A simple vista, Liadagmis Povea (San Juan y Martínez, 1996) no impresiona a nadie. Mide 1.60 metros y pesa poco más de 50 kilógramos, por lo que siempre parece que el viento la va a arrastrar cuando espera en la línea de salida para intentar un salto.
Pero detrás de esa menuda figura se esconde una carrera explosiva y un despegue mortal, cualidades que la han empujado a la élite del triple salto femenino durante la presente temporada, en la cual ha cosechado los mejores resultados de su vida.
Povea es un producto sin acabar, pero el talento siempre ha estado. Fue subcampeona continental y mundial en la categoría sub-20, quedó entre las ocho finalistas de los Panamericanos de Toronto con solo 19 años y conquistó el título nacional poco de después de cumplir los 20 abriles.
Sin embargo, tras esa irrupción, su figura se apagó, cayó en una especie de letargo y su mejor marca en un lapso de tres años fue de 14.56 metros, sin obviar que en términos de estabilidad quedó un tanto por debajo de las expectativas que había generado su trayectoria juvenil.
La explicación para ese estancamiento podría estar en el cambio de entrenador que vivió Povea en el 2015, cuando pasó a trabajar junto con el otrora estelar triplista Yoelbi Quesada, su preparador en la actualidad.
El propio Yoelbi, campeón mundial de Atenas 1997 y bronce olímpico en Atlanta 1996, considera que a la chica le costó asimilar otras dinámicas. “Es difícil adaptarse a diferentes sistemas de entrenamiento. Ella tenía rutinas prestablecidas que desaparecieron y no le fue fácil aceptar las cosas nuevas que aparecieron.
“Ahora todo ha cambiado un poco, tenemos mucha más sistematicidad en lo que hacemos y como entrenador conozco mejor cuándo puedo variar algo. Ella también tiene mayor conciencia de lo que debe hacer en cada jornada, es más disciplinada y responsable con su trabajo”, precisa Quesada a OnCuba.
Para Yoelbi y Povea, el 2019 viene siendo una temporada de despegue, en la que han logrado colocar nuevamente al triple femenino cubano en el epicentro global, algo que no ocurría desde la salida de las pistas de Yargelis Savigne, la última gran exponente de la modalidad en la Isla.
Desde que arrancó la campaña en febrero, Liadagmis ha terminado ocho competencias con saltos máximos de 14.60 o más, superando aquel registro de cabecera (14.56) que ostentaba desde el 19 de marzo del 2016.
De esas lides, resalta un estirón de 15.05 en la Copa Cuba (marzo) y otro de 15.00 en una prueba de confrontación en La Habana (mayo), aunque ambos están marcados con asterisco pues se consiguieron con viento a favor superior a 2.0 metros por segundo, máximo permitido por la IAAF.
En el resto de las pruebas, si bien no se ha acercado a la barrera de los 15 metros en condiciones normales, Povea ha mostrado un altísimo nivel. Particularmente, el mes de julio ha sido un sueño, pues se ha estirado cuatro veces por encima de los 14.60 y ha establecido un nuevo tope personal en 14.77, todo ello en un escenario de alcurnia como lo es la Liga de Diamante.
En las paradas de Lausana y Mónaco, por ese orden, la antillana ha plantado cara a las grandes dominadoras de la prueba: la venezolana Yulimar Rojas y la colombiana Caterine Ibarguen. Además, ha superado en par de ocasiones a las jamaicanas Shanieka Ricketts y Kimberly Williams, potenciales rivales por las medallas en los Panamericanos de Lima.
En una especie de ensayo de lo que puede ser el triple femenino en la capital peruana, Povea ha mostrado estabilidad y madurez, fruto de un serio trabajo psicológico y de reajustes en su preparación.
Estos detalles, a juicio de Yoelbi Quesada, serán vitales en las competencias de máximo rigor en el futuro inmediato.
“Si consigue de manera estable saltos por encima de 14.60 o 14.70 va a ganar en confianza y después pueden llegar marcas superiores. Además, con esos registros se asegura la presencia en cualquier final de primer nivel. Creo que ella ahora tiene más claro lo que quiere y eso es un impulso adicional”, puntualiza el entrenador.
¿Una medalla en Lima? ¿Una final mundial con presea en Doha? ¿Una sorpresa en la carrera por el Diamante? ¿La barrera de los 15 metros? Todas esas son metas posibles para Liadagmis Povea, quien pretende impulsarse con el viento y no ser arrastrada como una pequeña y liviana hoja. La joven pinareña desafía la lógica.