá sea la forma de redención que ha encontrado.
Su coequipero Andrei Mikhnevich sigue la misma hoja de ruta que la balista femenina. Suspendido de por vida en 2016, a Mikhnevich se le demostró doping en Edmonton 2001, en Helsinki 2005, Osaka 2007, Berlín 2009 y Daegu 2011 y por tanto perdió sus bronces de las citas japonesas y coreanas. Su esposa Natallia, también balista, fue encontrada culpable de consumir sustancias prohibidas entre 2008 y 2009: adiós segundo lugar de Beijing 2008 y al cuarto puesto de Berlín 2009.
Desde el inicio de los Campeonatos del Mundo, Bielorrusia ha tenido 18 casos del dopaje, el tercer país de más alto número, empatado con Estados Unidos, y el primero entre todos en porcentaje de casos por cantidad de habitantes. La lista de más casos de dopaje en estas lides la encabezan Rusia y Ucrania, también ex repúblicas soviéticas.
Rusia
La duda sobre los antiguos países del bloque socialista aumenta con el paso de los años. Y las pruebas les dan la razón a los escépticos. Mientras algunos récords de la República Democrática Alemana, Checoslovaquia o la Unión Soviética siguen imbatibles luego de 3 o 4 décadas, a la actual Federación Rusa se le pudo probar un sistema de dopaje institucional en 2015. Las declaraciones de, entre otros, la saltadora Darya Klishina abrieron la caja de Pandora y todos los metabólicos y esteroides salieron a la luz en el interior del atletismo ruso.
La gloriosa escuela de marcha fue castigada: la tricampeona Olga Kaniskina solo se quedó con el oro de Osaka luego de comprobarse la trampa en Berlín y Daegu, única atleta de los torneos mundialista que ha sido despojada de 2 cetros. Y a su compañera Anisya Kirdyapkina le arrebataban los subtítulos de 2011 y 2013. Esto provocó la suspensión del Comité Olímpico ruso desde los Juegos Olímpicos de Río 2016 y que, a partir del Londres 2017, los atletas que demostraran estar limpios podían competir bajo bandera neutral. ANA fueron las siglas, para Atleta Neutral Autorizado.
En Sttutgart 1993, la ochocentista Liliya Nurutdinova resultó la primera representante de la Federación rusa que se encontró dopada en Mundiales de atletismo. Hubo cinco casos del país entre Roma 1987 y Sevilla 1999. Ninguno en París 2003. La explosión comenzó en Osaka con 6. Y Berlín 2009 fue la debacle: 23 deportistas, 16 mujeres y 7 hombres, situación incrementada en las dos ediciones posteriores: 28 en Daegu y 31 en el Mundial que organizaron en Moscú. La cifra disminuyó drásticamente en Beijing 2015, el último torneo donde compitieron regularmente, solo 7. En total, 110 casos de dopaje han capturado desde 1993 hasta el 2015. Ucrania le sigue con 26 en la deshonrosa tabla, nación que tuvo su pico en Daegu con 8 competidores atrapados.
En este periodo de tiempo, de 2005 a 2015, la mayoría de las grandes estrellas rusas se vieron envueltas en casos de doping (se salvaron Yelena Isinbayeva, Mariya Lasitskene, Sergey Shubenkov, para mencionar a tres campeones): la estelar Tatiana Levedeba, aunque no perdió medallas, fue descalificada de Berlín en el triple, Anna Chicherova también fue descalificada en el 2009 tras haber quedado segunda, y en los lanzamientos, la jabalinista Mariya Abakumova quedó suspendida del título de Daegu y de la plata en Berlín.
Cuba
En el disco, la eliminación de Darya Pichalsnikova en Osaka 2007 llevó a la cubana Yarelis Barrios a la plata. En tanto, la martillista antillana Yipsi Moreno obtuvo el oro en 2005 al demostrarse el dopaje de la campeona rusa Olga Kuzenkova.
Barrios y Moreno han sido las únicas dos atletas cubanas beneficiadas para cambiar el color de su medalla debido al dopaje de las rivales. En cambio, el único antillano al que se le ha demostrado uso de sustancias prohibidas es al gran saltador de altura Javier Sotomayor, quien oficialmente fue el primer caso de su especialidad en estos eventos. Ocurrió en Edmonton 2001, casi 8 años después de estampar su memorable récord de 2.45.
El Soto había sido suspendido de participar en la cita de Sevilla 1999 a causa del positivo de cocaína que había arrojado un análisis durante los Juegos Panamericanos de Winnipeg 1999. Irregularidades en el proceso, reclamaciones de la Federación Cubana y el hecho de que la sustancia encontrada no fue precisamente un componente para mejorar rendimiento, hicieron que la IAAF levantara la sanción para que compitiera en los Juegos Olímpicos de Sídney 2000. Al año siguiente, un Sotomayor en el ocaso de su carrera quedó cuarto en el Campeonato del Mundo al saltar sobre 2,32. En julio de ese 2001, los análisis que se le realizaron durante una competencia en Tenerife arrojaron positivo por nadronalona, lo que supuso una suspensión de por vida a pesar de que había anunciado su retiro del deporte.
El diario español As, uno de los medios que cubrió la noticia, comunicó al respecto:
Sotomayor arrojó unos niveles de nandrolona que, sin especificar exactamente, se sitúan en alrededor de 8 nanogramos, es decir, cuatro veces más de lo permitido. En el segundo análisis el registro bajó a 5 nanogramos, en todo caso mucho más alto de lo que se puede considerar como una secreción normal del organismo.
El control de dopaje a que fue sometido el 14 de julio en la reunión internacional Isla de Tenerife reveló que en su orina había una tasa de nandrolona cuatro veces superior al límite permitido, que es de 2 nanogramos por mililitro, confirmaron a EFE fuentes oficiales.
La Federación Cubana envió a uno de sus médicos a Madrid para que asistiera al análisis de la muestra B de orina y al final hubo de rendirse a la evidencia: Sotomayor había tomado nandrolona, una sustancia anabolizante que facilita el trabajo muscular y permite una recuperación más rápida en caso de baja forma o de lesión.
Polémicas aparte, esto no demerita el legado de Javier Sotomayor ni su trayectoria como atleta, que inclye títulos mundiales, olímpicos y marcas jamás logradas por otro hombre, pero oficialmente el episodio de la nandranolona supuso la suspensión de sus resultados en el mundial del 2001. Aunque no ocurrió en citas de orbe, el pasaporte biológico de Beijing 2008 dictaminó que la discóbola Yarelis Barrios (plata) y el saltador de longitud Wilfredo Martínez (quinto) compitieron bajo los efectos de sustancias prohibidas durante los Juegos. Estos serían los tres cubanos implicados en dopaje en grandes eventos del campo y pista.
Budapest
En las semis de 100 metros vallas de Eugene 2022 parecía que el cineasta Christopher Nolan manejaba el tiempo del cronómetro: 5 marcas nacionales y Toby Amusan se convertía en la primera mujer africana (Nigeria) que poseía un récord mundial. En la final, mientras la nigeriana saltaba la lógica más fácil que los obstáculos, la norteamericana Kendra Harrison, quien 90 minutos antes poseía la plusmarca universal, tumbaba la cuarta valla y se quedaba sin poder luchar su segunda medalla en Campeonatos del Mundo.
Doce meses después, Amusan ha estado envuelta en polémica por irregularidades en sus controles antidoping. Finalmente, la Unidad Integral de Atletismo (AIU) la absolvió y podrá competir en Budapest para defender récord y corona. Para esta cita en Hungría, las pruebas anti doping comenzaron el jueves previo al inicio del torneo para los atletas que confirmaron su participación. El objetivo es que formen parte del programa de pasaporte biológico de World Athletics.
Esta mayor rigurosidad, unida al reconocimiento de los laboratorios y el trabajo del país anfitrión para combatir este flagelo, ha despertado toda una serie de teorías sobre las bajas de última hora (literalmente en algunos casos) de atletas de nivel mundial. Asimismo, la última sensación de la velocidad, el surinamés de 18 años Issam Asinga, que estableció el récord mundial sub-20 de 100 metros el pasado mes de julio, fue suspendido provisionalmente una semana antes de Budapest por la AIU debido al uso de sustancias prohibidas y se perdió el debut en estas justas.
Historia
Teorías conspirativas aparte, se vive una expectativa respecto al dopaje que carreras espectaculares como la de 100 vallas de Oregón seguirán en duda, al menos hasta que pase más de un lustro. Veamos entonces cómo se han recolocado las medallas en las diferentes especialidades del deporte rey.
En el sector masculino, lidera la bala y el relevo 4×400 con hasta 5 podios cambiados, seguido por la marcha de 50 km con 4 (Sevilla 99, Berlín 09, Daegu 11, Moscú 13), mientras los 20 km marcha tuvieron 3. En los 100 metros solo fue necesario recolocar preseas en Roma 1987 y Edmonton 2001. Sin embargo, el triple salto masculino se mantiene intachable.
Llama la atención que Estados Unidos perdió el oro en el 4×400 de los Mundiales de 1997, 1999 y 2001 por 3 positivos consecutivos de Antonio Pettigrew, quien varios años después de retirado, en el 2010, fue encontrado muerto en el asiento trasero de su auto. El reporte de la autopsia determinó el suicidio como la causa del fallecimiento por una sobredosis de diphenhydramine. Si no bastara, los norteños también vieron como se les esfumaba la corona de la posta larga en Paris 2003 porque Calvin Harrison y Jerome Young consumieron sustancias prohibidas.
En cuanto al femenino, bala, marcha 20 km, salto de longitud y el 4×400 metros encabezan la lista con 3 cada uno. Los 100 metros de Edmonton 2001 y París 2003 sufrieron cambios. Limpios quedan los 100 metros con vallas. Ambos sexos coinciden en que las finales de la pértiga y los 400 metros con vallas no han tenido manchas.
Estos movimientos han provocado datos interesantes: la descalificación de la rusa Yuliya Zaripova en los 3000 steeplechase de Daegu 2011 provocaron que la tunecina Habiba Ghribi le diera el primer título a su país en Mundiales. En ese mismo campeonato, Christian Cantwell entró al bronce en la bala, por lo que se mantuvo la racha comenzada en Stuttgart 1993 de al menos un medallista norteamericano en la prueba. Por cierto, desde Helsinki 2005 no capturan a ningún atleta norteamericano dopado en mundiales, aunque Tayson Gay se comprobó utilizó sustancias prohibidas en los Juegos Olímpicos de Londres 2012.
Si miramos solo los campeones descalificados en cada torneo, así queda la relación: Roma 1987 (1), Atenas 1997 (2), Sevilla 1999 (2), Edmonton 2001 (5), Paris 2003 (4) Helsinki 2005 (3), Berlín 2009 (4), Daegu 2011 (7) y Moscú 13 (7). El primer monarca capturado fue el fenómeno canadiense Ben Johnson, triunfador del hectómetro en la capital italiana.
Precisamente, la velocidad ha visto caer a algunas estrellas, muchas de ellas norteamericanas. Tim Montgomery fue capturado en Edmonton 2001 y, en consecuencia, el relevo 4×100 de Estados Unidos perdió la medalla de oro, y lo mismo sucedió en la rama femenina por el positive de Marion Jones, a quien también se le escapó la corona de los 200 metros. Desde Beijing 2015, ningún oro ha sido posteriormente descolgado del cuello del ganador inicial.
De manera general, separados por pruebas, sumado hombres y mujeres, la marcha 20 km ha sido el evento más problemático con 25 atrapados, seguido de cerca por la bala, los 1500 metros y el relevo 4×400 con 23.
La otra cara de la moneda es la pértiga, sin casos en las mujeres; solo el belga Kevin Rans ha dado positivo en un Mundial. Asimismo, en el salto largo femenino, de los 5 casos, 4 son de atletas rusas, mientras el masculino permanece impoluto. Solo dos atletas dopados en 110 metros, y 3 en 100 metros vallas femenino. Solo un episodio en el decatlón, el ruso Aleksandr Pogorelov, que había llegado al bronce en Berlín 2009.
En 2016, la doctora Pilar Martín, especializada en Medicina de la Educación Física y el Deporte, explicaba en un reportaje del diario El mundo que el doping “no está lo suficientemente controlado ya que los médicos o las personas que se dedican a ello, van por delante de los métodos de detención. Es como el fraude fiscal, es más listo el que sabe dónde poner el dinero y camuflarlo en sociedad opacas, que los inspectores de hacienda”.
Con los deseos puesto en que acabe la guerra entre Rusia y Ucrania (para volver a disfrutar de los atletas rusos y bielorrusos sin sombra de doping), esperemos que la lucha contra las sustancias prohibidas se consolide hasta el punto que no haya más truco posible. Ni siquiera una pequeña bala.