“Estoy con deseo de dejarlo”. Eso decía el vallista Orlando Ortega hace un año, luego de perder la final del Campeonato Europeo bajo techo a inicios del 2019 y romper los vínculos profesionales con su padre, quien había fungido como su entrenador desde el 2015.
El hispano-cubano estaba hundido, pensando en un retiro anticipado, sin ánimos ni combustible para seguir adelante. Pero entonces se marchó a Chipre, tierra curativa donde encontró la brújula, cargó las pilas y oxigenó su mente bajo las riendas del preparador griego Antonis Giannoulakis, su nuevo entrenador.
Ortega salió tan fortalecido de su aventura por el Mediterráneo que después ganó la Liga de Diamante y se llevó un polémico bronce en el Mundial de Doha. Allí fue obstaculizado en la final de los 110 metros con vallas por el jamaicano Omar McLeod, lo que provocó una reclamación y el posterior fallo a su favor del jurado de apelación de la IAAF, que le concedió el tercer escaño.
“Me veía capacitado para luchar por el oro, pero son cosas que pasan. Los 110 metros vallas son un evento muy difícil. No solo depende de ti, sino de otras cosas a tu alrededor. Me veía para ganar el Mundial y si no hubiese ocurrido ese incidente hubiera quedado plata, como mínimo”, dijo Ortega en una reciente entrevista con la agencia EFE.
Ya avanzado el 2020 y superados en cierta medida los traumas del pasado curso, Orlando ha cambiado el tono de su discurso, incluso cuando habla de los motivos que lo alejaron profesionalmente de su padre hace un año.
“Él tenía que regresar a Cuba y yo no puedo regresar por problemas externos, diría que políticos. En Cuba existen leyes para los atletas que salen ilegalmente, como dicen ellos, por las que no pueden volver en ocho años. Yo llevo seis años (fuera), pero con la tecnología que tenemos he podido ver y comunicarme con mis familiares”, explicó Ortega, quien decidió no continuar en las filas de la selección caribeña de atletismo en 2013.
A juzgar por sus palabras, el vallista parece haber dejado atrás aquellos episodios oscuros, y ahora mira hacia adelante con optimismo, sobre todo después de sus sonadas victorias en el certamen español de pista cubierta el pasado fin de semana.
En Ourense, el artemiseño –nacionalizado español desde septiembre del 2015– conquistó un doblete sin precedentes en la rama varonil del atletismo ibérico (entre las mujeres ya lo había conseguido Glory Alosie), al ganar los títulos en los 60 metros planos y con vallas. En un lapso de 24 horas, Ortega participó en seis carreras y terminó como el exponente indiscutible de la velocidad en el certamen ibérico.
“Ha sido impresionante. No me creo que haya logrado este hito histórico”, confesó Orlando, quien dejó marcas de 7.56 segundos en 60 vallas y 6.65 en 60 lisos, este último entre los diez mejores registros de la prueba en España.
Nunca me cansaré de repetirlo #impossibleisnothing, todos los sueños se pueden convertir en realidad. Gracias a todos por el apoyo, gracias a #Ourense y a la @atletismoRFEA por organizar este magnífico campeonato.🥇60mV & 🥇60mLisos🙏🏾👌🏾@adidasrunning @adidas_es @GlobalSportsCom pic.twitter.com/lhxWXehJP4
— Orlando Ortega, OLY (@110_ortega) March 2, 2020
Estas carreras son el colofón de una corta temporada invernal, en la cual potenció la explosividad, la resistencia a la velocidad y la técnica, según el colega Juanma Bellón, del diario AS. Por otra parte, dicho programa está enfocado en abrir turbinas rumbo al gran objetivo del 2020: los Juegos Olímpicos de Tokio.
Las aspiraciones de Ortega en la capital nipona pasan por ganar otra medalla luego de su plata en Río de Janeiro 2016, aunque, dice, “sólo estar en una final sería impresionante”.
“Soy muy ambicioso. Eso es lo más bonito que te transmite el atletismo. Tengo una medalla de plata en unos Juegos y ahora, ¿por qué no una de oro? Los Juegos son el mejor evento del mundo y ya estar en la villa rodeada de otros deportistas es algo muy bonito. Con una medalla son más bonitos todavía, ya sea otra plata o también bronce”, sentenció el antillano.
Las Olimpiadas de Tokio serían las terceras para Ortega y las segundas con España, luego de correr con la chamarreta de Cuba en Londres 2012, donde culminó en la sexta plaza de los 110 metros con vallas.
Punto de partida, nuevos horizontes, coronavirus…
Luego de correr los 60 metros planos en Ourense, quedó claro que uno de los objetivos de Orlando Ortega en este 2020 es salir de su zona de confort, probar fuerzas en un nuevo hábitat y conocer sus límites, riesgo que no todos los atletas están dispuestos a correr.
La cuestión es que Ortega quiere tensar un poco más la cuerda, y no solo en pista cubierta, pues ya habla de la posibilidad de correr en el doble hectómetro.
“Es el segundo evento que más me gusta del atletismo. Quiero intentarlo. Hay que hacer la marca mínima de 20.24 primero, y luego ver el ranking mundial. Si sale quiero hacer dos competencias mínimo de 200 metros antes de los Juegos Olímpicos”, declaró a EFE.
Ortega se unió recientemente a la velocista paralímpica Adiaratou Iglesias, subcampeona del mundo en 100 metros de la categoría T12 de discapacitados visuales, con quien participó en los Diálogos Paralímpicos organizados por Servimedia. Allí habló de olimpismo y abogó por la posibilidad de que ambos Juegos puedan ser celebrados juntos en el futuro.
“Sería una cosa muy bonita celebrar Juegos Olímpicos y Paralímpicos a la vez. El atletismo es un deporte que puede ser unificado y a mí me encantaría ver en una jornada de mañana a deportistas paralímpicos y por la tarde, por ejemplo, a los olímpicos”, señaló.
Sobre el posible riesgo de que sea suspendida o pospuesta la cita estival de Tokio por la amenaza del coronavirus, Orlando dijo que no piensa que se vayan a cancelar.“ Creo que se van a hacer. Posponer tampoco creo que se pueda hacer porque interrumpiría el ciclo. Tengo fe en que lo hagan (…). Preparar cuatro años los Juegos y que lo cancelen sería triste”, confesó.
Por último, el vallista recordó sus inicios en el atletismo en Cuba, específicamente cómo llegó a las vallas.
“Tuve una niñez traviesa. Antes de hacer atletismo, con apenas 7-8 años, practicaba boxeo y taekwondo, pero a raíz de la influencia de mi abuela y de mi padre, que fue mi primer entrenador, empecé en el atletismo a partir de los doce años”, recordó.
“Hacer velocidad fue algo que no me esperaba. En Cuba hacía lo que se llamaba eventos múltiples, saltos y carreras largas. Constaba de varias pruebas y en las vallas, en las que otros muchachos se paraban, yo al verlas las saltaba”, rememoró sobre sus primeras experiencias en las carreras de obstáculos, que hoy son parte indiscutible de su vida.
Así, saltando vallas, ha tocado la gloria, pero sabe que necesita seguir a toda máquina para que sus sueños no se apaguen en el 2020.