El martillo de Pawel Fajdek derribará la Puerta del Este el 19 de agosto, para que Shelly-Ann Fraser corra sobre los canales del río con el disco de Sandra Perkovic en la mano. La croata la esperará en la basílica de San Esteban, a la que llegará Yulimar Rojas luego de un primer salto en la isla de Óbuda y un segundo en la de Margarita. Por el sur, Mondo Duplantis se catapultará sobre la Colina de Janos burlando sus dos caras desde las alturas. Las sietes torres del Bastión de pescadores no será obstáculo para Sydney McLaughlin: parecerá que pasea simplemente por una terraza. Ryan Crouser y Anderson Peters irán a apertrecharse en el Castillo de Buda, con bala y dardo, para cubrir los pasos que ya casi contarán 10 mil metros de Faith Kipyegon, Sifan Hassan y Letesenbet Gidey. Todos con la idea de ganar la orilla oriental del Danubio. De ganar la mano del Santo Monarca Esteban. De ser los nuevos reyes del Río. Budapest bajo asedio atlético. Los invasores tendrán por aliados a las rackas, esas ovejas mansas de cuernos en forma de espiral que pastan por toda Hungría. Youhuu, su afable líder, les mostrará los entresijos de la pista, y sobre todo del campo.
El Campeonato Mundial de atletismo cumple 4 décadas y lo celebrará entre aguas termales y castillos. Primera vez en tierras magiares, solo 12 meses después de la edición de Oregon y a un año de los Juegos Olímpicos de París 2024. Pero nada de eso limita la ansiedad de los campeones de siempre y de los nuevos y viejos desafiantes de salpicarse con la gloria. Todos tendrán que adaptarse a las nuevas reglas que regirán en los grandes eventos de este deporte a partir del día 19.
Habrá nueva distribución de carriles: en las carreras de 200 y 400 metros, las mejores calles pasan a ser respectivamente 5, 6, 7 para los 200, y 4, 5, 6, 7 en los 400 (antes eran 3, 4, 5, 6). Ahora, los dos peores tiempos clasificados de estas distancias acabarán en el primero y segundo carril, mientras que antes eran primero y octavo. También en el hectómetro la asignación de las posiciones será diferente. Aparte de los 4 bloques centrales, sujeto a sorteo entre las 4 mejores marcas, el quinto y sexto tiempo pasarán a los carriles 2 y 7 (anteriormente eran 7 y 8) y los dos últimos tiempos en primero y octavo (antes primero y segundo).
Por su parte, la salida en falso pasa a ser evaluada por el juez que valorará si aun reaccionando antes de 100 milésimas de segundo el corredor será descalificado o no. En las carreras de fondo y medio fondo se eliminará la clasificación por repesca de tiempo y se aumentarán los cupos de avance a la siguiente ronda en cada heat en dependencia de la distancia, por ejemplo, en los 1500 metros pasarían los 6 primeros de las series.
Nada que afecte a la jamaicana Shelly-Ann Fraser en su aspiración a ser la primera hexacampeona del hectómetro; al botsuano Letsile Tebogo que desea establecerse como el nuevo fenómeno de la velocidad entre los hombres (único clasificado en 100, 200 y 400 metros); en el campo el catarí Mutaz Essa Barshim intentará ser el primer saltador de altura con cinco medallas en estas citas; y la joven italiana Larissa Iapichino buscará el tope de la prueba de longitud después de una temporada donde ha llegado a los 7 metros, una disciplina que tendrá la ausencia de la doble campeona, la alemana Malaika Mihambo por lesión.
Inventario cubano: historia, ausencias y certezas
En Memento Park, en las afueras de Budapest, habrá que darles Plaza a los Héroes cubanos, los que compiten por nuestra bandera o por otra. Y también los que lo hicieron antes, en otras tierras.
La delegación de la isla, como en la pasada justa, llega en la retaguardia y sin mucho ruido: 21 atletas, 6 más con respecto a Oregon. Cuatro finalistas y ninguna medalla es la actuación que se intentará superar en Hungría. Para llegar a ese cielo se necesitan dos brincos cortos y uno grande: en los triplistas Leyanis Pérez y Lázaro Martínez están las únicas esperanzas cubanas de traer una racka a la isla. Leyanis se ha estabilizado alrededor de los 14.90 metros y es quien más de cerca pisa, este año, de la recordista Yulimar Rojas. Lázaro, con su 17.51 metros al aire libre, tendrá que batirse ante su coterráneo nacionalizado portugués Pedro Pablo Pichardo y el burkinés Hugues Fabrice Zango.
En esta prueba beneficiará a Martínez la ausencia de sus también compatriotas Andy Díaz y Jordán Díaz. El primero es el reciente campeón y recordista nacional de Italia, pero por cuestión de reglamento de la World Athletics no puede competir internacionalmente por su nuevo país hasta agosto de 2024 (aún no se sabe si estará disponible para París), pues la federación cubana lo inscribió en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 (celebrados en 2021) aunque él finalmente no compitió.
Similar caso el de Jordán: campeón y recordista con España ya es oficial que podrá estar en la próxima cita bajo de los cinco aros. Con ese evento como gran objetivo hace unos días decidió terminar su temporada a causa de unas molestias.
Otro cubano radicado en España que no podrá competir en el Mundial es el velocista Jenns Fernández, quien ha bajado de 10.26 segundos en 12 carreras durante la actual temporada.
Entre los que sí estarán, Pedro Pablo Pichardo se roba los focos. Llegará al certamen con la posibilidad de ser el primer cubano bicampeón del triple salto. De obtener una medalla más llegaría a 4, para igualar a quien fuera su compañero de selección Nelson Évora y a los norteamericanos Christian Taylor y Will Claye. Asimismo, al sumar otra final se pondría a una de igualar al antillano Yoelbi Quesada y al recordista mundial, el británico Jonathan Edwards, como los hombres que más veces saltaron en pos de una presea, hasta en 6 ocasiones.
El Club Benfica de Portugal, el mismo al que pertenece Pichardo, acogió a finales de julio a Juan Miguel Echeverría, inactivo desde que perdiera de forma espectacular el oro ante el griego Tentoglou en Tokio 2020. A tierras lusas fue supuestamente Juan Miguel a intentar hacer la marca mínima para clasificar a Budapest. Pero jamás se presentó en la pista. La situación de si seguirá bajo el amparo de la Federación Cubana o no, queda en la misma niebla que impidió a Iván Pedroso poseer la plusmarca mundial. En la longitud, la delegación antillana tampoco contará con Maykel Massó, lesionado en los Juegos Centroamericanos de San Salvador, ni con Lester Lescay, otro atleta que no desea competir bajo la egida del Inder.
Bajo el escudo de las águilas del Benfica sí compiten hace más de un año los criollos Reynier Mena (100 y 200 metros planos) y Roger Valentín Iribarne (110 metros vallas), dos de las grandes ausencias no solo para Cuba, sino del Mundial en general. Mena e Iribarne parecen navegantes del mismo navío: luego de grandes resultados hasta las categorías juveniles, naufragaron cuando cambió la marea: participaciones mediocres en citas del orbe por Cuba.
Iribarne hizo 14.37 segundos en la lid de Doha 2019, luego de haber alcanzado una semifinal en Londres 2017 con 13.43 como mejor marca. Seis años después ha roto sus tiempos tanto en 60 con vallas bajo techo como en 110 al aire libre. Su crono de 13.21 sería para discutir final si pudiera asistir. La ausencia de Iribarne y de otro vallista corto (el cubano nacionalizado español Orlando Ortega vuelve a perderse el certamen mundial como en la pasada edición), en Budapest será dura para una prueba con tanta tradición local. Lo mismo ocurrió Oregon 2022, donde se rompió la participación consecutiva de cubanos en estas pruebas que databa de Tokio 1991.
Por otra parte, Mena con un 20.37 en 200 metros en Beijing 2015 avanzó a la semifinal y con un 20.52 llegó a la misma instancia en Doha 2019. Pero desde la temporada pasada exhibe en Portugal registros por debajo de 20 segundos (como debió ser su progresión normal). Este año, con un 19.95, sería fuerte aspirante a finalista. Recordar su 19,63 de la pasada temporada que oficialmente constituye récord nacional de Cuba.
Quien sí está disponible para representar a Portugal es la velocista cubana Arialis Gandulla. La habanera había sido, con su intervención en Beijing 2015, la última corredora cubana de 200 metros en una justa del orbe. Luego de tres torneos sin representantes, Yunisleidys de la Caridad García, reciente campeona centroamericana, actuará en las pistas del Centro Nacional Atlético de Budapest tanto en 200 como en 100 metros.
Doblará la antillana al igual que algunos de los candidatos a las butacas del parlamento húngaro: la estadounidense Sha’Carri Richardson con sus 10.71 en 100 y 21.94 en 200 tras unos excelentes trials es fuerte aspirante a medallas. Mientras su coequipero Noah Lyles lidera la intención de voto en 200 y las encuestas lo colocan cerca del podio en el hectómetro. Otro tanto hará la jamaicana Shericka Jackson, a por su segundo oro en 200 y en busca de acabar con el reinado de Shelly-Ann Fraser en los 100.
Para la Yunisleidys de la Caridad García, la meta será llegar a semifinales (la última cubana en esa ronda fue Nelkis Casabona en Daegu 2011) y tratar de mejorar sus buenos tiempos para el contexto de la velocidad nacional. Por otra parte, García, con su impulso, liderará el regreso de una posta corta a la principal lid del deporte rey. Desde la edición de París 2003, un 4×100 femenino antillano no competía en un Mundial: Dainelky Pérez, Roxana Díaz, Virgen Benavídes y Mileydis Lazo eran las integrantes de esa posta.
Entre 1987 y 1993, las estafetas cubanas fueron sextas tres veces al hilo en las ediciones de Roma, Tokio y Stuttgart. Ese grupo lo encabezaba la velocista Liliana Allen, la única cubana en una final mundial de 100 metros: octavo lugar en Stuttgart 93. Además, fue semifinalista en Tokio 91 y Gotemburgo 95.
Y fue en un relevo corto que debutó en Edmonton 2001 la entonces joven santiaguera, Libania Grenot. En la pista, es la cubana que más veces (7) fue a un Mundial –la misma cantidad que Yipsi Moreno en el campo– y la única que participó hasta en cuatro especialidades: 200, 400 y relevos cortos y largos. Grenot, desde Berlín 2009 hasta Londres 2017, compitió por Italia y posee los récords de 200 y 400 metros de la península.
El récord del país transalpino de triple femenino también pertenece a una mujer nacida en Cuba: Magdelín Martínez. Con los colores azules fue cinco veces finalista en Mundiales y obtuvo bronce en París 2003, sumado a tres cuartos lugares.
En la misma prueba también está el caso de Yamilé Aldama, plusmarquista de Sudán, nación con la que quedó cuarta en Helsinki 2005. Antes, con Cuba, había sido plata en la justa de Sevilla 1999, el mismo campeonato donde la habanera Niurka Montalvo, nacionalizada española, se proclamó monarca universal. A ese título sumó la plata de Gotemburgo 1995 con la camiseta de las 4 letras y el bronce en Edmonton 2001, de nuevo con España.
Otra atleta con registros nacionales en la antigua metrópolis es la jabalinista Yulemnis Aguilar, al lanzar el dardo hasta 64.17 metros en el 2022. Su 61.07 de la actual contienda la ubica la oncena del ranking mundial. Pero por cuestiones de burocracia y leyes migratorias aun no puede asistir a eventos internacionales por naciones. Aguilar, con su intervención en Beijing 2015, constituye la última deportista de la especialidad que asistió a un Campeonato Mundial por nuestro país.
Como Aguilar, y antes Mena e Iribarne, hay otro cubano que obtuvo sus mejores resultados y su desarrollo como atleta fuera de Cuba. El corredor de 400 metros con vallas Yasmany Copello, en Londres 2017, defendiendo los colores de Turquía, se convirtió en el primer criollo con una medalla mundial en las vallas largas. Su plata, sumada al bronce olímpico en Rio 2016, lo reafirmó en ese momento en la élite mundial de la especialidad. Después del sexto lugar en Doha 2019 no pudo llegar a finales ni en Tokio 2020 ni en Oregon 2023 en un evento que ha visto coincidir en tiempo y espacio a los tres mejores corredores de la historia, al menos en cuanto a marcas: Karsten Warholm, Rai Benjamin y Alison Dos Santos. Los espectáculos de Tokio y Oregon ya los esperan las aguas del Danubio. Copello volverá a tratar de incluirse entre los ocho mejores.
Entrar en ese grupo también será el propósito de Silinda Morales en el lanzamiento del disco. En 12 meses pasó de tercera a primera figura del equipo nacional tras las salidas de Yaimé Pérez y Denia Caballero.
Yaimé, con casi 30 años y el aval de ser campeona mundial, se quedó en Miami, en una escala técnica del vuelo de Oregon a La Habana en agosto pasado, prueba inequívoca de que la situación social y económica (para no decir política) golpea y hacer tomar estas decisiones a cualquier persona que tenga residencia fija en la isla. A eso, sumado las particulares situaciones del deporte bajo la egida del Inder en sentido general y específicamente el atletismo.
Hace menos de dos meses, Denia Caballero, rival, compañera y con un palmarés muy parecido al de Yaimé, (campeona en Beijing 2015), optó por el mismo camino sin importar consecuencias deportivas como la de perderse este Campeonato Mundial y los próximos Juegos Olímpicos. Entonces, sin Yaimé y Denia, recae sobre Silinda mantener la cadena de finalistas iniciada por Yarelis Barrios en Osaka 2007, la cual se extendió hasta Oregon. Ojalá suceda.
Y ya que hablamos del disco, España tendrá a un cubano en Budapest compitiendo en esa especialidad. Yasiel Brayan Otero (22 años), nacido en la isla y residente en Gran Canarias desde la adolescencia, consiguió la marca mínima y estará en la capital húngara. Allí competirá contra su joven compatriota Mario Díaz (23), quien también debutará en Mundiales.
En este breve recorrido intento mostrar someramente lo que me he aventurado en llamar, después del Campeonato Mundial de Oregon 2022, utilizando el termino que en el cine acuñara el crítico e investigador Juan Antonio García Borrero: cuerpo o movimiento deportivo de la nación cubana. Como expliqué en esta revista en referencia a los triunfos de Melissa Vargas y Wilfredo León en la Liga de Naciones del Voleibol, los resultados de los cubanos que no compiten bajo el auspicio del Inder y la Federación también pertenecen a Cuba, a una Cuba mayor que trasciende las fronteras geográficas. Así también con los distintos entrenadores de la isla que irán al Mundial con pupilos de otros países.
Cierto que no sube al medallero, a los puntos, no lo dirán la mayoría de los medios especializados, no sonará el himno, ni se izará la bandera, pero existe una pertenencia emocional y también material más allá de todos esos símbolos. Qué mayor símbolo que Pichardo y Lázaro Martínez compartiendo podio. Y en un futuro Andy o Jordan completándolo. Lo que más debe doler no es que ellos compitan con otras banderas, sino que se estanquen o dejen de competir en lo que son buenos, como el caso de Juan Miguel, que lleva dos años sin saltar oficialmente.
Con esta sumatoria de ausencias, tomemos Budapest por asalto, que siempre será más fácil desde la espalda de Mondo o con el salto de Pedro Pablo.
“pero existe una pertenencia emocional y también material más allá de todos esos símbolos.”…si, una pertenencia que para nada les gusta recordar a esos atletas.